Tras el colapso de la coalición tripartita liderada por el socialdemócrata Olaf Scholz en Alemania, el líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, se perfila como ganador —y próximo canciller— en unos comicios anticipados en los que Alternativa por Alemania (Afd) podría cosechar los mejores resultados de su historia. Después de una campaña marcada por la cuestión migratoria, la pregunta ahora es si el líder unionista cumplirá su promesa de no volver a colaborar con la extrema derecha y quiénes serán finalmente sus socios de Gobierno.
Pese al reciente acercamiento a la AfD, los analistas creen que lo más esperable es una coalición de la CDU con el Partido Socialdemócrata (SPD) de Scholz e incluso con Los Verdes, que se sitúan cuartos en intención de voto. También concurren el Partido Democrático Libre (FDP) —exsocio de Gobierno de Scholz— La Izquierda (Die Linke) y la izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), aunque estos corren el riesgo de no entrar en el Parlamento al situarse cerca del 5% mínimo necesario.
"Si Merz mantiene su palabra de no gobernar con la AfD, necesitará al SPD de centro-izquierda o a los Verdes, ligeramente más izquierdistas", apunta el politólogo alemán Kai Arzheimer. Cuantas más fuerzas entren en el Bundestag, más probable será que los necesite a ambos, una coalición que ya era "difícil de imaginar" incluso antes de que hace unas semanas la CDU se sirviera de los votos de la AfD para aprobar una polémica resolución migratoria en el Parlamento. Con Merz, dice el experto, la formación "se ha desplazado hacia la derecha" y su "principal argumento de venta" es revertir la mayoría de las políticas de Scholz.
Estas son las claves de las elecciones alemanas.
El fin de la "coalicón semáforo" y la previsión de los sondeos
Estas elecciones se celebran siete meses antes de lo previsto y el motivo fue la ruptura de la conocida como "coalición semáforo" —formada por el SPD, Los Verdes y el FDP—, que gobernaba desde 2021. El pasado 6 de noviembre, Scholz destituyó al titular de Finanzas, el liberal Christian Lindner y diez días después se sometió a una moción de confianza en el Bundestag que, tal y como se esperaba, perdió.
Scholz admitió ante los parlamentarios que los ciudadanos confiaban menos en su Gobierno por las "ruidosas" disputas protagonizadas por sus socios y acusó a Lindner de dinamitar la coalición. Hacía referencia a que antes de su destitución el ministro propuso adelantar las elecciones por la crisis que atravesaba el Ejecutivo, basada en desacuerdos en torno a las finanzas y a la gestión del presupuesto.
Para entonces, la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana bávara (CSU) llevaban meses liderando los sondeos electorales. Ahora los de Merz siguen en cabeza con el 29,7% de los apoyos, según el promedio de encuestas realizado por Datos RTVE y los socialdemócratas, que ganaron los comicios hace cuatro años, se sitúan en tercera posición con una intención de voto del 15,7% —por detrás de la AfD (20,7%)—. Scholz es ahora uno de los líderes más impopulares, con un índice de aprobación por debajo del 30%, según el portal de estadísticas Statista.

Los temas de campaña: la cuestión migratoria eclipsa a la economía
El gigante económico de la Unión Europea no ha conseguido remontar tras la pandemia y la crisis energética derivada del conflicto en Ucrania que sacudió al Viejo Continente. Alemania, un país poco acostumbrado a vivir en recesión, acaba de cerrar su segundo año en desaceleración económica y eso ha hecho que la recuperación de la economía —y en concreto la creciente inflación— sea una de los grandes preocupaciones de la población y uno de los principales temas de estos comicios.
La caída de las exportaciones, la subida del precio del gas o la falta de inversión pública han repercutido en el actual frenazo económico, que también se ha reflejado en el mercado laboral. Alemania registró en enero tres millones de desempleados y su tasa de paro se situó en el 6,4%, una cifra que, aunque sigue siendo reducida, supone el porcentaje más alto en casi una década.
Ahora bien, en las últimas semanas la cuestión migratoria ha irrumpido con fuerza en debates y mítines, sobre todo a raíz de una serie de ataques perpetrados por extranjeros en territorio alemán. El último fue hace una semana en Múnich, donde un solicitante de asilo afgano hirió a una treintena de personas y mató a dos (una niña de dos años y su madre de 37). Además, hace un mes, en Aschaffenburg, en el estado de Baviera, un hombre afgano de 28 años mató a otras dos personas, una de ellas un niño de dos años, e hirió a otras dos.
"Teníamos dos grandes temas — migración y economía — y la CDU se hubiera sentido más cómoda con el tema económico", expone la profesora de la Universidad de Heidelberg Jale Tasun. Sin embargo, el ataque en Aschaffenburg "fue tan impactante que cambió por completo la dinámica de la campaña". Se producía, además, solo un mes después del atropello múltiple que mató a cinco personas en un mercadillo de Navidad en Magdeburgo.
"La migración se percibe como un tema de seguridad", explica a RTVE.es la politóloga alemana Jasmin Riedl, que añade que se trata de una cuestión "discursiva" habitual entre la extrema derecha europea y que ha calado con fuerza en la sociedad alemana. "Se centra en los miedos económicos de la gente y responsabiliza a la inmigración", asegura. Esta narrativa, añade, es promovida por los seguidores de la AfD agresivamente online y offline, pero también se ve en otros partidos. "La CDU, por ejemplo, siempre ha querido tener el monopolio en seguridad interna y a los votantes del SPD, especialmente aquellos con bajo poder adquisitivo, también les gusta tener un grupo al que ver como el problema".
