Viene avalada por siglos de historia y tradición y su arma es la calidad. Córdoba saca pecho y presume de uno de sus bienes más preciados: la joyería. Este arte se remonta a la época romana, exactamente al siglo II a. C. y fue evolucionando con la llegada de los árabes y mozárabes que introdujeron la filigrana. Hoy esta provincia andaluza es la cuarta potencia europea en producción. “China es el gran rival a batir pero los artesanos locales tienen mejor reputación por el alto nivel de acabado y el exquisito servicio post-venta”.
Habla Arístides Bermejo, gerente de Parque Joyero, que ha organizado una pequeña exposición en el hotel Palace de Madrid en la que mezcla piezas de joyería con diseños nupciales de talentos nacidos en Córdoba como Victorio&Lucchino (que luego se afincaron en Sevilla) y Juana Martín pero también vestidos de Higar Novias y Sara Ostos, de Fuente Palmera, la localidad fundada por Carlos III que se conoce como ‘El pueblo de las novias’ porque produce más de dos mil vestidos nupciales al año. Fuente Palmera es a los vestidos de novia lo que Ubrique a los bolsos.
“La idea es generar sinergias y sumar talento. En una novia el vestido es una parte muy importante pero otra parte muy importante lo son las joyas”, dice y señala que arrasa la moda de la joya de estilo vintage, porque no todo el mundo hereda lujosas piezas de la abuela. "Vuelve lo antiguo pero actualizado, más acorde con la tendencia en moda".
En la exposición de Madrid se puede ver una pequeña, pero potente, representación del talento que hay en Córdoba. Allí se produce el 60% de la joyería nacional. “Tenemos aceite y sol, sí, pero también moda y joyería. Por eso es necesario salir fuera y que se conozca lo que hacemos y lo bien que lo hacemos. Hablamos del parque industrial más grande de Europa, y el más seguro, y algunos artesanos han heredado un oficio que ha pasado de generación en generación”.
Tradición, historia, artesanía y calidad hacen que Córdoba tenga altas aspiraciones y sueños. Entre ellos ser una potencia mundial. “Somos la China de Europa”, dice Bermejo. ¡Y no es poco!