No hay nada que Karl no pueda conseguir. Su poder es infinito y ha transformado el Grand Palais a su antojo, ¡hasta llegó a meter una réplica de la Torre Eiffel! Ahora el modisto transforma este famoso edificio, construido para la Exposición Universal de 1900, en una playa paradisíaca bajo un intenso cielo azul. Una vez más la casa Chanel se supera y convierte su desfile en una experiencia multisensorial.
La arena, las olas y el socorrista han acompañado a las modelos -entre ella Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford- que han caminado descalzas para presentar una colección refrescante, ideada para el placer. Tanto, que casi parecía una colección crucero. Nada raro, por otro lado. Coco Chanel fue una pionera en adoptar códigos deportivos y ya en 1917 utilizó la camiseta de rayas en su colección.
Ahora no hay marineras ni marineros. Solo pasajeras porque las modelos parecían improvisar el paseo por la orilla, como si acabasen de bajar del yate o el barco de recreo. Las prendas tienen un patrón cómodo y proyectan siluetas tranquilas, relajadas.
Los volúmenes están muy controlados y se tiende a la verticalidad.
El blanco, luminoso y favorecedor, ofrece múltiples acabados y tonos a la colección que navega entre los colores veraniegos y refrescantes y el icónico negro tan vinculado a la casa.
El azul del cielo y el mar tiñe algunas propuestas y también los tonos limón y fresa típicos de los helados. Helados con textura, helados de tweed.
Destaca un divertido y elegante estampado de sombrillas y toallas que parece una fotografía hecha desde una avioneta y no faltan las prendas y complementos hechos con tejido de toalla, mimosas piezas de aire retro que recuerdan a las películas de Doris Day o Esther Williams.Chirrían las mezclas arriesgadas, como las chaquetas de punto fino con pantalones de encaje azul - tejido que se usa en distintas prendas- y chirría la oda al logo y la marca, una epidemia que recorre las pasarelas y afecta prácticamente a todas las casas, las nuevas y las de siempre.
Lagerfeld utiliza las seis letras de Chanel para estamparlas, aplicarlas, decorar bolsos con ellas y convertirlas en enormes joyas. Algo innecesario y que enturbia la colección que tiene fabulosos vestidos camiseros al más puro estilo años 50, coquetas camisas de chorreras y ligeros vestidos para combatir el calor y, de paso, lucir palmito junto a las olas. Otra de las piezas más apetecibles es el abrigo inspirado en los albornoces antiguos que tapaban lo justo, diseños de patrón amplio que permite moverse con soltura. Tan ideales como los pantalones bermuda que llevan cremalleras delanteras para ofrecer infinidad de posibilidades.
Los complementos, de nuevo, juegan un papel importante y la casa propone un estilo barroco basado en las superposiciones. Vemos modelos con varios collares y otras que llevan hasta cuatro brazaletes. Todos los looks son complejos, mezclando mitones con pulseras y bolsos de mano. No es de extrañar. La casa ha coqueteado en distintos momentos con el maximalismo y el Más es Más, sobre todo en los 80 y 90. Hay modas que vuelven de temporada en temporada, como empujadas por las olas de ese peligroso mar que es la nostalgia.
Y aunque había socorrista Pamela Anderson se pasó por allí para que nadie se ahogara. Nunca está de más una experta en salvar vidas.