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Los fallos estrepitosos del Ejército de Israel el 7 de octubre: "La División de Gaza estuvo derrotada diez horas"

  • Solo 767 soldados estaban estacionados en la frontera cuando comenzó el ataque, en el que participaron unos 5.000 milicianos

  • Gran parte del país reclama una comisión estatal de investigación que depure también responsabilidades políticas

Dimite el jefe de la inteligencia militar israelí por el ataque del 7 de octubre: "No cumplí la tarea que se esperaba de mí"
SARA GÓMEZ ARMAS
Tiempo de lectura 15 min.

Casi 17 meses después de los atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023, el Ejército de Israel ha dado a conocer las conclusiones de su pesquisa interna sobre los fallos militares que no pudieron impedir estos ataques. Sin embargo, Israel sigue a la espera de que una comisión estatal de investigación independiente, analice de manera más profunda y exhaustiva esos errores, también su dimensión política, mientras el primer ministro, Benjamín Netanyahu, defiende que eso solo puede ocurrir después del fin definitivo de la guerra y la total derrota de Hamás.

Las investigaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) sobre las batallas de ese 7 de octubre han concluido que la División de Gaza del Ejército, responsable de la seguridad en torno a la Franja y de proteger las comunidades del sur de Israel, fue "derrotada" durante casi 10 horas ese día, en el que el caos y la confusión ralentizaron catastróficamente su capacidad de respuesta.

Cuando comenzó el ataque a las 6.29 hora local, en el que participaron más de 5.000 combatientes de Hamás y otras milicias palestinas, solo 767 soldados estaban estacionados en los 59 kilómetros de frontera —la mayoría murieron—, un gran desequilibrio de fuerzas. Era festivo en Israel y las defensas estaban con la guardia baja. En paralelo a la infiltración por un centenar de puntos abiertos con explosivos en la valla de separación, electrificada y monitorizada, se lanzaron desde Gaza unos 4.700 cohetes.

Como resultado de no darse cuenta en tiempo real de que la División de Gaza había caído, el Estado Mayor no comprendió la gravedad del ataque y no logró armar una imagen precisa de la situación operativa. Este fue el gran desafío durante los esfuerzos por bloquear el ataque. En conclusión, ese día las fuerzas israelíes no protegieron a sus civiles y no estaban preparadas para un ataque sorpresa a gran escala como el que ideó durante años el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, caído en combate en Rafah, el pasado octubre.

Un ataque sin precedentes que llevó a una guerra sin precedentes

Hicieron falta dos días más de combates para limpiar todas las comunidades de Israel de efectivos de Hamás desde el inicio del ataque, que se saldó con casi 1.200 muertos en Israel —unos 800 civiles— y 251 personas secuestradas y llevadas a la Franja de Gaza. Ese mismo día, Netanyahu declaró la guerra a las milicias de la Franja de Gaza en la operación Espadas de Hierro, donde más de 48.300 palestinos han muerto —además de unos 300 soldados— a causa de los combates, que podrían retomarse pronto en el enclave después de que el alto el fuego de seis semanas que arrancó el pasado 19 de enero haya descarrilado.

La investigación muestra que la capacidad de reacción del FDI se vio sobrepasada no solo por el gran número de efectivos que Hamás fue capaz de infiltrar, sino además por el hecho de que pudieran atacar en diferentes áreas de forma simultánea. Los milicianos invadieron una decena de kibutz fronterizos con la Franja, pero también llegaron a la cercana ciudad de Sderot, donde tomaron la comisaría de policía; y alcanzaron la localidad de Ofakim, a 30 kilómetros del enclave.

Se vieron sorprendidos por la rápidez y la crueldad con la que llevaron a cabo toda la operación, bautizada Tormenta de Al Aqsa por los islamistas. Al fracaso también contribuyó el hecho de que el ataque se llevara a cabo sin ningún tipo de advertencia previa de la inteligencia, ni de la división especializada del Ejército ni del Shin Bet, la agencia de seguridad interior. El comandante de la brigada Sur de la división de Gaza, el coronel Asaf Hamami, murió poco después de las 7:00 horas, al igual que muchos comandantes de compañía y pelotón esa mañana.

"He visto a personas reconocer con voz temblorosa, durante las investigaciones, que hemos fracasado. No es fácil para un comandante pronunciar esas palabras y lo digo ahora yo también. Para aprender de los errores hay que explicar, asumir responsabilidades y reconocer dificultades", afirmó el hasta ahora jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, la semana pasada, cuando se dedicó a ir personalmente a todos los kibutz masacrados por Hamás para presentar a sus residentes los errores que las fuerzas de seguridad cometieron ese fatídico 7 de octubre de 2023.

