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Ucrania, en guerra (III)

La salud mental entre los escombros de la guerra en Ucrania: "Aprender a comprender el miedo es fundamental"

EBBABA HAMEIDA (Enviada especial a Ivano-Frankivsk)
7 min.

"Soy psicóloga y quiero trabajar". Es lo primero que dijo Inés Pustovalova al registrarse como desplazada interna en un centro de ayudas de Ivano-Franksvik, la localidad del oeste de Ucrania cuyo aeropuerto militar fue atacado el viernes por las tropas rusas. Llegó tras un largo viaje de huida del asedio de Kiev, un trayecto de más de 600 kilómetros de carretera en largas caravanas de vehículos para esquivar los bombardeos rusos.

Todavía no ha sido capaz de explicarse todo lo que está viviendo en estos 17 días de invasión, porque la guerra supone la devastación del orden de la vida en todos los sentidos y a nivel mental es difícil gestionar el caos que emerge del desastre.

Pustovalova tiene 43 años, nació y creció en la capital, una ciudad que define como "una de las más bonitas del continente Lo dice esbozando una sonrisa, mientras sus ojos se llenan de lágrimas que se convierten en el único brillo de un rostro exhausto. Era psicóloga, tenía su propia consulta y organizaba talleres de salud mental para adolescentes y jóvenes. "Llevaba 15 años trabajando, tenía mi casa y mi familia, amaba mucho Kiev y era feliz", cuenta a RTVE.es en su nueva oficina donde ejerce de voluntaria.

Se trata de un espacio que está a dos calles de uno de los centros de acogida al que llegan las personas desplazadas para pedir ayuda. Las escaleras empinadas invitan a dejar en el exterior una realidad no deseada y los pasillos oscuros a adentrarse en otra realidad. Antes de entrar en la salita, hay dos grandes espejos sucios que muestran lo que no se quiere ver.

Alexandra, recién llegada de Ucrania, se abraza con su hermana Anna en la estación de tren de Przemysl, Polonia. BRUNO THEVENIN

La salud mental, abocada a un segundo plano en guerra

La salud mental, explica, pasa a un segundo plano en guerra. La mente es la que más sufre, pero hay necesidades básicas que resolver antes, como encontrar un lugar donde dormir, la alimentación, el abrigo y la higiene personal.

Las personas que se desplazan dentro del país pueden sufrir un miedo crónico porque ahora mismo "no hay un lugar seguro En estas situaciones, afecciones como el estrés postraumático, la ansiedad y la depresión pueden convertirse en trastornos emocionales y conductuales que pueden llevar incluso al suicidio.

Inés Postogalona de 43 años, una psicóloga que huyó de Kiev a Ivano-Frankivsk. BRUNO THEVENIN

En un país en guerra, toda terapia es temporal. Durante la entrevista nos pregunta por España y con las manos en gesto de baile nos improvisa un canto flamenco, un punto de inflexión en la conversación para incidir en su propia historia, para situar la dimensión del problema en el que se encuentran. Ella ha dejado en Kiev a su hijo de 22 años que estudiaba Microbiología y que ahora, junto con su padre, se ha sumado a las unidades de defensa territorial de la capital.

En su caso, Pustovalova tomó la decisión de coger el coche y marcharse con su hija tras 11 días de cerco a la ciudad. "Solo cogimos nuestros papeles y al perro y el gato. Fui a buscar a mi hermana y a mi sobrina y nos vinimos juntas aquí", recuerda afligida.

Muchas madres no saben cómo explicar a sus hijos lo que está pasando

"Tenemos miedo, por eso es tan necesario que ofrezcamos comida, ropa y artículos de higiene, pero también psicología", insiste. Se levanta y nos enseña cómo tienen preparados juguetes para los niños que vienen con sus madres. "Muchas mujeres necesitan ayuda", dice, porque muchas llegan solas y no saben cómo afrontar esta nueva situación. Lo que hay que hacer es intentar que se sientan en un lugar seguro. "Tenemos que ayudarles a verbalizar el miedo y a asimilarlo", asegura Pustovalova.

