El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha expresado en una homilía que una de las vacunas que se investiga en estos momentos “se fabrica a base de células de fetos abortados”. Es una descripción engañosa que carece de rigor científico y que frecuentemente se encapsula en bulos contra las vacunas.
¿Qué se ha dicho?
El cardenal ha hecho referencia a la cuestión durante la misa dominical del 14 de junio en la Catedral de Valencia (no follow). En el minuto 54:08 explica: “Porque el demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas y para curaciones. Nos encontramos con la dolorosísima noticia de que una de las vacunas se fabrica a base de células de fetos abortados. Así de claro. Y eso es inhumano, eso es cruel, y ante eso no podemos alabarlo ni bendecirlo, todo lo contrario". El cardenal considera que eso es “ir en contra del hombre, eso es despreciar al hombre mismo, primero se le mata con el aborto y después se le manipula para... ay qué bueno, mira qué bien... ya tenemos una vacuna. No señor, tenemos una desgracia más, obra del diablo”.
¿Es nuevo el argumento?
Quienes se oponen al uso de vacunas como instrumento contra enfermedades contagiosas utilizan falacias recurrentes. Entre ellas destaca un trío: vincularlas con el autismo (ya desmentido), afirmar que contienen metales perniciosos para la salud (también desmentido) e insistir en que parten de fetos humanos. Esto último ocurrió recientemente en Argentina, como verificó el medio Chequeado, y sirve para llevar la batalla de las vacunas al terreno ideológico y religioso, en particular a la controversia sobre el aborto.
Verifica RTVE ha hablado sobre la idea de los fetos con varios investigadores que aseguran que es esencial distinguir entre células y “líneas celulares”. Con lo que se trabaja es con lo segundo, que significa utilizar cultivos, copias o desarrollos de una célula original incluso muchos años después de su obtención. ¿Y por qué se tiene que partir de una célula? Los virus las necesitan para replicarse. Uno no puede trabajar con virus sin tener una célula que es la que sirve de factoría.
“Muy probablemente sean células que tienen un origen humano, que se han inmortalizado [son las que se pueden dividir indefinidamente en el laboratorio] y que se disponen de forma continua y permiten crecer virus en ellas”, explica a Verifica RTVE Isabel Sola, codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología. Sola, que no conoce proyectos españoles que trabajen con vacunas de este origen específico, contextualiza la importancia que puede tener recurrir a células de origen humano: “En el laboratorio trabajamos con células inmortalizadas que vienen de un tumor de hígado, de células de pulmón… Cuando se hace una biopsia en cualquiera de estos procedimientos se pueden tomar células que luego se inmortalizan y que compartimos en todos los laboratorios”.
Varias de las fuentes consultadas aluden a un ejemplo muy conocido, las líneas celulares cancerígenas HeLa: “A día de hoy se siguen utilizando para investigación, aunque pertenecieron a una señora llamada Henrietta Lacks que murió en 1951. Son células que se tomaron en un momento determinado, y se han ido manteniendo a lo largo de los años y han contribuido muchísimo a la investigación en la biología molecular”, relata una científica vinculada al desarrollo de vacunas que prefiere mantenerse en el anonimato.
En este hilo de Twitter, el investigador de células madre y cáncer Manuel Collado https://twitter.com/mcollado_CHUS/status/1272525664915161088 explica por qué se iniciaron las investigaciones con origen en fetos humanos, no animales: era lo que mejor replicaba la situación real que se daría.
¿A qué se refiere el Arzobispado?
El Arzobispado ha reconocido a Verifica RTVE por teléfono y por correo electrónico que “no se trata de células obtenidas actualmente de abortos sino de células producidas a partir de dos líneas celulares”. Pero insiste en que “siempre que sea posible se acuda a investigaciones que no planteen la utilización de esas células”. Apoya sus argumentos en los de Justo Aznar, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia.
En un documento enviado a Verifica RTVE, este científico menciona dos proyectos concretos que utilizan “células obtenidas de abortos humanos”: el de la firma CanSino Biologics, del Instituto de Biología de Pekín, y el de la Universidad de Oxford y la farmacéutica Astra Zeneca. Refiere a una noticia reciente de la revista Science sobre el rechazo que han provocado este tipo de iniciativas en ámbitos católicos.