Dimisiones militares, pero no políticas

Halevi, quien ha asumido toda la responsabilidad de estos fallos, presentó en enero su dimisión: "Mi responsabilidad por este terrible fracaso me acompaña cada día, cada hora, y así será durante el resto de mi vida", admitió entonces. Su renuncia se ha hecho efectiva ese miércoles, en la ceremonia oficial de traspaso a su sustituto Eyal Zamir, designado como nueva cabeza de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). "La organización terrorista asesina Hamás ha sufrido un duro golpe, pero aún no ha sido derrotada. La misión no ha sido completada", ha asegurado Zamir en esa ceremonia. En su despedida, Halevi ha tendido la mano a su sustituto y ha instado a las filas a no olviar las "lecciones aprendidas" para que el 7 de octubre "no vuelva a ocurrir".

Halevi es el más alto cargo que ha dimitido por el 7 de octubre, que hasta ahora solo se ha cobrado figuras militares, pero no políticas. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, no solo no ha asumido ninguna responsabilidad, sino que su coalición gobernante ha bloqueado cualquier intento de impulsar una comisión estatal de investigación y han tumbado varias iniciativas en ese sentido en la Knéset (Parlamento israelí).

Israel elige nuevo jefe del Ejército AFP/Menahem KAHANA

Tampoco lo ha hecho este miércoles. En la ceremonia militar de nombramiento de Zamir se ha limitado a informar sobre medidas para aumentar las capacidades de Israel de producir armas para afrontar los conflictos en los que está inmerso. "Esto reducirá la presión de la dependencia de factores externos y abordará simultáneamente las necesidades de las operaciones actuales y futuras", ha afirmado Netanyahu, quien también se ha mostrado seguro de que Israel logrará "el éxito y la victoria" en los siete frentes que tiene abiertos (Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria, Yemen, Irak e Irán).

Antes que Halevi dimitieron otros cargos militares: el primero fue, en abril de 2024, Aharon Haliva, que era el jefe de la inteligencia militar; en junio lo hizo el comandante de la división de Gaza, el general de brigada Avi Rosenfeld; el jefe para el distrito sur del Shin Bet (agencia de seguridad interior), cuya identidad no se reveló, renunció en julio; y el comandante Yossi Sariel, a cargo de la unidad 8200 de la inteligencia del Ejército israelí, presentó su dimisión el pasado septiembre. El mes pasado, después de Halevi, lo hizo el general de división Yaron Finkelman, jefe del Comando Sur del FDI, en el que se integra la división de Gaza.

Los residentes de los kibutz tuvieron que defenderse solos

Una de las conclusiones más dolorosas del informe del Ejército es que los kibutz del sur —las pequeñas comunidades agrarias pegadas a la Franja de Gaza— tuvieron que defenderse solos, totalmente desprotegidos. Por ejemplo, en el kibutz Nir Oz las soldados israelíes tardaron once horas en llegar, cuando 150 hombres de Hamás ya habían asesinado a un centenar de residentes y secuestrado a unos 80, incluida la familia Bibas. En total, el Ejército ha contabilizado 41 batallas ese día.

En otro de los kibutz más castigados por Hamás, en el de Kfar Aza, se desencadenó una de las batallas más largas del peor episodio de la historia de Israel. Allí entraron unos 250 hombres de Hamás y, mientras las tropas demoraron varias horas en llegar, tuvieron que ser sus residentes quienes a duras penas defendieron la comunidad. Hamás mató y secuestró hasta bien entrada la tarde, cuando hasta 24 unidades del Ejército llegaron a combatir, pero sumidas en la descoordinación. En total, 62 residentes y 18 miembros del personal de seguridad del kibutz murieron en Kfar Aza, mientras que otros 19 civiles fueron tomados rehenes por Hamás.

La investigación reconoce que las FDI fracasaron en su misión de proteger a los civiles de Israel porque "no estaban preparadas para un ataque a gran escala", y que la valentía de muchos civiles contribuyó a evitar una catástrofe mayor. "Muchos israelíes, incluidos valientes civiles, además miembros de las fuerzas de seguridad, tropas y oficiales, trabajaron con fiereza y heroísmo y libraron duras batallas. Pero recuperar el control llevó mucho tiempo, en el que muchas personas fueron asesinadas y secuestradas", admiten en el informe.

