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El último suspiro de Jean-Claude Carrière tras el misterio de Goya

  • José Luis López Linares presenta en el festival el documental Goya, el ojo que escucha

  • Un recorrido de 10 días por lugares claves del pintor con el gran guionista francés, fallecido en febrero

ESTEBAN RAMÓN (Cannes)
3 min.

“He vivido por la curiosidad y la simpatía”. La sabia declaración de principios es de Jean-Claude Carrière, uno de los guionistas claves de la historia del cine. El colaborador íntimo de Luis Buñuel falleció en febrero de este año a los 89 años, pero poco antes de iniciar la pandemia emprendió un viaje que bien puede considerarse su último legado: un tránsito de 10 días por España por emplazamientos claves de la vida de Francisco de Goya.

José Luis López Linares registró ese peregrinar en un documental, participado por RTVE, que ha presentado en el Festival de Cannes, bajo el título Goya, el ojo que escucha, en la sección paralela Cannes Classics. Su cámara acompaña a Carrière –un hombre sabio, un hombre bueno- desde Aragón al Museo del Prado, mientras el francés regala sus agudas observaciones sobre el pintor españoly diversos amigos y especialistas aportan sus opiniones. “No preparamos nada. Llegábamos a los sitios y Carrière improvisaba tirando de archivo y de memoria delante de los cuadros. Por eso era tan atractivo seguirle”, describe Linares sobre el rodaje.

José Luis López-Linares presenta el documental 'Goya, el ojo que escucha' en Cannes

¿Qué une a Carrére y a Goya? El resumen corto es el misterio. Buñuel decía que era el elemento principal de la obra de arte y Linares también se suma a la idea. “Lo que me gusta es hablar del misterio, no desvelarlo, sino rodearlo y dejarnos fascinar”.

¿Y cuál es el misterio de Goya? Primero, la contradicción. “porque vivió en una época muy confusa. Sufrió muchas contradicciones, pintó cosas dispares. Fue el pintor de la aristocracia y de las pinturas negras y grabados. Fue un hombre muy curioso”. Goya consuela y asusta.

En una de las entrevistas del documental, otro aragonés universal, Carlos Saura afirma que Goya es “una persona fundamental para conocer España”. Linares añade: “Como Carriére, Goya tenía un amor por España, con sus luces y sus sombras”.

Las anécdotas de Carrière se desparraman por el documental. Como cuando una mujer de la alta sociedad estadounidense le preguntó a Luis Buñuel si era de verdad que era de Aragón y era sordo. Y Buñuel contestó: “Es verdad. Somos tres sordos de Aragón famosos: Goya, yo y Beethoven”. Y dejó a la mujer con la duda.

La erudición de Carrière ilustra la fascinación por los pies de Goya: “Siempre se reconocen los pies de los personajes femeninos. Si había que pintar las manos, subía el precio, pero los pies le agradaban y lo hacía con gusto”. Otras entrevistas, como la del cineasta y pintor Julian Schnabel, plantado en su estudio neoyorquino frente una reproducción de María Cristina de Borbón, conectan a Goya con presente: “Cuando algo es moderno es porque podemos extraer material de él y usarlo para la vida moderna”.

Carrière, que escribió las maravillosas memorias de Luis Buñuel (El último suspiro), recuerda como las últimas palabras del director fueron anunciar su propia muerte. “Me gustaría ser consciente de mi propia muerte”. Goya murió en Burdeos y, en el final del documental, Carriére permanece plantado frente a las dos majas de El Prado, incapaz de desvelar sus misterios. En ese vaso comunicante de la cultura francesa y española, Goya, Buñuel y Carrière están hermanados de algún modo.

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