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La historia de Bogdan, el exportador de frutas que da un hogar a seis familias ucranianas

 Entrevista   Las mañanas de RNE  
ISABEL JIMÉNEZ (Enviada especial de RNE a la frontera polaca)
4 min.

Bogdan tiene una casa, para él y su familia. Sin embargo, la guerra todo lo cambia y ahora, la casa de Bogdan es el hogar de ocho adultos y tres niños. Seis familias que llaman hogar a este techo en las afueras de Lublin. Es la casa de Irena y de su hijo, que buscó la frontera húngara; de Olga y de Flor; de Sacha y de Anna, de Luiza y Andrej, que se vieron sorprendidos por la guerra de vacaciones en Andorra; de Natalia y de Victoria, que esta semana llegarán a la Costa del Sol; de Anastacia, que escapó sola y ahora usa las redes sociales para coordinar la cooperación.

Bodgan, un exportador de frutas que ha decidido acoger a cinco familias Isabel Jiménez/ Fernando Torrico

De una forma o de otra, todos tenían alguna relación con Bogdan, que ha pasado de importador de frutas y verduras a cooperante y donante de asilo. Son unas camas prestadas, un techo, de momento indefinido, o muy provisional. Depende de las circunstancias de cada uno.

Victoria, en casa de Bodgan, hablando con RNE Isabel Jiménez / Fernando Torrico

Victoria cuenta que siempre quiso vivir en España o en otro país cálido, pero -desde luego- esto está muy lejos de sus sueños. "Si hubiera querido mudarme a España, hubiera empaquetado todas mis cosas. Y lo que pasó fue que cogimos un par de zapatos, un par de prendas y salimos corriendo".

Natalia: "Tiene 19 años, es mi amigo y le han dado un arma, nunca había sido un soldado, nunca había sujetado un arma antes de ahora"

Muchos de sus amigos permanecen en Ucrania. Están justo en edad militar y Natalia explica que a los varones los han llamado a filas y les han dado un arma para que protejan las calles y a los ucranianos. "Tiene 19 años, es mi amigo y le han dado un arma, nunca había sido un soldado, nunca había sujetado un arma antes de ahora".

Más permanente parece el techo para Luiza y Andrej, que estaban unos días de descanso en Andorra. El 24 de madrugada los despertó una llamada de Ucrania que puso punto y final a sus vacaciones. Tienen noticias de sus amigos y vecinos, de Kiev, que les hablan de jornadas enteras escondidos en sótanos, de límites en los horarios de compra , toques de queda y desabastecimiento en tiendas y farmacias. A él lo han convencido para que no regrese al país, para que intente ayudar a su país en la retaguardia polaca. De momento, ha dicho que sí.

Sin tiempo para hacer acopio de lo más basico

El desabastecimiento no sorprende a Anna. Explica que nadie había hecho acopio de nada porque nadie esperaba que algo así pudiera suceder en pleno siglo XXI. Como mucho, cuenta, pensaban que los problemas se circunscribirían a la zona del Dombass. Así que no tiene planes de regresar. Su hijo Sacha tiene 13 años y acaba de comenzar el cole en Polonia y asegura que lo están tratando muy bien, que se siente como en casa.

Olga: "Mi hija me decía: no voy a morir, no es mi hora de morir"

En pocos días, la vuelta al cole puede ser también una realidad para la hija pequeña de Olga, que tiene sólo siete años. "Mi hija ha sido muy valiente". Su casa está construida junto a uno de los aeropuertos que se convirtieron en los primeros objetivos militares del ejército ruso. "Por desgracia, no tenemos un sótano, así que nos escondimos en el de los vecinos y ella me decía, no voy a morir, no es mi hora de morir".

Olga, en su conversación con RNE Isabel Jiménez/ Fernando Torrico

Olga siempre tuvo miedo de la invasión, tenía documentación y algo de ropa preparadas. Al igual que otros refugiados pide una mayor implicación de los países occidentales porque está convencida de que la guerra se extenderá. Como Victoria, siempre quiso vivir en el extranjero, "en Francia, por ejemplo. Pero ahora no. Ahora sólo quiero vivir en mi país, en mi casa, al lado del aeropuerto".

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