El pasado verano, el Ejército ya adelantó una parte de su investigación, la que se refiere a los errores cometidos al proteger el kibutz Beeri, donde un centenar de israelíes fueron asesinados por Hamás. Allí el Ejército reconoció que el comandante de la 99º División dio la orden de disparar con un tanque contra una vivienda donde estaban atrincherdos varios miembros de Hamás. Pero también retenían con ellos a 14 rehenes, de los que 13 murieron por el impacto de los dos misiles lanzandos desde el tanque.

Casa quemada en el kibutz Nir Oz EFE/EPA/ABIR SULTAN

La mayoría de las atrocidades de Hamás se llevaron a cabo en las primeras seis horas del ataque. Durante ese tiempo, Hamás tenía control operativo en muchas comunidades fronterizas israelíes, puestos de las FDI y rutas principales en la zona occidental del Néguev. Sólo ya en horas de la tarde, después de que el Ejército inundara la frontera de tropas y designara a oficiales superiores al frente de zonas de combate, comenzó a recuperar ciertas áreas.

Bajo la premisa inicial de que no había una amenaza inminente, el despliegue militar en la frontera al amanecer se realizó de acuerdo con el protocolo. No hubo refuerzos pese a algunos indicios de inteligencia recibidos durante la noche, pero sí se enviaron drones para misiones de vigilancia. Soldados de observación del puesto de Nahal Oz, a tan solo 850 metros de la frontera, avisaron de movimientos extraños esa noche en la Franja.

Precisamente en la base de Nahal Oz se libró una dura batalla en la que las tropas sufrieron una "derrota colosal", incluso en un lugar donde había 162 soldados —la mayoría mujeres jóvenes cumpliendo el servicio militar obligatorio como soldados de observación—, 90 de ellos armados, pero solo 81 eran especializados en combate. En total, 53 soldados murieron en la base, incluidas 16 observadoras, y diez fueron secuestrados.

Detalles del ataque

A las 6:29 hora local, Hamás lanzó el ataque múltiple, desde tierra, mar y aire, junto al disparo masivo de cohetes. Con explosivos rompió la valla fronteriza de Israel en 114 lugares, incluidas 37 puertas que abrió a la fuerza, y neutralizó todas las torres de centinela de las FDI en la frontera, menos una. A las 6:37 horas, la División de Gaza declaró Parash Peleshet, una palabra clave en hebreo que se refiere al escenario de infiltración más extremo que involucra a decenas de combatientes irrumpiendo en Israel, como máximo en ocho lugares. Esta declaración implica automáticamente el envío de refuerzos, algo que tardó varias horas.

El ataque terrestre de Hamás se llevó a cabo en tres oleadas. La primera, entre las 6:29 y las 7:00, involucró a 1.175 miembros de la fuerza de élite Nukhba de Hamás, mientras se dispararon unos 1.406 cohetes dirigidos a bases y localidades israelíes en la fontera. Atacaron todos los puestos militares fronterizos y luego trataron de llegar a puntos críticos en el sur de Israel, como la base militar de Re’im, el cuartel general de la División de Gaza, una base de inteligencia sensible, o la estación de policía de Sderot.

La segunda oleada, entre las 7.00 y las 9:00 horas, implicó a unos 600 agentes Nukhba, que se infiltraron en las comunidades civiles de la frontera donde se produjeron las peores masacres. Tenían planeado llegar hasta las bases de la Fuerza Aérea israelí, pero no lo lograron. La tercera ola, entre las 9.00 y las 16:00 incluyó a unos 435 milicianos para dar apoyo. Además de las fuerzas Nukhba, en la segunda y tercera oleada entraron otros 1.325 miembros de Hamás y 580 de la Yihad Islámica, así como integrantes de otros grupos y palestinos no afiliados que se unieron al ataque. Junto con la invasión terrestre, ocho miembros de Hamás invadieron Israel utilizando parapentes y otros 38 intentaron infiltrarse en Israel por el mar utilizando siete lanchas rápidas, al menos 16 de ellos con éxito.

En total, entre 5.000 y 5.600 milicianos invadieron Israel, según la investigación. Las tropa israelíes recuperaron el control de la frontera durante la noche del 7 de octubre y fue entonces cuando comenzaron a evacuar a civiles de las comunidades afectadas. En total, el Ejército estima que mató a más de 1.600 miembros de Hamás y capturó a 149.

