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Elecciones en Alemania 2025

Impulso a las renovables y respuesta de emergencia a la guerra: el "ambivalente" legado energético de Scholz

Manifestación contra la demolición del pueblo alemán de Lützerath para ampliar una mina de carbón en 2023
ÁLVARO CABALLERO
Tiempo de lectura 10 min.

Los alemanes acuden este domingo a las urnas con un ojo puesto en la energía. El país todavía se recupera de la traumática sacudida que supuso en términos energéticos la crisis de precios postcovid de 2021 y posteriormente la guerra de Ucrania.

La poderosa industria germana, principal motor de la economía y motivo de orgullo nacional, tuvo que cortar lazos con el gas ruso, abundante y barato hasta entonces, y Berlín se lanzó a la búsqueda a contrarreloj de nuevas fuentes energéticas para evitar los temidos apagones y cortes de suministro.

La guerra y su reacción han marcado indeleblemente la política del Gobierno tripartito de socialdemócratas, verdes y liberales encabezado por Olaf Scholz, que tuvo que cambiar le paso en materia energética a mitad de su mandato.

La expansión de las renovables, uno de los mayores logros del Gobierno

Entre las mayores virtudes que expertos y ecologistas reconocen de su Gobierno es el "gran aumento en la capacidad de las energías renovables, especialmente de la solar", según señala a RTVE.es Josephine Semb, investigadora de la Universidad Europea de Flensburgo (EUF). En una década, las energías limpias han pasado de representar del 26% del mix eléctrico en 2014 al 55% en 2024, un aumento que se ha concentrado esencialmente en los cuatro años de legislatura de Scholz.

Esto se ha logrado, esencialmente, a partir de "procedimientos de aprobación más simples", según Simon Wolf, de la organización ambiental y de derechos humanos Germanwatch. En el caso de los parques eólicos, se ha conseguido reducir un 50% los tiempos entre los que se planea su construcción y se ejecutan, apunta Semb. Además, se ha aprobado la conocida como "ley del 2%", que obliga a los estados a destinar el 2% de su suelo a la energía eólica, aunque esta analista puntualiza que esta norma no ha influido tanto en el crecimiento actual, si no que tendrá efectos sobre todo a largo plazo.

Gracias a todo ello, el actual Gobierno ha sido "más exitoso que cualquier gobierno conservador anterior" en materia de transición energética, señala esta experta, también miembro de la escuela de posgrado del Instituto Reiner Lemoine, un think tank energético alemán. Sin embargo, más que el legado de Scholz, se trata del "legado de los Verdes", subraya. El colíder de este partido y ministro de Economía, Robert Habeck, es uno de los principales impulsores de la ambiciosa agenda verde alemana y la cara visible del Gobierno en los duros meses de crisis energética tras el inicio de la guerra.

Respuesta de emergencia a la guerra: gas y ahorro para evitar apagones

Habeck fue uno de los ministros más populares del Gobierno en aquel momento, cuando movió ficha rápida y apostó, a pesar de su compromiso ecologista, por construir a toda velocidad terminales flotantes que permitieran sustituir el gas ruso por el importado, sobre todo, de Estados Unidos.

Por su dependencia de Rusia, el país no tenía hasta 2022 ni una sola planta regasificadora, una infraestructura esencial para transformar el gas natural licuado (GNL) que viene en barco e introducirlo en los conductos de gas terrestres. España, en comparación, posee seis plantas —el equivalente a un 30% de la capacidad regasificadora de Europa—, lo que le ha protegido respecto a hipotéticos cortes. Ahora, Alemania cuenta con tres terminales flotantes y planea desarrollar dos más.

Según Simon Wolf, "la combinación de compras de GNL, medidas de ahorro energético (tanto para la industria como para los hogares) y medidas para limitar el impacto del aumento de los precios de la energía" consiguió mitigar "con éxito" los efectos de la crisis energética y "fue uno de los principales logros del gobierno".

Pero a largo plazo, advierte, "existe el riesgo de que el próximo gobierno dependa demasiado del gas, aumentando su cuota en la combinación energética alemana más allá de lo necesario por razones de seguridad energética". Semb lamenta que este "fuerte empuje" hacia el gas fue una oportunidad perdida en la que el Gobierno podía haber aprovechado para apostar decididamente por las renovables.

Los altos precios del gas, a los que Alemania se ha visto especialmente expuesta por la importancia de este combustible para la industria, han influido en la recesión económica que viene sufriendo Berlín en los dos últimos años.

La tormenta perfecta: crisis del gas, el carbón y la nuclear

La crisis energética alemana fue una tormenta perfecta. A los problemas del gas se unió el desenganche al carbón, primera fuente de electricidad en el país hasta hace solo tres años, pero que llevaba décadas en declive por su elevado coste económico y ambiental y que tiene ya fecha de caducidad en el país: 2038. Por la crisis de precios general y el corte del gas, el carbón, la fuente energética más contaminante, repuntó con intensidad entre 2021 y 2023, poniendo en riesgo la senda de reducción de emisiones.

Y por si fuera poco, Alemania "tuvo la desgracia de que la crisis de precios del gas coincidiera con el apagón nuclear", según la investigadora de la Universidad Europea de Flensburgo. Berlín ya había decidido, tras el accidente de Fukushima en 2011, despedirse de todos sus reactores nucleares, en un calendario programado que precisamente situaba en 2023 el cierre de sus dos últimas centrales.

