Noticias

Israel vuelve a usar el hambre como "arma de guerra": "Si la situación continúa, el ayuno de Ramadán será las 24 horas"

  • Cortó a principios de mes la entrada de ayuda de alimentos, medicinas y combustibles como presión a Hamás

  • Las oenegés alertan de que existe el riesgo de que Gaza sufra otra crisis de hambre

EBABBA HAMEIDA
8 min.

"Seguimos mitigando con las huellas de la guerra", dice Omar, desde el norte de Gaza. La tregua no ha traído ni comida, ni agua, ni luz y el frágil cese de las hostilidades se encuentra en un callejón sin salida. Desde hace dos semanas, la población en Gaza vive en la incertidumbre. Tras terminar la primera fase del acuerdo de tregua el pasado 1 de marzo, Benjamín Netanyahu ha impedido pasar a la segunda parte del acuerdo que entró en vigor el pasado 19 de enero. "Sobrevivir es imposible si no entra la ayuda humanitaria", denuncia el joven de 27 años. El Ejército israelí no ha vuelto a bombardear la Franja, pero sí que está utilizando el bloqueo de la ayuda humanitaria para presionar a Hamás. Además, ha cortado la poca electricidad que aún vendía y que servía para el funcionamiento de la planta de tratamiento de aguas residuales, por lo que no podrá continuar con su actividad.

Este miércoles, el enviado especial de Donald Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff, ha retomado las negociaciones en Doha (Catar). Las dos partes se acusan de no querer poner fin a la guerra, Washington ha confirmado que "conversaciones y discusiones en curso" directas con Hamás, gesto que no ha gustado a Tel Aviv. Desde el comienzo de esta segunda fase de tregua tampoco se ha producido intercambio de rehenes y presos. Mientras, la población afronta su segundo Ramadán en un contexto infrahumano. "No tenemos luz desde el primer día de guerra hace más de un año, pero ahora nos quedamos sin agua potable", explica Omar las consecuencias del anuncio el pasado domingo el ministro de Energía israelí, Eli Cohen, de cortar la electricidad.

Desde Oxfam Intermón calculan que la decisión de Israel impedirá a unas 50.000 personas acceder a agua potable y limpia. La planta de electricidad abastecía a la única planta potabilizadora de agua en la Franja. "Había tres principales estaciones en Gaza, dos fueron destruidas por la guerra y solo quedaba una operativa", asegura a RTVE.es Wassem Mushtaha, responsable de la respuesta humanitaria de Oxfam Intermón en Gaza.

La organización se dedica especialmente al abastecimiento de agua y reconocen que es uno de los grandes desafíos para la población. "No hay un acceso a agua potable. La mayoría de los pozos de los se extrae agua subterránea y la redes que había sido bombardeadas", explica Mushtaha. La actual guerra ha terminado de aniquilar lo que la guerra de 2007 ya había destruido. "El agua subterránea no es apta para beber", apunta.

El responsable de agua destaca que aún quedan algunas plantas desalinizadoras privadas que funcionan con placas solares, pero son insuficientes para saciar la sed de los dos millones de habitantes de la Franja. "No existen cifras, pero calculamos que la tasa de acceso es de medio litro de agua por persona", denuncia.

Crisis de hambre si Israel continúa bloqueando la ayuda

"Existe el riesgo de que Gaza sufra otra crisis de hambre si Israel continúa bloqueando la ayuda", ha advertido Philippe Lazzarini, el jefe de la agencia de ayuda humanitaria palestina de la ONU (UNRWA) en Gaza, el pasado lunes. La situación se está deteriorando rápidamente y desde Naciones Unidas denuncian estas medidas empleadas por Israel para presionar a la organización islamista. "Cualquiera que sea la intención, es claramente una militarización de la ayuda humanitaria en Gaza", ha apuntado Lazzarini.

La población que ha vivido reiteradamente desplazamientos forzosos intenta rehacer su vida en medio de montañas de escombros y sin nada para engañar a estómagos hambrientos. La primera etapa de la tregua fue un respiro tras 15 meses de bombardeos constantes, entró comida, combustible, gas doméstico y cierta tranquilidad para la población. Esto ha llevado a las familias a reorganizar sus vidas e intentar reconstruir sus casas.

De hecho, Omar y su familia han vuelto al norte de Gaza, tras desplazarse a Ráfah, en el extremo sur del enclave palestino, de ahí volvieron a ser expulsados al centro de la franja y han estado moviéndose de un campo de refugiados a otro huyendo del fuego. Omar cuenta a RTVE.es que son muchas las panaderías que han tenido que cerrar porque no hay gas, pero tampoco harina. "Estoy toda la mañana haciendo cola para conseguir un trozo de pan", explica. Se queja de que la vida se "vuelve insostenible" y el bloqueo de las ayudas dispara los precios. "Un kilo de patata nos cuesta ocho euros", asegura.