El canciller alemán, de hecho, defendió en el debate electoral contra Merz que al igual que la mayoría de los alemanes, está a favor de una política migratoria dura y presumió de haber rechazado el ingreso de 40.000 migrantes irregulares al país. El líder unionista, por su parte, va más allá y aboga por rechazar también a los solicitantes de asilo.
El ascenso de la AfD y la ruptura del "tabú"
De cumplirse los pronósticos, el partido liderado por Alice Weidel se convertirá en el principal partido de la oposición en el Parlamento alemán. Es algo que "ya ha ocurrido en Alemania", como recuerda la profesora de la Universidad de Goethe Brigitte Geißel, que añade que Merz "ha sido muy claro" y cree que no construirá una coalición con la AfD.
Esta vez, sin embargo, los de Weidel se sitúan con en torno al 20% en intención de voto y se encaminan a cosechar su mejor resultado en una votación federal. Lo harán meses después de arrebatarle el segundo puesto al SPD en las elecciones europeas y tras una histórica victoria en los comicios regionales de Turingia —que no le salvó de quedarse fuera del Gobierno tras un pacto inédito entre la CDU, el SPD y BSW—.
Los expertos coinciden en lo improbable de un pacto de Gobierno entre Merz y la ultraderecha, aunque es una posibilidad que cogió fuerza hace unas semanas. A finales de enero, la CDU sacó adelante una resolución no vinculante que buscaba el cierre de las fronteras a los solicitantes de asilo y lo hizo, por primera vez en la historia, gracias a los apoyos de la AfD. Es algo que Merz prometió que nunca haría, por lo que para el SPD supuso "la ruptura de un tabú" y, además, provocó protestas contra la extrema derecha en la capital.
De hecho, la decisión fue criticada por la ex canciller Angela Merkel, quien pocas veces opina sobre la vida política alemana, y solo unos días después el Bundestag rechazó un proyecto de ley también impulsado por Merz y apoyado por la AfD que perseguía endurecer la política migratoria y que contó con el voto en contra de 12 diputados de la CDU.
"Cada vez es más difícil excluirlos, ese es el problema", asegura Tasun, que menciona la preferencia de parte de la población alemana por políticas consideradas de derechas. "Supongo que esto explica por qué la CDU se arriesgó a celebrar esta votación [...] creo que fue un movimiento estratégico de Merz para atraer a votantes de la AfD", afirma la politóloga, que no cree que fuera el inicio de una colaboración permanente o una coalición.
De hecho, esa votación abrió un debate en Alemania sobre si aquello fue una cooperación, asegura Riedl. "Los que están a favor de Merz defienden que no, porque no hubo una negociación ni redactaron una propuesta común", sin embargo, añade, "lo que pasó pudo haber cambiado un poco las cosas".
Los posibles pactos
"Subimos en las encuestas. No pudo haber sido tan erróneo", se defendía Merz durante el debate electoral con Scholz. El líder de la CDU reiteró algo en lo que ya insistió tras la votación en la Cámara, que después de los comicios no colaborará con la ultraderecha bajo ningún concepto y que buscará negociar con el SPD y Los Verdes el apoyo a su dura política migratoria. No habla, ni él ni ninguna otra fuerza, de los posibles pactos para formar un futuro Gobierno que, como viene siendo habitual en Alemania, será en coalición.
En el debate a cuatro protagonizado por las cuatro grandes fuerzas políticas de Alemana (CDU, AfD, SPD y Los Verdes), Scholz y Merz se lanzaron duras críticas en materia migratoria, pero coincidieron en sus ataques a la ultraderecha. Ambas fuerzas, coincidieron en reafirmar la vigencia del cordón sanitario hacia la formación liderada por Weidel y el actual canciller afirmó que haría "todo lo que pueda para evitar" un escenario como el austriaco, donde la extrema derecha resultó vencedora en los últimos comicios.
Antes de la resolución migratoria, "todo parecía indicar que la CDU ganaría las elecciones y formaría una coalición con el SPD y tal vez con los Verdes", expone Tasun. Tras esa votación, no está tan claro que esto vaya a funcionar "porque la CDU no siguió el acuerdo alcanzado con el resto de partidos" en noviembre de no colaborar con la extrema derecha.
"Tanto a nivel personal como político, no es una buena base para gobernar juntos", reconoce Arzheimer, que añade que si la CDU vota una vez más con la AfD durante las negociaciones de coalición (por no hablar de después de que se forme una coalición), se encontraría sin socios. "Entonces, habría tres opciones: un gobierno minoritario CDU/CSU (quizás con el apoyo tácito de la AfD), una coalición formal CDU/AfD (que actualmente descartan), o nuevas elecciones", expone.
La cuestión ahora es si los socialdemócratas están dispuestos a entrar en una coalición con los unionistas, explica Riedl, que cree que los de Scholz terminarán aceptando y habla del "deber político" de evitar la entrada de la ultraderecha en el Gobierno. Lo harán, dice, "en favor de la democracia" y porque también es "una especie de juego político: si el SPD dijera que no a la coalición con la CDU, entonces la CDU todavía puede decir, bueno, no tenemos otra opción".
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