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Festival de Cannes

David Cronenberg desconcierta con un transhumanismo anacrónico y Park Chan-wook estiliza un romántico 'noir'

  • El director canadiense muestra una sociedad en busca de la epifanía transhumanista con Viggo Mortensen

  • El surcoreano retuerce el cine negro con su sofisticado estilo y hace disfrutar a Cannes

ESTEBAN RAMÓN (Cannes)
4 min.

El acceso a la sección oficial de Cannes se asemeja a un club privado en el que cineastas consagrados, y ya premiados en el certamen, tienen mesa reservada. Lo positivo es tener ‘lo nuevo de’, lo negativo es que el efecto sorpresa ni está ni se le espera. Ocurrió la jornada del lunes con el regreso de David Cronenberg (octava vez que compite por la Palma de Oro) a la ciencia ficción y el nuevo noir del surcoeano Park Chan-wook (cuarta ocasión en la Croisette).

A Crimes of the future, de David Cronenberg, se la esperaba desde hace 23 años, que fue cuando el director canadiense filmó su última película de ciencia-ficción (eXistenZ), género al que debe la mayor parte de su reputación. Ambientada en un decadente futuro no muy lejano en el que la humanidad ha dejado de sentir dolor, Viggo Mortensen interpreta a un célebre artista que sufre del un 'síndrome de evolución acelerada': su cuerpo no deja de generar nuevos órganos jamás vistos, mutaciones internas que son extraídas en operaciones grabadas como performances por sus pareja artista-cirujana (Léa Seydoux).

Sobre el papel, el advenimiento del transhumanismo conecta con Titane, la ganadora de la Palma de Oro el año pasado cuya directora, Julia Ducournau, es confesa admiradora de Cronenberg y en Cannes estos días se fotografía feliz junto a su maestro. Pero si Titane era un puñetazo de voluptuosidad visual y cargaba imágenes realmente perturbadoras, Crimes of the future tiene algo de anacronismo en su diseño que casa mal con la epifanía de una nueva evolución de la especie que ambas películas comparten.

El guion contiene ideas interesantes subrayadas o vagamente apuntadas (el triunfo de las corporaciones sobre el estado que ejemplifica la funcionaria que interpreta Kristen Stewart), pero lastrado por ser tremendamente discursiva y buena parte de sus dos horas son diálogos plagados de información. Cronenberg no deja o no quiere que sintamos fascinación por las imágenes, salvo en las en el placer sexual que proporcionan los tajos en el cuerpo que tanto recuerdan a Crash: en Crimes of the future, la cirugía es el nuevo sexo.

No se puede decir que el cineasta, de 79 años, no sea fiel a sí mismo ni que no juegue fuerte: la película se abre con el asesinato de una madre a su hijo de ocho años porque el niño ha desarrollado una mutación que le permite comer plástico. Cronenberg esperaba espectadores saliendo de la sala ante la crudeza de las cirugías y autopsias, pero lo que ha sido más confuso ha sido digerir tanto discurso.

‘Decision to leave’, el esteta Park Chan-wook y su laberíntico noir romántico

Park Chan-wook, auténtico puntal de su cinematografía junto a Bong Joon-ho, presentó Decision to leave, laberíntico noir de arquetipos hipertrillados -el inspector pelele y la femme fatale-, que recubre con su personalísimo estilo narrativo cuya norma principal es que todo puede imbricarse: desde situar a un personaje como oyente de una escena en la que no están realmente, a solapar secuencias saltando libremente en cortantes montajes paralelos.

La cámara adopta el punto de vista de un móvil, de un cadáver y hasta de un pescado dispuesto en mercado. Todo le vale a su omnipotencia estética. Si depuramos la forma y cribamos el argumento puro, Decision to leave no es una película sobre la vida sino sobre el cine: su punto de partida son los clichés del cine negro romántico. Como buen narrador puro, Park Chan-wook sabe entretener y dispone una majestuosa alfombra roja para que el espectador entre en su película.

Sentimentalismo, intriga y humor sigue siendo su tono, pero volviendo al pase VIP, la película tiene algo de déjà vu (hace ya 17 años que Old Boy obtuvo premio en Cannes) y, aunque es difícil no disfrutar con sus infinita originalidad en la puesta en escena, la sensación final -como la de cualquier detective de cine negro enamorado- es no saber si has sido víctima de una ilusión.

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