Hace unas semanas, Angela Merkel rompió su exquisito silencio sobre la política alemana. Un hecho insólito porque la antigua canciller se había mantenido completamente al margen de los dimes y diretes del debate político en su país pero la sorpresa no lo fue tanto al saber quien era el objeto de sus palabras. Cargó contra el líder de su partido, Friedrich Merz, que, con un empeño de décadas, se convertirá en el nuevo canciller. La histórica rivalidad entre ambos es de sobra conocida en Alemania y, de hecho, fue la exdirigente quien, hace 20 años, forzó la salida de la primera línea política del ahora candidato.
Merkel no dudó en calificar de "error" que, a finales de enero, Merz permitiera por primera vez formar una mayoría en el Bundestag con los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD). La votación, impulsada por la CDU, aprobó una resolución no vinculante que buscaba cerrar las fronteras a los solicitantes de asilo; algo que para los socialdemócratas (SPD) supuso la "ruptura de un tabú" y que despertó protestas ciudadanas.
"La actual política migratoria es en parte un legado de Merkel", explica a este medio la profesora de la Universidad de Heidelberg Jale Tasun, que subraya la "compleja relación" que existe entre ambos. Cree que la "inusual" intervención de la excanciller, que se producía a apenas un mes de los comicios, fue "definitivamente" uno de los factores que provocó que dos días después fracasara un proyecto de ley impulsado por Merz —y también apoyado por la Afd— para restringir la migración, que se topó con el rechazo de 12 parlamentarios de la CDU.
Ahora, Merz se erige como vencedor de las elecciones alemanas, aunque todo indica que tendrá que buscar apoyos en otras fuerzas políticas para formar Gobierno. El líder conservador se ha propuesto devolver la prosperidad a Alemania tras dos años de recesión, de los que responsabiliza al Gobierno socialdemócrata de Olaf Scholz.
También ha elevado el tono en materia migratoria —sobre todo, a raíz de varios ataques mortales perpetrados por ciudadanos extranjeros— y quiere instaurar medidas de mano dura contra los inmigrantes irregulares, a quienes relaciona con la inseguridad. Además, su reciente acercamiento a la AfD en lo político ha sembrado dudas sobre si volverá a tenderles la mano en el futuro, aunque él ha negado rotundamente que vaya a hacerlo.
Un candidato con "aguante" a la sombra de Merkel
Llegar hasta aquí no ha sido sencillo. Pese a su rápido ascenso dentro de la formación, la larga estancia de Merkel en el poder obligó a Merz a vivir a su sombra y le llevó a tomar la decisión de retirarse de la política durante un extenso periodo de tiempo pese a haber crecido ligado a la CDU, partido en el que empezó a militar en su adolescencia.
La excanciller quería su puesto, así que le expulsó como líder parlamentario en 2002 —en 2005 se convertiría en jefa del Gobierno— y, tras unos años como diputado, en 2009 Merz acabó dejando de lado la política para dedicarse a tiempo completo a la abogacía. Solo regresó, una vez finalizada la era Merkel y, aún así, el legado y la influencia de la mujer que dirigió Alemania durante 16 años no se lo pusieron fácil.
Ahora bien, si hay una cualidad que no se le puede negar a Merz es su "aguante". "En los últimos años, ha intentado tres veces convertirse en el líder de la CDU y ahora, por fin, aspira a ser canciller. Así que al menos podemos decir que es muy persistente", expone a RTVE.es la politóloga Jasmin Riedl.
Merz anunció su regreso al ruedo político en 2018, poco después de la salida de Merkel, y ese mismo año perdió la pugna por la presidencia de la CDU contra una de las grandes aliadas de la excanciller, Annegret Kram-Karrenbauer, popularmente conocida como AKK. Cuando ella dimitió en 2020, Merz volvió a intentarlo y volvió a fracasar, esa vez contra Armin Laschet, también afín a la corriente de su gran rival.
Lo consiguió por fin en 2021, en la que fue la primera vez en la historia de la CDU en la que el partido cedió la voz a la militancia para una elección que suele corresponder al congreso federal. Las bases lo eligieron tras una aplastante derrota electoral de la formación y, después de recabar el 62% de los apoyos, un emocionado Merz prometió entonces "cambio" y "renovación". Su ascenso supuso un giro a la derecha y al conservadurismo tras la etapa centrista y moderada que lideró Angela Merkel.