Ella ha conseguido volver a ejercer su profesión. "Prefiero trabajar y ayudar a la gente", señala. Por ello quiso unirse a este grupo de un centenar de profesionales que, desde el estallido del conflicto, se están organizando para ofrecer terapia de forma gratuita. Se reparten entre centros culturales y estaciones de trenes. "Ahora mismo me estoy centrando en las madres que llegan con sus hijos pequeños. Muchas no saben cómo explicarles lo que está pasando", explica.

El miedo se apodera de los niños

El coste psicológico que el bombardeo y las sirenas han tenido en innumerables familias que huyen de Ucrania es evidente. De hecho, las madres explicaron a sus hijos que se iban de vacaciones unos días, pero los constantes bombardeos complican mantener esta explicación.

Natalia Chaplinska es coordinadora del centro de apoyo psicológico que distribuye la demanda de ayuda a través de las redes sociales. "Hablamos con quienes llegan con estos miedos, les apoyamos y ayudamos, no a quitarse el temor, sino a comprenderlo y aceptarlo. Superar esta situación resulta casi imposible. Por eso, aprender a comprenderlo es fundamental", asegura Chaplinska. La separación de las familias es una de las preocupaciones que más se repite.

La incertidumbre es otro factor con el que tienen que trabajar, nos explican las especialistas, ya que no están en un lugar seguro. De hecho, han huido de bombardeos para llegar a una ciudad como Ivano-Franksvik, que ya ha sido testigo de las bombas dos veces. Estar en un país en conflicto les impide marcar los siguientes pasos. Lo más lógico en estas situaciones es resolverlo todo "paso a paso". Y es que todos los planes son a corto plazo.

Una niña dibuja corazones en las ventanas del tren en la estación de Lviv en Ucrania que les llevará a Polonia. BRUNO THEVENIN

En Ucrania, muchos recuerdan que el conflicto comenzó en 2014. De hecho, Natalia creó este grupo de afectados por la guerra durante el conflicto en el Donbás y con la invasión de Ucrania ha vuelto a activar el grupo.

"No damos abasto, pero somos muchos profesionales los que queremos ayudar", asegura. Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), los proyectiles, las minas terrestres y la metralla en estos casi ocho años han generado un miedo que se ha apoderado de las vidas de los niños en el este de Ucrania. Y ahora, "con la escalada del conflicto, los niños vuelven a vivir un momento aterrador y están más asustados que nunca", denuncian. De hecho, el impacto en la salud mental en los más pequeños es devastador.

Las terapias de grupo pueden ayudar mucho

Inés se siente aliviada con poder ayudar. Considera que la psicología puede ser clave para ayudar a muchas personas. A medida que avanzan los días, la demanda aumenta y los más pequeños vienen más traumatizados.

Para ella es fácil empatizar desde un punto de vista profesional. "He vivido lo mismo que ellos y entiendo sus traumas y su dolor", añade. "Espero que al haber vivido lo mismo pueda ser más efectiva y ayudarles mejor. Pero, sobre todo, entendemos que las terapias, especialmente las de grupo, pueden ayudar mucho", concluye.

Terapias para quienes se preparan para la guerra

Estos centros de ayuda psicológica también trabajan con soldados de la defensa territorial. "Damos apoyo a los civiles que se están preparando para combatir en la guerra", explican. La mayoría son hombres, sin formación militar y que de un día a otro se han visto obligados a portar un arma sin saber lo que es combatir en una guerra.

Una joven se alegra al ver a su amigo en la estación de tren de Przemysl, Polonia. BRUNO THEVENIN

Impacta ver en los entrenamientos a muchos jóvenes que hasta hace unos días estudiaban o tenían su trabajo y que ahora están aprendiendo a empuñar a armas y mentalizándose para matar o morir. También ayudan a familiares de las personas fallecidas a superar su duelo y a interiorizar una máxima que se repite en todas las guerras: "La muerte es un miedo presente e inmediato".

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