Ante el caos desatado, mientras la dirección de las FDI trataba de organizarse para mandar refuerzos, muchos comandantes y tropas partieron de forma independiente hacia el sur de Israel incluso antes de recibir una orden oficial, y lucharon en estructuras no orgánicas. Además, las tropas enviadas al sur de Israel tuvieron dificultades para llegar a las comunidades y puestos de las FDI que estaban siendo atacados, ya que fueron emboscados por milicianos en las carreteras. Casi todas las fuerzas camino a la frontera tuvieron que pasar por Sderot y quedaron allí atrapadas combatiendo, mientras Hamás seguía masacrando civiles en los kibutz y en el festival de música Nova en Re'im. Entre las 7 y las 8 horas, hubo 34 áreas bajo ataque, pero solo en 11 había presencia de tropas. Para las 16:00 horas, el FDI llegó a todas las zonas atacadas.

La investigación del Shin Bet

El servicio de seguridad interior, Shin Bet, también ha publicado este martes las conclusiones de su investigación sobre los fallos de inteligencia previos al ataque. El jefe de esta agencia de inteligencia, Ronen Bar, reconoce que si el servicio hubiera actuado de otra manera "se habría evitado la masacre". Bar ya fue, en octubre de 2023 pocos días depués del atentado, el primer oficial israelí en pedir disculpas y asumir su responsabilidad por lo ocurrido, pero de momento sigue en el cargo.

Aunque la investigación ha encontrado "graves fallos internos", la mayoría de ellos apuntaron a elementos externos, como a una división poco clara de responsabilidades entre el Shin Bet y la rama de inteligencia del FDI, que llevaba a cabo una política "excesivamente defensiva respecto a Gaza". La investigación del Shin Bet, gran parte de ella clasificada a diferencia de la del Ejército, ha sido llevada a cabo internamente por cada unidad, pero apoyados en un equipo externo de exempleados de alto rango del servicio, que aportaron recomendaciones.

La investigación arroja que el Shin Bet no dio una alerta sobre el ataque a gran escala de Hamás y que las señales de advertencia recibidas por la agencia la noche del 6 de octubre no llevaron a que se tomaran medidas importantes. Esa noche detectaron la activación de 45 tarjetas SIM israelíes por parte de agentes de Hamás en Gaza. Si bien un pequeño equipo de oficiales de élite del Shin Bet y la policía que fueron desplegados en la frontera de Gaza antes del ataque, no pudieron evitarlo. "Durante la noche entre el 6 de octubre, hubo lagunas en el manejo de la información y la integración de la inteligencia, así como operaciones que no siguieron el protocolo habitual y una falta de fusión con la inteligencia de las FDI", admite el Shin Bet.

La investigación concluye que el Shin Bet no subestimó a Hamás —como se ha afirmado desde el 7 de octubre—, sino más bien lo contrario, que la agencia tenía “un profundo conocimiento de la amenaza y tenía planes de acción para frustrar la amenaza, incluido la eliminación de líderes de Hamás". Pero señalan que no estaba claro en la cadena de mando qué entidad, el Shin Bet o el Ejército, debían emitir una advertencia de guerra ante las evidencias de que Hamás "ya no era un grupo terrorista, sino una fuerza militar completa".

El Shin Bet había obtenido años atrás unos documentos conocidos como Los Muros de Jericó, donde se detallaban los planes de ataque que Hamás llevó a cabo el 7 de octubre, pero no se tomaron lo suficientemente en serio y no se contempló como un escenario para el que estar preparados. La evaluación fue que Hamás estaba tratando de incendiar la violencia en Cisjordania, pero no estaba interesado en hacerlo en la Franja de Gaza. El Shin Bet tenía una “comprensión incorrecta” de la fuerza de la barrera fronteriza israelí con Gaza y la capacidad de las FDI para responder y reconoce que una operación fallida de inteligencia del Ejército en Jan Yunis (sur de la Franja) en 2018, dificultó el reclutamiento de fuentes humanas de inteligencia en Gaza.

"La agencia no impidió la masacre del 7 de octubre y, como jefe de la organización, llevaré esta pesada carga sobre mis hombros por el resto de mi vida. Si el Shin Bet hubiera actuado de otra manera en los años previos al ataque y esa noche, la matanza no se habría producido”, ha admitido Bar al presentar la parte desclasificada de su investigación, que como la del Ejército, llega demasiado tarde para muchos israelíes.