La cuestión del apagón, que ya fue polémico en su momento, "ha vuelto con bastante fuerza" en la campaña. La CDU, el partido conservador favorito en las encuestas, es partidario de hacer pruebas para valorar si se pueden reabrir las centrales. Para Semb, esto sería "demasiado caro", dado el coste de renovar licencias, invertir en seguridad, importar uranio o formar a nuevo personal cualificado, entre otros factores. También se muestran a favor de la nuclear los liberales de FDP o la extrema derecha de Alternativa Para Alemania (AfD).

Un legado "ambivalente": tareas pendientes en edificación o transporte

El balance climático del Gobierno de Scholz es "ambivalente" para Wolf, responsable del área de política alemana y europea de bajas emisiones de Germanwatch. Por un lado, coinciden en destacar la reducción de emisiones en el sector eléctrico, lo que permitirá acercarse al objetivo de 2030 de recortar un 65% las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero, por el otro, lamentan la "falta de progresos en el sector de la construcción y en el del transporte", lo que hará que más allá de 2030, esta reducción de emisiones se quede "dramáticamente" corta. Las escasas medidas planteadas para limitar el impacto del transporte, como imponer un límite a la velocidad en las autopistas —actualmente no existe ninguno en la mayoría de ellas—, se han encontrado con una furibunda reacción no solo de medios y de la oposición de derechas, sino incluso de socios de Gobierno como los liberales.

Para Semb, esto se explica en parte por la impronta cultural de los coches para los alemanes. Algunas de las principales empresas del país son productoras de vehículos, como Volkswagen, Mercedes-Benz o BMW, centrales sobre todo en la economía de las regiones del sur. "Hay muchos estudios sobre cómo el coche está conectado para la identidad alemana", destaca.

En cuanto a las emisiones de los hogares, una de las leyes más polémicas del actual Gobierno es la relativa a la renovación de las calefacciones de gas, petróleo y carbón por otras eléctricas, aprobada el año pasado frente a una gran ofensiva de muchos medios. Los hogares alemanes siguen dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles para calentarse y el país va "muy tarde" en sustituir estas fuentes contaminantes en comparación con un país vecino como Dinamarca, según Semb.

¿Qué puede cambiar con un Gobierno conservador?

Esta experta considera que esta ley podría decaer en un hipotético gobierno de la CDU en coalición con el partido socialdemócrata, SDP, el escenario de pactos más probable según las encuestas.

Más allá de esta norma, el principal punto del programa de los conservadores es "apoyarse aún más en el precio del carbono", según Germanwatch, es decir, la tasa a las emisiones. Esta medida, aunque "debe desempeñar un papel importante en los sectores del transporte y la edificación", debe formar parte de una "combinación equilibrada de políticas", señala esta organización.

"Abolir tanto la ley alemana de calefacción como las normas de la UE sobre emisiones de CO₂, como sugiere la CDU, haría más improbable la reducción de emisiones", advierten. También aumentaría los costes sociales de la transición ecológica por el aumento del precio del CO₂, que afectaría sobre todo a las clases populares, y "sería perjudicial desde el punto de vista de la política industrial, ya que reduciría la seguridad de las inversiones".

Prácticamente todos los partidos en liza en estos comicios, salvo la ultraderecha, están a favor de la transición energética, explica Semb, quien ha elaborado un comparador de programas en cuanto a políticas climáticas y energéticas. La diferencia es que la CDU apuesta por "una transición basada en el mercado y no en la regulación".

Los ambiciosos objetivos climáticos que se marcó el actual gobierno, que incluyen alcanzar la neutralidad climática en 2045, están en riesgo si ganan los conservadores, alerta esta experta. En todo caso, la política de la CDU podría cambiar sustancialmente en función de sus hipotéticos socios. A día de hoy, las encuestas muestran que ni siquiera una gran coalición entre conservadores y socialistas alcanzaría para gobernar, así que sería necesario un pacto con un tercer partido, como los verdes, aunque es un escenario políticamente menos probable por el choque ideológico entre democristianos y ecologistas.

Una ultraderecha negacionista en ascenso

Todo ello sin olvidar el que será uno de los principales protagonistas de la noche electoral, Alternativa para Alemania, que parte como segunda fuerza en las encuestas. El resto de partidos se han negado a pactar la formación ultraderechista que lidera Alice Weidel, estableciendo un cordón sanitario o "cortafuegos", como se conoce en Alemania.

AfD, partido que niega el cambio climático y rechaza cualquier medida de reducción de emisiones, ha ido marcando la agenda en los últimos años, "virando el discurso hacia la derecha", señala Semb.

Alice Weidel, la primera y contradictoria candidata a canciller de la ultraderecha (AfD)

Pero además, el hecho de que logre un segundo puesto tendrá consecuencias prácticas. "Tendría un poder real como líder de la oposición", algo que en el sistema político germano le proporciona importantes prerrogativas parlamentarias, además de un número importante de diputados que le permitiría bloquear leyes.

Especialmente, si se alía con la CDU, una posibilidad tabú hasta hace apenas unas semanas, aunque los conservadores "ya han mostrado que pueden saltarse el cortafuegos". Democristianos y ultraderechistas unieron en enero sus votos en una iniciativa para endurecer la política migratoria, un hecho inédito hasta ahora. La política alemana, también en cuestión de clima y energía, entra en una nueva era a partir de este domingo.

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