La moda, desde su origen, es una forma de expresión pero también un altavoz para que el mensaje llegue muy lejos. Stella McCartney abandera la batalla contra el uso de pieles, apuesta por la ropa y los complementos veganos y lidera ese cambio tan necesario para que este sector sea tan contaminante y dañino para el planeta.
La nueva colección es además una señal de STOP. Una invitación al relax, a ralentizar los relojes, al consumo responsable. Lo hace con prendas fáciles de llevar, cómodas, libres de artificios y ornamentos. S tella tan solo hace algunas concesiones a la coquetería en los vestidos de encaje, los de aire lencero y los que llevan volantes mini fruncidos. El resto es funcional, con guiños a los códigos deportivos.
McCartney se ha manejado bien con los tonos soft, como el azul, aunque la diseñadora utiliza todas las expresiones y acabados de este color primario dependiendo de cada prenda. Además vemos otros tonos más vivos e intensos, como el coral y el esmeralda, que hacen un alegre contraste en la colección. En estampados destaca el uso, quizá excesivo, del tie-dye. Motivo que quiere imponerse en el verano de 2019. La línea masculina sigue los mismos dictados y destacan los trajes por su patrón cómodo pero sobre todo por las originales botonaduras que combinan botones y cintas.
El peso de las mujeres en el mundo de la moda sigue aumentando y cada vez son más las que cogen las riendas de los talleres importantes y firman colecciones de mujer y de hombre con resultados excelentes. Su protagonismo y su poder crecen de forma paralela al cambio generacional y social que vivimos, y la tiranía masculina de la moda parece tener los días contados. No cabe duda de que estamos en una nueva era. Clare Waight Keller diseña todas las colecciones de Givenchy desde 2017.
Con ella se puso fin al reinado, oscuro y gótico, de Riccardo Tisci para entrar en una época muy femenina y sofisticada. Pero la nueva colección es distinta y presume de sobriedad. Los tejidos son lujosos y marcan el destino de las prendas pero se tiende a la contención, tanto en el color como en los volúmenes. Vemos texturas metalizadas pero sobre todos tejidos lisos. Las superposiciones marcan la colección y destaca la masculinización que la diseñadora hace de las piezas para mujer que se inspiran en el tradicional armario del hombre.
Pierpaolo Piccioli, líder de Valentino, ha contado con Kristen McMenamy para su desfile. Es una de las modelos más importantes de la década de los 90, un icono, una musa para genios como Lagerfeld o Versace. Su presencia se ha llevado todo el protagonismo y deja la colección en un segundo plano. Kristen es una de las grandes y el nuevo trabajo de Piccioli no es de los mejores y no se entiende muy bien la mezcla, sin sentido, de estilos. Vemos vestidos negros abullonados que desnudan los hombros, minivestidos en tul verde con bordados de cristal, cazadoras deportivas decoradas con la uve de Valentino y llamativos vestidos retro con estampados vegetales que parecen rescatados de una tienda de segunda mano.
Thom Browne es uno de los artistas más relevantes de la moda. Su talento traspasa todos los límites y su trabajo no conoce límites ni fronteras. La libertad con la que maneja las tijeras y el color se pone de manifiesto en prendas que se saltan las normas, se olvidan de los géneros y juegan al despiste.
El mar inspira muchos de sus estampados, a veces un tanto infantiles, y destacan las superposiciones de estilo arty que se rigen por los dictados de la deconstrucción. Todo parece improvisado pero todo está matemáticamente patronado y muy cuidado. Browne es un ejemplo de que la moda es arte. Nada que ver con Poiret que ha presentado una colección fea y triste.
Más alegre ha sido el desfile de la casa Sonia Rykiel. La casa cuenta ahora con Julie de Libran como directora creativa que ha firmado una extensa colección con filosofía sostenible con prendas para toda la familia. Un trabajo que se ha presentado el bulevar que París ha dedicado a Rykiel, fallecida en 2016. La moda no se olvida de una de sus más ilustres agujas, una mujer que con estilo propio que trabajó con pasión hasta el final.
Rykiel allanó el camino a otras que vinieron después, como Nadège Vanhee Cybulski, directora creativa de la casa Hermés. La colección es un notable ejercicio de patronaje que pone en valor el trabajo artesano de la casa. El cuero es el material estrella y se desarrolla en distintos patrones y estilos. Las prendas de abrigo, muy estructuradas, son las protagonistas tanto por su elaborado patrón como por los tonos utilizados, desde los marrones típicos de la casa hasta los azules. Para aligerar la propuesta se proponen vestidos de cuero de rejilla y otros que hacen guiños a la estética safari.
El desfile de John Galliano, firma que diseña Bill Gaytten, se inspiran en la película Picnic en Hanging Rock que hizo Peter Weir en 1975. Una cinta ambientada a principios del siglo XX que presta su estética victoriana a una colección que navega entre lo infantil y lo adulto, entre la inocencia y la perversión.
En la línea masculina destaca una camisa con el icónico estampado de periódicos que John Galliano lanzó en el año 2000. Ahora se ve con aspecto usado, ajada, ‘maltratada’ con brochazos de pintura imitando el óxido del metal: envejecida. Una metáfora, quizá, de lo que está pasando en las pasarelas: estar bien rescatar el pasado pero a veces la pátina del tiempo deja una mancha amarga difícil de limpiar.