"Merz siempre estuvo en el lado socialmente conservador y económicamente correcto de su partido y su regreso fue visto (con razón) como una clara ruptura con la línea más liberal del partido de los años de Merkel", expone a este medio el politólogo alemán Kai Arzheimer. Según sus adversarios, añade, su ideología debería atraer a los votantes de la AfD, aunque el apoyo a esta formación se ha duplicado en los últimos años.
Entre sus puntos débiles, el experto destaca "su falta de experiencia ejecutiva" — de convertirse en canciller, ese será su primer cargo gubernamental — así como "su retórica abrasiva y su mal genio". En 2023, por ejemplo, fue muy criticado por llamar a los hijos de inmigrantes "pequeños pashas" en una intervención en la que se refirió a los "problemas considerables" que, en su opinión, causaban estos menores en los colegios.
El piloto millonario que no conecta con la gente
Nacido y criado en Brilon, en el estado federal de Renania del Norte-Westfalia, al noroeste del país, Friedrich Merz es el mayor de cuatro hijos de una familia conservadora y acomodada. De sus padres aprendió, según afirmó él mismo, "los valores que forman a la clase media", de la que afirmó sentirse parte. Fue muy criticado por ello, ya que en Alemania es bien conocida su excelente posición económica.
Riedl le define como un hombre "inteligente" con una alta capacidad de oratoria que, sin embargo, "a veces da la sensación de estar muy lejos de la gente". Quizás por tratarse de un millonario — tal y como él mismo reveló en 2018 al afirmar que ganaba alrededor de un millón de euros al año— y ser un orgulloso piloto dueño de dos aviones en los que se ha dejado ver de vez en cuando; por ejemplo, cuando en 2022, en plena crisis energética, él y su mujer llegaron en avión privado a la boda del ex ministro de Finanzas Christian Lindner.
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Casado con la jueza Charlotte Merz, el candidato unionista es padre de tres hijos adultos y abuelo de siete nietos, y además de a la política se ha dedicado una gran parte de su vida a la abogacía. También presidió la filial alemana de la multinacional BlackRock, dedicada a la gestión de activos, trabajó para el bufete de abogados estadounidense Mayer Brown y formó parte del consejo de administración de numerosas empresas.
Por todo ello, es percibido como "un hombre de negocios" muy ligado a las élites y "poco accesible". "Vuela alrededor del mundo, se codea con empresarios, así que se le ve un poco distanciado de algunos de los ciudadanos medios en Alemania [...] y no es percibido como alguien que entienda los problemas del día a día", afirma Tasun. "No tiene ese toque que tienen otros políticos y que hace que la gente se sienta conectada", asegura.
"No es alguien que se haya ganado el corazón de la gente", añade la politóloga, que cree que, pese a ir primero en las encuestas, la campaña de Merz podría haber funcionado mejor "teniendo en cuenta lo decepcionada e insatisfecha que está la gente con los tres partidos" que formaban el Gobierno de coalición con Olaf Schoz —cuyo colapso condujo a las actuales elecciones— y el hecho de que ninguno de los demás candidatos tampoco es "especialmente carismático".
Una clara victoria, un Gobierno incierto
Las encuestas no arrojaron dudas: los pronósticos se han cumplido y la CDU de Merz ha ganado las elecciones. Y aunque la composición del próximo Ejecutivo está todavía en el aire, ya se sabe cuáles serán los grandes temas de la legislatura.
"El nuevo Gobierno tendrá que hacer frente a cómo gestionar la inmigración irregular y cómo fortalecer la economía; y los puntos de desencuentro dependerán de qué partidos entren finalmente en la coalición", afirma Brigitte Geißel, politóloga de la Universidad de Goethe.
El líder conservador ha insistido en que "no" pactará con la extrema derecha, pese a la polémica votación del mes pasado, y, en ese caso, los expertos coinciden en que tendrá que recurrir al SPD e incluso a los Verdes, dependiendo del número de fuerzas que entren en el Parlamento.
Merkel lamentó en su inesperado comunicado que su colega de partido dejara de 'sentirse vinculado' a su promesa —lanzada el pasado noviembre— de no formar mayorías con la AfD. Ahora, cuando Merz está rozando su objetivo de convertirse en canciller, habrá que ver si sus coqueteos con la extrema derecha pueden convertirse en una relación más estable o sólo eran un flirteo puntual. El nuevo escenario mostrará cómo de alejado está el incansable candidato de su histórica rival.
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