"Fue un gran error venir a Alemania", confiesa Zahra Haqparast. Tiene 27 años y era dentista en su país, Afganistán. Su primera parada en España huyendo del régimen talibán fue Madrid, pero sus dos hermanos la convencieron para irse con ellos a Berlín. Llegó a la capital germana hace dos años y ahora reitera que "fue un error". Vive angustiada la campaña electoral de estos días y le preocupa el sentido del voto de los alemanes el próximo domingo 23 de febrero para elegir a sus representantes en el Bundestag. La tercera economía del mundo atraviesa momentos críticos y afronta unos comicios anticipados por Olaf Scholz tras la disolución de la coalición de gobierno del Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Liberal, con la salida de este último en noviembre.
A Haqparast le preocupan las noticias de los últimos meses y semanas. El pasado miércoles, al menos 30 personas resultaron heridas en un atropello múltiple en la ciudad de Múnich. La policía ha arrestado al conductor, un afgano solicitante de asilo de 24 años que irrumpió con un coche en una manifestación sindical. Lo ocurrido ha vuelto a poner en el centro el debate migratorio y el auge de la extrema derecha aviva el discurso de odio. De hecho, en el primer debate electoral en la televisión alemana la inmigración ha protagonizado el intercambiado de críticas entre Scholz y Merz.
Los sondeos electorales postulan como claro favorito al democristiano, Friedrich Merz, y su formación sería la más votada, según el promedio de DatosRTVE a partir de las encuestas publicadas en Alemania. También dibujan un horizonte prometedor a Alice Weidel, líder del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Aunque en Alemania los principales partidos han marginado a la AfD, en esta ocasión el cordón sanitario se percibe más frágil que nunca. El país afronta una crisis económica, el sector automovilístico, uno de los grandes pilares de la economía germana, se está desmoronando. "La economía ya no es tan fuerte como tendía a ser y la gente se siente insegura y con la necesidad de defender lo que es suyo", explica Gemma Terés Arilla, periodista especializada en temas internacionales y migraciones, actualmente en el periódico alemán de Taz.
Zahra Haqparast ha vivido desconcertada esta campaña electoral. "Todo lo que dicen no se corresponde con la realidad", denuncia el discurso del odio y los bulos racistas que estos días se esparcen como la pólvora en las calles y en las redes. Ella vive en Frankfurt, llegó a Alemania el 11 de mayo de 2023. "Viví en una habitación con otras cuatro personas, el baño y la cocina los compartíamos 25 personas", alega. Hacerse con una casa particular es una misión imposible. "Ven nuestro nombre y no nos alquilan", añaden. Los precios son desorbitados y tampoco puede permitírselo. Ha estado buscando trabajo en restaurantes y en clínicas privadas, pero le recordaban constantemente que necesitaba el idioma: "El idioma alemán es importante, me decían".
"Todos se pueden meter con nosotros"
Zahra ha estado un año esperando para conseguir un trabajo o algún tipo de formación, mientras gestionaba la formalización de sus papeles. "Desde que llegué estoy luchando para sacar a mi marido, porque está allí pagando las consecuencias de mi activismo por los derechos de las mujeres”, cuenta. "A mí los talibanes me arrestaron en 2022 y estuve diez días en la cárcel. Me torturaron, logré salir, pero mi marido sigue allí y está en peligro y ya fue arrestado por los talibanes", añade. Tampoco ha conseguido la reagrupación familiar ni la homologación de su título universitario de dentista. "Tengo miedo a que me deporten a Afganistán", confiesa. Recuerda que son muchas las personas que huyeron desesperadamente del régimen intransigente en busca de seguridad: "Vinimos aquí en busca de salvación".
Reitera que su país no es un lugar seguro y que sigue siendo peligroso. El pasado mes de agosto, Olaf Scholz deportó a un grupo de 28 criminales afganos, tras unas semanas después del ataque con cuchillo que dejó tres muertos en la ciudad de Solingen, en el oeste del país. "Los discursos de odio de la extrema derecha en Alemania ya hace mucho tiempo, como mínimo un año, que han llegado al centro y se han normalizado", denuncia Terés Arilla.
"No encontramos ninguna correlación entre un aumento del porcentaje de extranjeros en un distrito y el índice de criminalidad local. Lo mismo es aplicable para el aumento de peticionarios de asilo", ha asegurado en un comunicado el investigador de instituto Ifo de Múnich, Jean-Victor Alipour. El estudiado publicado esta semana incide en que la migración no genera un aumento de los índices de criminalidad en Alemania. Tampoco en delitos especialmente graves como homicidios y violaciones hay una correlación estadística, según el Ifo, con el porcentaje de la población extranjera.
Desde entonces, se han ido tomando medidas drásticas para recrudecer la política migratoria y de seguridad. "No se habla de que Alemania nos necesita a las personas migrantes formadas en todos los ámbitos", asevera. Antes de atender la llamada de RTVE.es cuenta que ha recibido una carta en su buzón de la líder de AfD en el que dice que "frenará todo tipo de inmigración en este país". Siente que son vulnerables porque no pueden votar y, por lo tanto, "todos se pueden meter con nosotros". También destaca las manifestaciones masivas que se han sucedido en las grandes ciudades para protestar contra la extrema derecha.
