Cada persona como individuo pero al mismo tiempo como parte de una comunidad. Este ha sido el punto de partida utilizado por Jonathan Anderson, director creativo de la casa Loewe, para crear una colección que celebra la belleza y la sensualidad pero poniendo el acento en el poder de cada mujer y en la fuerza del conjunto de la sociedad como elemento capaz de cambiarlo todo.
El diseñador traslada al espectador a una galería del Londres de los años 60 para enfocar su atención en la gente que deambula ajena a los demás sin saber que a la vez forma parte de un todo. “La idea es crear cosas, experimentar”, dice. Por eso algunas prendas tienen desflecados, se hacen con tejidos arrugados o llevan estampados lavados que aportan una sensación de inacabado, de utilizado, de vivido.
Las superposiciones refuerzan este concepto aportando un aire de improvisación, de 'préstamo', como si las mujeres viajaran por el mundo cogiendo ideas de diferentes culturas para crear un armario cosmopolita y moderno, entendida esta palabra desde la integración, el respeto y la solidaridad. Mujeres fuertes, dueñas de un poder conquistado por ellas mismas. Mujeres capaces de cambiar el mundo.
Por eso el diseñador se ha esforzado en dotar de personalidad a cada prenda “para que funcionen bien por separado o en conjunto”. Y el conjunto lo componen siluetas fluidas, amplias camisas de seda que se transforman en vestidos, jerséis de punto gigantes y vaporosas faldas que llevan detalles avolantados o aberturas que integran la piel en la prenda.
Chaquetas masculinas contrastan con vestidos ligeros, las seductoras plumas rivalizan con potentes monos de piel negra y el blanco radiante del algodón choca con el intenso verde del ante. La paleta cromática también habla de la diversidad. Los colores tienen una base natural, pegada a las materias nobles, a los materiales que utilizan los artesanos, desde la cerámica a la alfarería, tejidos que sirven para fabricar una alfombra o una colcha. Dominan los tonos tierra y destacan pinceladas elegantes de naranja, blanco, verde y azul.
El protagonismo, una vez más, se lo llevan los complementos que presumen de adn y tamaño. Anderson cuenta con el excelente grupo de artesanos de Loewe que hacen realidad sus sueños. Los bolsos varían de tamaño y forma. Los vemos sobredimensionados y agrandados de forma caprichosa, unidos formando uno solo y haciengo guiños a tradiciones españolas que se reparten por toda la piel de toro, como la cestería.
Loewe es sinónimo de artesanía pero también de arte. La imagen que la casa ha adquirido en estos años está muy ligada a distintas corrientes y disciplinas artísticas. Por eso resulta perfecto que la pasarela se haya instalado en la sede de la Unesco que en esta ocasión se ha decorado con las obras de la italiana Lara Favaretto, Ryoji Koie y Joe Hogan, autor de las cestas gigantes con las que participó en el prestigioso concurso de artesanía Loewe Craft Prize.