Explica al otro lado del teléfono que ha vuelto a su casa completamente destruida. "No hay puertas, ni ventanas y las paredes están rotas. Está todo triturado", señala. El sistema de alcantarillado está completamente dañado, el de tuberías y electricidad también. Por los poros que han provocado las bombas entra la lluvia, el frío y muy poco en estos momentos del año. "Los familiares que se quedaron han sido asesinados. En mi familia hemos perdido a 30 personas", añade. Su mujer está embarazada de cuatro meses y ha depositado toda su esperanza en la posibilidad de salir de allí.

MSF: "Nuestro último camión entró el 27 de febrero"

El bloqueo de la ayuda humanitaria no es algo nuevo. Durante los 15 meses de guerra la situación ya era compleja, pero ahora la población arrastra desgastada los bloqueos constantes de ayuda humanitaria. "Tenemos poco stock, pero estamos muy escasos de recursos. Tenemos para un mes y medio y con lo que tenemos no vamos a poder dar la atención adecuada a quienes necesitan de nuestra ayuda. Esta precariedad tiene un impacto en la salud física y psíquica de la población", explica Myriam Laroussi, coordinadora de emergencias de MSF en Gaza. Lo mismo ocurre con la comida, en MSF tienen constancia que queda ayuda por repartir solo durante las próximas dos semanas. Desde, el pasado 2 de marzo, Israel mantiene el cierre de todos los pasos fronterizos. "Con el final de la fase 1 (...), el primer ministro Netanyahu ha decidido que, a partir de esta mañana, toda entrada de bienes y suministros a la Franja de Gaza cesará", tildaba un comunicado de la oficina del primer ministro israelí.

Un cierre que vuelve a impedir la entrada de suministros básicos como medicinas, pero también combustible que es el motor del funcionamiento de los hospitales y bombonas de gas butano para poder cocinar. "La falta de gas es un problema muy grande que afecta a toda la Franja. Entramos en un círculo vicioso, Israel dice que sí hay comida, pero si cortan la entrada de algo tan esencial como el gas, las consecuencias serán catastróficas", asegura Laroussi. "No queda suficiente gas para cubrir las necesidades de la población que intenta rehacer su vida en edificios cuyo estado hace que vivir dentro de ellos sea muy peligroso", añade la portavoz de MSF. Naciones Unidas, en una evaluación preliminar, ha calculado que hay más de 50 millones de toneladas de escombros generados por la violencia y que hay muchos artefactos sin explotar.

La ayuda humanitaria como "arma de guerra"

Además, la lluvia de proyectiles ha provocado que el 95,2% de las escuelas en Gaza hayan sufrido algún tipo de daño en sus instalaciones. Casi el 88% de los centros educativos en Gaza (496 de 564) necesitarán una reconstrucción completa o una rehabilitación para poder ser funcionales de nuevo. La Organización Mundial de la Salud calcula que solo el 38% de los centros sanitarios funcionan y la mitad de los hospitales que están parcialmente operativos están dañados o parcialmente destruidos. "Los hospitales han sido bombardeados y ahora estamos en una fase de rehabilitación, necesitamos que se abran los pasos fronterizos para tener combustible y que entren todos los suministros", denuncian desde Médicos Sin Fronteras. "Los explosivos son una amenaza, pero la lluvia también puede derrumbar lo que queda en pie de un edificio", explica.

Félix Arteaga, investigador del RIE: "Netanyahu no va a ganar la guerra en los términos que quería"

"Más allá de la ayuda de emergencia, es necesario un compromiso a largo plazo para reconstruir los servicios esenciales y devolver la dignidad a las comunidades afectadas. También hay una necesidad urgente de ayuda diversificada, que incluya materiales de construcción para refugios, suministros médicos y otros servicios esenciales para hacer frente a la compleja crisis humanitaria", ha precisado recientemente el Comité Internacional de la Cruz Roja. El tercer día después del bloqueo comenzaron a dispararse los precios de los alimentos, asegura Wassem Mushtaha. "Si la situación continúa, el ayuno de Ramadán será las 24 horas", señala.

 MSF pide a las autoridades israelíes que dejen de usar la ayuda humanitaria como "arma de guerra" y pongan fin "al castigo colectivo de los palestinos". Y es que en estos momentos, la población se concentra más en el norte del enclave y allí "todos los edificios están en el suelo y el Ejército israelí no ha dejado nada en pie", dice Myriam Laroussi. Aunque Israel no ha vuelto a bombardear la Franja, la población se encuentra ante grandes desafíos. "Nuestro último camión de ayuda entró el 27 febrero", explica desde MSF. La organización ha exigido en un comunicado a las autoridades israelíes que pongan fin al castigo colectivo de los palestinos y dejar de usar la ayuda humanitaria como arma de guerra. Además, recuerdan que este bloqueo "Israel está privando a la población gazatí de servicios básicos y suministros esenciales, incluido el acceso al agua".

Noticias

Televisión

Radio

Deportes

Infantil

A la Carta

Playz