El cielo sobre Gaza vuelve a escupir fuego, Israel ha roto la tregua. En las últimas horas, los bombardeos masivos israelíes han asesinado a más de 400 personas y herido a casi 600. Estos ataques ponen fin al frágil alto el fuego que entró en vigor el pasado 19 de enero. El armisticio contemplaba tres fases, pero el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no quería pasar a la segunda etapa, ya que implicaba la retirada de sus tropas del enclave palestino y el fin del conflicto. Israel ha intentado prolongar la primera fase en un intento de conseguir la liberación de más rehenes y ha ejercido más presión aún sobre Hamás con el bloqueo de la ayuda humanitaria y la interrupción del suministro eléctrico a la Franja.
Lo cierto, es que Israel ya había violado el cese de hostilidades en varias ocasiones con ataques a pequeña escala, pero en esta ocasión los bombardeos han sido a masivos y por todo el territorio. Este martes, el Ejército hebreo ha ordenado la evacuación de varias áreas de la Franja, por lo que no se descarta una nueva escalada terrestre. "Netanyahu nunca ha querido un alto el fuego y ha hecho todo lo posible por sabotearlo. No hay que olvidar que la tregua provocó la ruptura de su coalición de gobierno y que es una línea roja para varios partidos ultraortodoxos y ultranacionalistas", explica Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios árabes e islámicos de la Universidad Complutense de Madrid.
Pocas horas después de retomar la madrugada del martes los intensos bombardeos sobre toda la franja con cientos de víctimas, Netanyahu ha asegurado que "es solo el comienzo" y ha cerrado la puerta a la vía diplomática: "A partir de ahora, las negociaciones solo tendrán lugar bajo el fuego". En respuesta, el grupo islamista Hamás ha subrayado que está en "constante contacto" con los mediadores para seguir "negociando de forma flexible y positiva" poner fin a la ofensiva, algo que no está en la agenda del líder israelí.
Las formaciones políticas más extremistas consideran que la guerra debería continuar de manera indefinida hasta expulsar a los dos millones de habitantes de Gaza. De hecho, este mismo martes el ultraderechista, Itamar Ben Gvir ha anunciado su regreso al Ejecutivo que había abandonado por la entrada en vigor del alto el fuego. "Israel debe volver a luchar en Gaza: este es el paso correcto, moral, ético y más justificado para destruir a Hamás", ha aseverado el político extremista, colono y partidario de la anexión de los territorios palestinos.
Los analistas coinciden que la reanudación del conflicto bélico era algo previsible, ya que tachan de "utopía" la retirada total de las Fuerzas Armadas israelíes del territorio gazatí. El fuego devuelve al infierno a una población exhausta que ha aguantado 15 meses de guerra, un férreo bloqueo de entrada de comida, cortes de agua potable, medicinas y suministros básicos. Israel reniega de lo pactado tras largas y complejas negociaciones lideradas por Catar y Egipto. "Todos los esfuerzos se han dilapidado en tan solo unas horas, Israel ahora buscará ahora un acuerdo más beneficioso para sus intereses", argumenta Álvarez-Ossorio.
Naciones Unidas, Reino Unido, China, Rusia, los países árabes exigen que se vuelva al alto el fuego. Mientras, Estados Unidos ha confirmado que Israel consultó con la Casa Blanca antes de reanudar los ataques. "Washington de alguna manera empuja hacia el abismo o hacia el extremismo a un gobierno ya extremista, que de por sí es el de Benjamin Netanyahu. Este es el impacto mediático que buscan", señala Manuel J. Gazapo Lapayese, doctor en Relaciones Internacionales y profesor experto en terrorismo, Seguridad y Geopolítica en Oriente Medio. Aunque, Steve Witkoff, enviado especial a la región del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya entablado contactos directos con Hamás, no han conseguido la devolución de todos los 59 rehenes que quedan en el enclave, la mitad muertos. "Hamás cuenta con rehenes que son un escudo humano muy fuerte que le da capacidad para negociar. El objetivo de Israel en este momento es un bombardeo brutal, con mucha más fuerza que los últimos meses para presionar a Hamás. Cuando el grupo terrorista ya no tenga nada con lo que negociar, le aplasta completamente", añade. Además, más allá de Gaza, la decisión de reanudar los bombardeos busca desviar la atención sobre la crisis interna que vive el primer ministro israelí.
