Álex confiesa que no había intentado conseguir cita para la vacuna. Pero cuando vio en las noticias un sitio donde no hacía falta cita y un amigo suyo le dijo que lo llevaba en coche, se decidió.
“No queremos enfermar“
"No queremos enfermar" nos dice, mientras espera para recibir su primer pinchazo de la vacuna de Moderna. Él trabaja en la construcción, a las afueras de Washington. Otros de los que esperan en la cola viven en el barrio y han visto las carpas blancas al pasar. "¿Esto es para test o para vacunas?", le preguntan algunos al vigilante. "Para las dos cosas". Y alguno se queda.
El primer día sólo pidieron la vacuna 7 personas
La ONG Bread for the City gestiona el centro. El 26 de abril empezaron a ofrecer dosis sin necesidad de pedir cita previa, a las 30 primeras personas que llaman a la puerta cada día. Pero nunca llaman tantas. El primer día sólo pidieron la vacuna 7 personas, diez días después ya eran 25.
"Va despacio", reconoce Randi Abramson, la doctora al mando del equipo médico, "los que tenían muchas ganas de vacunarse ya lo habían hecho, ahora se trata de eliminar barreras para los que tenían problemas con las citas por internet".
Una de las enfermeras, Heidi, recuerda el día que vinieron unos camareros que sólo hablaban mandarín. O un señor que al descubrir que era tan fácil vacunarse trajo al día siguiente a su exmujer y a varios yernos.
Aquí han inoculado la vacuna a personas sin hogar, a vecinos que no hablan inglés o a otros que simplemente no se querían pelear con la página web de las citas. Como Mark. 59 años. Trabaja para el Gobierno. Le parecía "frustrante" el sistema por internet, pero cuando leyó en el periódico un reportaje sobre este centro, se acercó. También tenía dudas sobre la vacuna, pero cuando todos en su familia se la pusieron sintió que también él debía dar el paso.
"Les preguntamos '¿Estás preparado para la vacuna?' algunos dicen 'todavía no', pero poco a poco van reflexionando y de pronto nos dicen 'hoy es el día'", nos cuenta Abramson. Para ella la clave está en ser accesibles, dar información, facilidades y tiempo para que la gente tome su decisión.
Muchos desconfían del sistema sanitario
¿Por qué tantas dudas? En este barrio diverso en el corazón de la capital, la doctora dice que muchos desconfían del sistema sanitario. "Y es muy comprensible, porque no ha sido un sistema accesible para todos, no los ha tenido en cuenta. También se han hecho experimentos horribles y hay que decirle a la gente 'esta vez no, no van a experimentar contigo'".
También hay motivos políticos o religiosos. Entre los sectores de la población más reacios a ponerse la vacuna, los hombres republicanos de zonas rurales o los cristianos evangélicos. Los sondeos señalan que uno de cada cuatro estadounidenses no quiere vacunarse. Dicho de otra forma: la gran mayoría de los que todavía no se han vacunado, es porque no quieren.
Más de la mitad de los adultos ya se han puesto al menos un pinchazo. Biden se ha marcado como objetivo que antes de la fiesta de la independencia, el 4 de julio, sean el 70%. Para eso debe vencer dos cosas: el escepticismo y los obstáculos. Además de las campañas de concienciación, su nueva estrategia es abrir más centros como el de Bread for the City, centros pequeños en cada barrio donde no hace falta pedir cita previa. También en las zonas rurales.
Algunos estados apuestan por ofrecer incentivos: Maryland ha prometido un cheque de 100 dólares a los empleados públicos que se vacunen, Virginia Occidental se lo ofrece a los jóvenes, Nueva Jersey regala una cerveza... Varias empresas ofrecen descuentos o regalan sus productos. La llamada inmunidad de rebaño ya no parece un objetivo fácil. No llega con tener los viales, los ciudadanos deben poner sus brazos.