La periodista especializada en migraciones recuerda que desde el inicio de la guerra en Ucrania, en febrero de 2022, Alemania ha recibido casi un millón de refugiados ucranianos, a los que se les recibió con las manos abiertas. "Eran blancos y con los ojos azules", apunta.
Una reacción a las políticas de Merkel
Durante décadas, la extrema derecha en Alemania ha estado marginada. Nunca ha entrado en el tablero político democrático y no contaba con una representación parlamentaria. "Era muy minoritaria, radical y este tipo de formaciones estaban prohibidas en la vía judicial", explica José Manuel Sáenz Rotko, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. La AfD surge, según explica el experto, como una reacción de una parte de la sociedad a las políticas migratorias de Angela Merkel de acoger en 2015 a más de un millón de refugiados que huían de la guerra en Siria. "La llegada de un gran número muy significativo generó una reacción de dudas sobre la posibilidad de integrar y así nace esta formación de la búsqueda de un enfoque alternativo a la gestión migratoria y fue un proyecto de contestación a una política que se había implementado", contextualiza.
Además, la formación se ha ido abanderando a otras crisis como por ejemplo la pandemia, que ha tenido un impacto a nivel económico y de cohesión social. La AfD ya irrumpió en el Bundestag hace cuatro años con 76 diputados y en el último año se ha consolidado en Estados federados importantes como Turingia o Sajonia. Hay una clave geográfica que hay que tener en cuenta: en los estados del este siempre han reprochado su necesidad de equipararse a los occidentales. Sienten que desde la caída del muro de Berlín, nunca se han igualado en términos de riqueza, de oportunidades de acceso a la educación de calidad, la sanidad o el mercado laboral.
"Se ha generado una sensación de que son los perdedores frente a ganadores y encuentran cobijo y escucha en Alternativa para Alemania, un partido muy capaz de entender bien la sensibilidad de la gente frustrada", añade el analista. En estas zonas se siente ese recelo a la acogida de la migración, mientras que las grandes ciudades son burbujas. "Berlín es una burbuja, aquí en Berlín realmente la gente es mayoritariamente progresista, de izquierdas o ecologista. El problema es que los políticos del centro han adoptado estos discursos", explica la periodista Terés Arilla.
Ambos expertos coinciden en que la sociedad alemana siempre ha sido conservadora. "No es una sociedad que se rebela si la comparamos con Francia o con España, donde la gente se moviliza de forma espontánea y de forma realmente visceral o emocional, movida por algo que realmente le sale de dentro", explica la periodista especializada en temas de migraciones. En estos momentos, este conservadurismo ha dado un giro a la derecha, y la ultraderecha se ha impuesto en el centro. Recuerda que los votantes más jóvenes, entre los 18 y los 25 años, en las últimas elecciones regionales en Turingia, Sajonia y Brandemburgo, fueron los que más votaron a la Afd y a la CDU.
La AfD se impone
"En momentos de crisis, los problemas se perciben como amenazas y, según los sondeos, la cuestión de la migración, el asilo, la seguridad es la primera preocupación, por delante de la economía. Nunca lo había sido", matiza el profesor de Relaciones Internacionales. Además, en los últimos tiempos se han sucedido ataques y atentados con armas blancas que han provocado un mayor descontento entre la población y genera inseguridad. "El tema migratorio siempre va unido a algo negativo. Los socialdemócratas se han montado en este carro de devoluciones, también de menores", añade Terés Arilla.
"A partir de ahí es muy fácil para el populismo establecer una vinculación directa entre todos los extranjeros inmigrantes y la seguridad de nuestros hijos e hijas alemanas que se mueven por nuestro propio país. No hay que ponérselo tan fácil a la extrema derecha", concluye Sáenz Rotko. Además, la AfD está muy presente en los medios de comunicación. Es algo inevitable al tener tanta fuerza según prevén los sondeos. "Durante mucho tiempo, los medios alemanes, especialmente los públicos, se resistían a entrevistar directamente, pero cuando son la segunda fuerza hay que escucharles por un tema de representación democrática", explica la periodista del Taz. Algo que hace cinco años habría sido impensable.
Si la CDU pone el foco en esta temática como una preocupación muy grande, es que entiende que a la "población le preocupa y sabe que si no se atiende esa preocupación, la extrema derecha no va a dejar de crecer", advierte Sáenz Rotko. La Cámara Baja de Berlín aprobó el pasado 29 de enero una moción no vinculante del bloque conservador para cerrar las fronteras a los solicitantes de asilo, una medida que finalmente no prosperó pero fue histórica al contar, por primera vez desde la II Guerra Mundial, con los votos de la ultraderecha. Se rompió un tabú, y ocurrió tras un atentado con cuchillo en un parque de Aschafferburg, en el Estado de Baviera, ubicado en el sur del país.
"Lo que generó un gran revuelo social es que se aceptase a la formación extremista como promotor de estas iniciativas y es una forma de otorgarle un poder abrumador", explica el profesor de la Universidad Pontificia Comillas. Aun así, el pueblo alemán es sensible a las dificultades que plantean los extremismos y todavía consciente de su propia historia.
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