Netanyahu: acorralado por el jefe del Shin Bet
El primer ministro hebreo en los últimos días afrontaba una nueva crisis interna, tras anunciar el despido de Roner Bar, director del servicio interior de inteligencia (Shin Bet), justo cuando decide investigar al entorno de Netanyahu por su posible implicación en el escándalo del "Catargate". "En Israel se habla de que Netanyahu podría estar implicado en lo ocurrido el 7 de octubre y Bar siempre ha estado en su contra, pero tras anunciar su destitución le ha vuelto a recordar que podría haber evitado la masacre del 7 de octubre", afirma el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Spectorowsky. Bar se convirtió en el primer alto cargo israelí en asumir su responsabilidad y reconoció los errores en la actuación de la inteligencia israelí. "Netanyahu mantuvo la política del silencio contra el silencio. No quiso hacer nada para evitar lo que luego pasó", aclara Spectorowsky.
“Netanyahu mantuvo la política del silencio contra el silencio. No quiso hacer nada para evitar lo que luego pasó“
La respuesta de Israel a los ataques del grupo islamista del 7 de octubre de 2023 —en el que murieron unas 1.200 personas y unas 250 fueron tomadas como rehenes— fue analizada por la mayoría de expertos como una forma de Netanyahu de desviar la atención sobre escándalos judiciales y su impopularidad. "La supervivencia política de Netanyahu está ligada a la prolongación indefinida de la guerra", sentencia el catedrático de Estudios árabes e islámicos de la UCM. Una vez finalizada la guerra tendrá que rendir cuentas sobre los fallos de seguridad. "Prolongar la guerra es una forma de lanzar el balón adelante y evitar el debate", concluye. Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv insiste en el hartazgo de las familias de los rehenes. "Está negociando por los rehenes, pero con la vida de los rehenes. Los manda a morir", explica. Lo considera una sentencia de muerte. De hecho, han condenado la guerra y han convocado marchas en contra de la decisión de Israel. Los familiares de los secuestrados han sido un actor de gran presión interna sobre el primer ministro hebreo. "Le acusan de no haber recuperado a las, sino que ha provocado un conflicto aún más violento y de agitar la región", apunta Gazapo Lapayese. La ruptura de la tregua la considera como una medida de carácter electoralista y desesperada.
La postura de debilidad de Netanyahu le lleva a sostenerse sobre partidos que creen "que lo que hay que hacer es exterminar de la faz de la tierra a Palestina y la Franja de Gaza", agrega el experto en terrorismo. Además, recuerda que la voluntad de voto respecto a su figura política se ha ido deshaciendo a medida que avanzaba la ofensiva en Gaza. "La población no lo apoya y la gran mayoría no confía en él por todos los fallos en su respuesta con respecto al 7 de octubre", añade. Varios altos cargos militares, incluido el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, han dimitido por los errores en ese día, pero de momento no se han depurado responsabilidades políticas.
Luz verde de Trump
Por lo que estaba claro, insiste, que no se iba a materializar la segunda fase de la guerra. "Sus tropas en Gaza son el principal elemento de disuasión frente Hamás. Su presencia en la Franja controlará a Hamás para que no se pueda rearmar o atacar", señala el investigador. Sin lugar a dudas, que el inquilino de la Casa Blanca, sea Trump, significa luz verde a todas las iniciativas militares que pretendan acabar con los palestinos. "Ahora está en una posición de fuerza con el apoyo de la administración trumpista, por lo tanto, estamos lejos del final definitivo de la guerra", explica el analista experto en Geopolítica.
“estamos lejos del final definitivo de la guerra“
Netanyahu ha estado dilatando todas las negociaciones para evitar que el acuerdo de tregua se fraguase con Trump que no ha tardado en demostrar su sintonía para llevar a cabo una limpieza étnica, de la evacuación forzosa de la población y de convertir el enclave en un resort turístico o en lo que ha definido como la 'Riviera' de Oriente Medio.
Lo cierto es que el alto el fuego nació ya frágil y las políticas de Trump no despejan la incertidumbre. El beneplácito de Washington de consentir a Tel Aviv romper con el pacto de alto el fuego firmado en Doha adelanta que la guerra va a continuar en Gaza. "Lo único que podemos esperar es que sigan con esta política de destrozar los acuerdos y de saltarse todas las negociaciones y mientras tanto, alargar la guerra", alega el doctor en Relaciones Internacionales.
Mientras tanto, Israel y Estados Unidos intentarán redoblar su presión sobre Hamás. El analista israelí se pregunta si la organización islamista estará dispuesta a rendirse y aunque está en una posición complicada y debilitada ante el desgaste de los civiles, su gran baza siguen siendo los rehenes. Sigue teniendo capacidad de negociar con Israel y esta es la única esperanza para quiénes anhelan la paz.