Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Moscú ha lanzado un sustancial número de ataques contra la red eléctrica de su país vecino, bombardeando con misiles y drones centrales eléctricas, presas hidroeléctricas y subestaciones con el objetivo de dejar sin luz a la mayor parte del territorio de Ucrania.
Las fuerzas rusas, además, se han hecho con el control de una significativa parte del suministro energético ucraniano, lo que impide que llegue al territorio que Ucrania todavía conserva. Moscú tiene el control de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor del país y que ha sido dañada en reiteradas ocasiones durante los combates, dejando de enviar energía a la red.
Ucrania depende en gran medida de los combustibles fósiles, el 56% de la generación de electricidad se realiza a través de centrales atómicas, entre el 10% y el 12% es generado por las centrales hidroeléctricas en el río Dnipro y Dniéper y entre un 8% y un 10% mediante energías renovables, como la solar y la eólica.
“Durante la guerra se ha dañado un 50% de las redes de alta tensión y un 70% de las estructuras que generan energía eléctrica han sido también destruidas”, explica el director del Centro de Investigaciones de Energía de Ucrania, Alexandr Kharchenko. “Especialmente han sufrido daños las centrales térmicas que funcionan con carbón porque es complicado atacar las centrales hidroeléctricas y atómicas. Atacar directamente los reactores atómicos no tiene sentido y, gracias a Dios, (los rusos) no están tan locos”, añade.
En respuesta a los ataques rusos contra las centrales eléctricas, Ucrania está apostando por las energías renovables, entre otras razones, por la dificultad para ser atacadas. Un misil puede hacer que una central eléctrica deje de funcionar, pero para hacer ese mismo daño en un parque eólico serían necesarios decenas de misiles.
“Estamos creando renovables y eso crea un sistema de suministro de energía mucho más resistente para Ucrania”, afirma Dmytro Sakharuk, director ejecutivo de DTEK, una empresa privada que suministra más de una cuarta parte de la energía de Ucrania. “Es mucho más difícil atacar. Las instalaciones muy concentradas son un objetivo muy fácil para los rusos. Construir nuevas instalaciones de producción de energía, fundamentalmente renovables y principalmente de energía eólica, puede aumentar la resistencia del sistema de suministro de energía de Ucrania”, subraya.
“Necesitamos tener alternativas, Puede no sustituir totalmente el sistema de suministro de energía, pero puede aumentar la preparación para este tipo de emergencias y la resistencia en el caso de la destrucción de un amplio número de instalaciones en caso de guerra”, recalca Sakharuk.
La peligrosa misión de reconstruir las instalaciones eléctricas
Los ataques con misiles y drones rusos contra las centrales y líneas eléctricas han dejado en varias ocasiones ciudades y pueblos enteros sin electricidad. Los trabajadores de la las compañías energéticas se han encargado en los dos años de guerra de reparar estos daños para seguir proporcionando luz y calor a los ucranianos.
Decenas de trabajadores encargados de las reparaciones han muerto durante la guerra porque, en muchas ocasiones, tienen que realizar su labor durante los bombardeos. Tras la liberación de Bucha, un equipo de empleados de DTEK se encargó de devolver la electricidad a sus habitantes.
"Estuvimos aquí dos días en Bucha, porque después vinieron los "orcos" y era imposible trabajar", afirma Alexandre, uno de los miembros del equipo de DTEK, con un casco amarillo. "Evacuamos a 20 kilómetros y desde ahí trabajábamos. Conectábamos a distancia lo que podíamos", señala este hombre, quien recuerda que "el primer día fue el peor" y que estaba "en shock". "No pensamos que pudiéramos repararlo", añade.
Según Alexandre, el principal problema era "dar suministro al distrito de Bucha, porque estaba dañado todo el sistema". "Las líneas de cableado suspendido, 10.000 kilómetros de ese cableado, no funcionaban y 3.000 subestaciones no funcionaban en la provincia de Kiev. La mitad de la provincia estaba ocupada", detalla este hombre delante de una subestación de Bucha, mientras otro equipo repara un tejado dañado. "En los primeros días, estábamos desesperados. No sabíamos qué hacer, por dónde empezar", asevera.
Su equipo empezó a trabajar en la reparación del sistema eléctrico de Bucha el 2 de abril de 2022 y acabó el 18 de mayo. Al menos 1.000 empleados trabajaron durante 45 días, las 24 horas de cada uno de ellos. "Pusimos en marcha la electricidad con la ayuda de colegas de Dnipro, Odesa... Cuando empezamos pensábamos que íbamos a tardar años", admite.