De acuerdo al texto de Science, de los 130 proyectos actuales en busca de una vacuna que termine con el COVID-19, sólo seis utilizan una de las siguientes líneas celulares: HEK-293, procedente del riñón, con origen en un aborto de 1972, y PER. C6, desarrollada a partir de células retinales de un aborto de 1985. Los dos proyectos mencionados por Aznar están entre los que utilizan HEK-293, según la revista.
“Hay una gran distancia entre las células humanas originales y las derivadas que se utilizan actualmente“
Sola recalca que “ambas líneas proceden de abortos practicados hace décadas” y aclara que la línea HEK-293, inmortalizada, es además especial: “Incluye otras modificaciones genéticas que le permiten complementar y multiplicar a adenovirus, que son los vectores utilizados en algunas vacunas. Como consecuencia de esta deriva genética ya no tiene la dotación cromosómica (n=46) propia de las células humanas, sino que tiene unos cuantos más. Es decir, hay una gran distancia entre las células humanas originales y las derivadas que se utilizan actualmente”.
Matización
El CSIC no ha contestado a las preguntas de Verifica RTVE sobre esta cuestión pero todos los científicos consultados individualmente rechazan las palabras del cardenal. Algunos prefieren no dar su nombre y otros dudan de que sea adecuado incluso rebatir sus argumentos. “Da a entender que actualmente se utilizan fetos abortados para producción de vacunas y eso es completamente falso”, explica la científica anónima antes mencionada. “No se va a un banco de fetos a comprar embriones para hacer vacunas. La ciencia no es hablar por hablar” dice Amos José García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV). “Lo que sí hay es legislación muy estricta para el uso de células humanas derivadas de embriones”, subraya Juli Peretó, catedrático del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universitat de València. Ningún especialista preguntado observa dilemas éticos en las investigaciones actuales.
“Rezo para que se encuentre una vacuna que ayude a curar, e incluso a prevenir el COVID-19“
El Arzobispado de Valencia ha recalcado por teléfono a Verifica RTVE que Cañizares “no está en contra de las vacunas en general”. Posteriormente, ha emitido un comunicado donde el cardenal asegura: “Rezo para que se encuentre una vacuna que ayude a curar, e incluso a prevenir el COVID-19”.
No obstante, en ese comunicado el Arzobispado mantiene sus argumentos: ”Lo único que añadí es que, según las informaciones publicadas, parece que existen más de cien líneas de investigación, y que entre este centenar, existe alguna que se estaría produciendo con métodos que abrirían dilemas éticos, por tanto, si estas publicaciones son ciertas, siendo que existen más de 130 líneas de investigación, lo deseable es que se lograra esa vacuna que se produjera sin abrir dilemas éticos por su producción”.
La Academia Pontificia para la Vida declaró en 2005 , y confirmó en 2017, que los católicos podrían utilizar vacunas en cuya producción se hubieran utilizado células fetales obtenidas de abortos provocados sin problemas de conciencia, según el propio Aznar. Afirmaciones contra las vacunas Las palabras de Cañizares han tenido mucho eco por el contexto difícil que afrontan las vacunas. La OMS consideró en 2019 el rechazo o reticencia a las mismas como uno de los diez grandes problemas para la salud mundial, sobre todo porque distraen de otros asuntos más importantes. A raíz del COVID-19 han arreciado los bulos que se refieren a su uso, como uno muy reciente de impacto a raíz de unas declaraciones de Miguel Bosé.
Verifica RTVE concluye que el cardenal no es contrario a la aplicación de vacunas. Sin embargo, considera que no respetó una distinción esencial entre células y líneas celulares en su alocución, que renunció a los matices (“Así de claro”) y que recurrió a expresiones (“inhumano”, “cruel”) que inducen a pensar que se está practicando con abortos actuales, alejándose de la realidad descrita por los científicos. La posición de la Academia Pontificia para la Vida hace aún más chocantes sus palabras (relacionando estas prácticas científicas con el demonio, con el aborto y con el desprecio al hombre). Se trata de una descripción claramente engañosa.