España dispone de una infraestructura gasística suficiente para hacer frente sin sobresaltos a dificultades como el cierre de uno de los dos gasoductos procedentes de Argelia, gracias a un suministro muy diversificado entre diversos países productores y a que cuenta con la mayor capacidad de regasificación de gas licuado de todos los países europeos. La contrapartida es que el coste de importar el gas mediante barcos es más elevado y los precios, en un momento de máximos históricos en el mercado mundial, serán inevitablemente más altos en los próximos meses.
Este es el escenario que dibujan los datos y los expertos consultados por DatosRTVE ante los temores de desabastecimiento suscitados por el cese del suministro a través del gasoducto Magreb-Europa. Las tensiones con Marruecos, por donde pasa el tubo gasista, han llevado al Gobierno de Argel a no renovar el contrato, aunque el gas argelino seguirá llegando por el gasoducto Medgaz, que conecta el yacimiento de Hassi R'mel directamente con Almería.
"La probabilidad de que España sufra escasez de gas es muy reducida, hay mucha capacidad para importar gas licuado y eso asegura mucho el suministro; otra cosa es que lo paguemos más caro", resume Gonzalo Escribano, profesor de Política Económica de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y director del Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano.
Es el mismo diagnóstico que hace José María Yusta, especialista en mercados energéticos de la Universidad de Zaragoza, quien califica de "muy improbable" que haya problemas de suministro. Y, aunque reconoce que "ningún país está protegido al cien por cien de alguna indisponibilidad", considera que se ha creado una "alarma injustificada" que se irá apagando cuando se compruebe que no hay problemas en el abastecimiento.
Un suministro procedente de una quincena de proveedores
El gas es una fuente de energía de respaldo, necesaria para cuando el resto no son capaces de sostener toda la demanda, y esa alarma se disparó especialmente cuando el Gobierno de Austria instó a sus ciudadanos a que se prepararan para un gran apagón eléctrico. Una circunstancia improbable en ese mismo país, que no tiene acceso al mar y depende de los gasoductos para importar gas, pero aún más remota en España, que dispone de la mayor infraestructura de Europa para importar gas licuado mediante barcos metaneros.
En total, hay disponibles seis plantas de regasificación con una capacidad máxima de vaporización de más de 44 toneladas métricas al año, cuatro veces más que Italia y casi el doble que Francia. Por si fuera poco, hay una séptima planta de regasificación ya construida en 2012 en el puerto de El Musel, en Gijón, y que se espera que entre en funcionamiento en los próximos meses después de que este mismo año recibiera el visto bueno ambiental del Ministerio de Transición Ecológica.
Esas plantas de regasificación son la vía para comprar gas licuado en buques metaneros de cualquier zona productora del mundo y la garantía de un suministro diversificado que no dependa de un único país. Aunque Argelia es el principal proveedor, con un 29 % del total de las importaciones españolas en 2020, España adquirió gas de una quincena de países el año pasado, entre ellos Estados Unidos, Rusia, Qatar y Trinidad y Tobago.
Yusta recuerda, además, que las plantas de regasificación han estado relativamente ociosas: "Con la crisis de 2008, la demanda no creció tanto como estaba previsto y son infraestructuras con poco factor de uso, casi siempre por debajo del 50 %". Por lo tanto, hay margen para recibir y transformar mucho más gas licuado. Enagás, el operador técnico del sistema gasista en España, ha anunciado que en noviembre se ha contratado el 95 % de la capacidad ofertada en las plantas de regasificación, el máximo legal posible, frente al 57 % de noviembre de 2020, y para diciembre ya está reservado el 77,41 %.
El gas licuado, más caro
Recurrir al gas licuado no es más que profundizar en la tendencia de los últimos años: en 2019 y 2020, España importó más a través de barcos que por gasoducto, dado que el precio del gas en estado líquido se abarató considerablemente. Sin embargo, la recuperación de la economía mundial tras la pandemia de COVID-19 y el incremento de la demanda, especialmente desde Asia, han llevado ahora a los precios a máximos históricos.
Así, desplazar la parte del suministro que no llegue de Argelia por el gasoducto Magreb-Europa a importaciones de gas licuado saldrá más caro. Especialmente porque la materia prima ha subido de precio, pero también porque los costes operativos y logísticos son más elevados.
"A través del gasoducto, es como abrir un grifo, el gas tarda tres o cuatro días en llegar a España", explica Gonzalo Escribano. "Pero mandar el gas en barcos exige llevarlo a una planta para licuefactarlo, cargarlo en un metanero, reservar un slot de descarga en el puerto, volver a vaporizarlo... Es muy caro y alguien lo paga, además de que se presta a una mayor vulnerabilidad", dado que se compite por el recurso en un mercado mundial.
Por el momento, Argelia se ha comprometido a trasladar parte del gas natural que enviaba a España por el gasoducto Magreb-Europa a través del Medgaz, aunque este no es capaz de bombear todo lo contratado: su capacidad actual es de 8.000 millones de metros cúbicos al año -aunque está previsto que a finales de año alcance los 10.700 millones con un nuevo turbocompresor-, cuando lo comprometido son 11.000 millones. Argel ha insistido en que el suministro está "enteramente garantizado" y lo que no pueda ser bombeado, deberá llegar en buques metaneros.
Reservas para más de un mes
Es incierto cómo se va a reflejar todo ello en el precio del gas, que en el mercado mayorista ibérico (MIBGAS). Y ese incremento se ha trasladado al mercado eléctrico, que se mantiene en máximos históricos desde hace semanas.
Los expertos consultados, pese a todo, apuntan a que el impacto del cierre del gasoducto Magreb-Europa será reducido: "El incremento no debería ser muy grande si se recurre a los contratos firmados a largo plazo, aunque cubrir necesidades puntuales en el mercado spot puede ser más caro, porque está sujeto a mayor volatilidad", indica Yusta. "Si hay que recurrir al mercado de gas licuado, es más oneroso que los contratos a largo plazo", coincide Gonzalo Escribano, quien, pese a todo, destaca la fortaleza y flexibilidad del sistema gasista español ante posibles tensiones.
En este sentido, Enagás ya ha indicado que España cuenta con gas almacenado para cubrir 40 días de consumo: "El sistema gasista español empieza el mes de noviembre con un 65 % más de gas natural licuado en las plantas de regasificación: 18,8 TWh frente a los 11,4 TWh de octubre de 2020. En cuanto a los almacenamientos subterráneos, están ya al 82 % de su capacidad, con 28,3 TWh de gas natural almacenado".
Y los datos de consumo de los últimos cinco años revelan que solo en determinados meses de invierno, habitualmente en enero, el consumo de gas supera las reservas existentes, por lo que sería necesaria una interrupción muy prolongada del suministro para que surgieran problemas de abastecimiento.