Alexandre comenta que otro de los problemas a los que se enfrentaban los equipos de reparación era el minado. "Todo estaba minado. Primero hacíamos la comprobación con drones porque era peligroso entrar. Afortunadamente, en mi equipo no hubo víctimas, pero en la provincia de Kiev un trabajador de DTEK murió al pisar una mina y otro evacuando con su familia", recuerda.
Ruslan es otro de los miembros del equipo de esta compañía energética privada y cuenta que, antes de comenzar los trabajos de reconstrucción, los militares les daban instrucciones sobre los tipos de explosivos. “Nos decían cómo hacer el chequeo de objetos, nos hablaban de las trampas con explosivos… Empezamos a trabajar después de que los desminadores habían hecho su labor. Fuimos aprendiendo sobre la marcha”, admite.
Sobre su trabajo reparando los sistemas de suministro energético, Ruslan asegura que “sientes orgullo por tus colegas que, a pesar de los riesgos, trabajan para restaurar el suministro”. “Empecé a trabajar en la empresa en tiempos de paz, no pensaba que iba a tener que hacerlo durante la guerra”, admite con una mirada seria.
Este invierno, mejor preparados
Hace un año, los ataques rusos dañaron alrededor del 40% de la generación térmica del país, mientras que el 90% de su energía eólica y más del 40% de sus fuentes de energía solar estaban ocupadas por los rusos o no funcionaban correctamente. Esta situación provocó apagones intermitentes y obligó a millones de personas a dejar sus hogares e ir a lugares con generadores para disponer de electricidad.
Sin embargo, dos años después de la invasión por parte de Rusia, la situación es diferente. “Este invierno hay menos problemas de suministro de electricidad. Este invierno estamos mejor preparados”, comenta Pavlo Kukhta, asesor del Gobierno ucraniano. “Nuestras compañías suministradoras de energía han entendido mejor cuáles son los problemas y estamos mejor preparados”, recalca.
Por su parte, Roman Rubchenko, un exjugador de baloncesto ucraniano que compitió en la liga española, opina que “hay una clara causa-efecto entre la llegada de más ayuda y la mejora de la situación para un ciudadano ucraniano”. “Tenemos muchos más generadores y otras fuentes alternativas de energía que nos han donado las economías occidentales. La gente está mejor preparada con fuentes alternativas de energía”, añade.
El director ejecutivo de DTEK destaca la gran diferencia entre los dos inviernos que ha vivido Ucrania. “El anterior invierno fue muy intenso en ataques desde noviembre hasta finales de febrero. Se registraron alrededor de 9.000 ataques en centrales térmicas, hidráulicas, subestaciones…”, comenta Sakharuk. “Hubo apagones masivos y empezamos a recuperarnos de los daños a nuestras infraestructuras en marzo”, añade.
Sin embargo, en el otoño de 2023, Ucrania tenía suficiente carbón y gas almacenado y se habían reparado la mayoría de los sistemas de distribución y transmisión. “En enero la actividad de ataques rusos ha aumentado significativamente por el déficit de municiones y el Ejército ucraniano no ha podido interceptar misiles y drones al nivel que lo hacía anteriormente. La segunda mitad del invierno está siendo más dura que el anterior, vemos muchos daños y, si las cosas continúan igual, tendremos muchas más instalaciones con daños y menos capacidad de suministrar energía a los hogares y empresas de Ucrania”, afirma.
Peor situación en la línea del frente
A principios de febrero, las fuerzas rusas atacaron con drones kamikaze la ciudad ucraniana de Krivi Ric, una ciudad industrial a unos 400 kilómetros al sureste de Kiev que es bombardeada a menudo con drones y misiles rusos. Los ataques alcanzaron una subestación eléctrica y dejaron sin electricidad a decenas de miles de personas.
En un primer momento, se quedaron sin luz unas 100.000 personas, y también empresas e instituciones públicas de diferentes distritos de la ciudad, según el Consejo de Defensa de Krivi Rig.
Según el Centro de Investigaciones de Energía, a 40 kilómetros de la línea del frente, “la situación es mala”. “En esta zona, las tropas rusas atacan nuestras brigadas y en cuanto ven nuestros equipos de energía también”, explica Kharchenko.
“Se trata de unos 300 pueblos que tienen suministros con cortes. Además, los que están muy pegados al frente pueden estar semanas sin electricidad”, afirma.
Pero subraya que “todos los consumidores ucranianos que están fuera de la línea del frente reciben todos los servicios de energía eléctrica, ya que no hay ninguna limitación”.