Se cumple un año de la invasión rusa de Ucrania y en este tiempo Rusia ha contado con el apoyo de la segunda gran potencia mundial: China.
Pekín ha evitado condenar la invasión, aunque reitera su defensa del principio de soberanía y pide una solución diplomática. A su vez, Rusia ha encontrado en Asia un mercado donde colocar sus hidrocarburos, vetados por Europa, aunque a un precio más bajo.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha afirmado que su país debe girar hacia Asia y abandonar definitivamente el intento de integrarse en Occidente que, según su versión, le ha cerrado las puertas. Moscú asegura que el estrechamiento de las relaciones con Pekín "no tiene límites", pero a China tampoco le interesa una guerra larga que provoca inestabilidad económica e incrementa la alerta ante su creciente poderío.
Pekín, entre el apoyo a Moscú y la defensa del principio de soberanía
Putin se aseguró la sintonía con su homólogo chino, Xi Jinping antes de la invasión, en un encuentro con motivo de los Juegos Olímpicos de invierno, pero no está claro que Xi tuviera pleno conocimiento de lo que su interlocutor se disponía a hacer.
Iniciada la guerra, China, al igual que la India o Sudáfrica, fue uno de los 35 países que se abstuvieron en la resolución de condena a Rusia en la Asamblea de la ONU. Pekín no ha apoyado ninguna de las iniciativas contra Rusia en los foros internacionales.
Además, el Ejército Popular chino ha seguido realizando maniobras conjuntas con Rusia en tierra y en el mar.
“Putin tomó la decisión en Ucrania porque tenía muy claro que contaba con el apoyo de la alianza con China“
"Putin tomó la decisión en Ucrania porque tenía muy claro que contaba con el apoyo de la alianza con China", opina en declaraciones a RTVE.es Lluc López, experto en ciencia política y relaciones internacionales de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
"China trata, como Rusia, de ser una potencia revisionista, de poner en duda el orden liberal, había un interés en común", abunda López, quien además destaca que "la relación personal entre Putin y Xi es muy buena". "Al final, a pesar de las sanciones, la alianza es tan fuerte que lo que cuenta no es si Rusia pierde ahora un poco, sino si en total gana la alianza".
Aurea Moltó, directora de la revista Política Exterior, también cree que, actualmente, ambos países "son aliados ideológicos y económicos". "Históricamente no lo han sido, y por eso muchos se preguntan hasta dónde va a llegar esta alianza", añade.
China, dice Moltó, respalda la narrativa y la retórica rusa que acusa a Occidente de arrinconar y provocar a Rusia hasta abocarla a la guerra.
Pero a la vez, Pekín ha mostrado su incomodidad con la guerra, como tuvo que reconocer el propio Putin en septiembre tras un encuentro personal con Xi en Uzbekistán, el primero desde el inicio de la invasión. Este mismo martes, el ministro de Asuntos de China, Qin Gang, ha advertido de que la guerra puede seguir escalando o incluso "entrar en una espiral fuera de control", por lo que ha hecho un "llamamiento al diálogo".
A Pekín le incomoda la guerra por dos motivos. En primer lugar, la integridad territorial de los Estados es uno de sus principios políticos fundamentales. China tiene sus propios movimientos separatistas, como el de los uigures en Xinjiang, y conflictos fronterizos, como el contencioso con la India por Aksai Chin o las reclamaciones en el Mar de China meridional.
"Para China, respaldar la vulneración del derecho internacional y la violación de fronteras internacionales es difícil de entender", explica Moltó.
En segundo lugar, una guerra larga crea inestabilidad global y perjudica la economía, lo que también la afecta negativamente.
"China acata a rajatabla las sanciones internacionales, no las apoya pero las respeta, y no hace nada con Rusia que las vulnere. Y no está enviando armamento, ni se plantea que vaya a hacerlo", señala la directora de Política Exterior.
"Aunque la guerra no esté funcionando como quisiese Putin, ni sea la opción óptima para Xi, esto no va a afectar a la alianza", subraya por su parte Lluc López. "Siempre puede haber una disonancia entre aliados, pero Xi no ha condenado la guerra", insiste.
Rusia gira económicamente a Asia
China no viola las sanciones internacionales ni suministra armamento a Rusia, pero sí se ha convertido en uno de los principales destinatarios de sus hidrocarburos en sustitución de los clientes europeos, que intentan desconectarse energéticamente de Moscú. Esto permite a la economía rusa soportar las sanciones de Occidente.
La venta de gas licuado ruso a China se ha duplicado, según Reuters, mientras que el gas por gasoducto que llega desde Siberia ha aumentado un 50 % en 2022 (según datos de Gazprom). En cuanto al petróleo, las importaciones chinas aumentaron un 10 % en los primeros 11 meses del año. El pago se realiza en rublos y yuanes.
Esto ha empujado al alza los intercambios comerciales bilaterales. El 2022, el comercio de China con Rusia batió un récord con 1,28 billones de yuanes (172.000 millones de euros). Pero el intercambio no es equivalente. Las exportaciones e importaciones de Rusia suponen para China solo un 3 % de su comercio total, según datos del gobierno chino, mientras China es desde hace años el principal socio comercial de Rusia.
Águeda Parra, analista del entorno geopolítico y tecnológico del gigante asiático, destaca que Rusia ha girado hacia Asia, no solo hacia China. "Los recursos energéticos que Rusia destinaba a Europa, los destina ahora a los países asiáticos, principalmente la India", explica a RTVE.es.
La India y China, pero también Corea del Sur, Japón o Singapur han aumentado sus importaciones de hidrocarburos rusos, que están pagando más baratos de lo que pagaba Europa. "La India ha multiplicado por 14 la importación de petróleo ruso - asegura Parra - China ha incrementado en torno al 10% la importación de petróleo y un 32% de gas natural licuado". De esta manera, "Rusia no ha incrementado más recursos financieros de los que ya tuviera, pero no los ha perdido".
La analista descarta que la economía rusa esté hoy por hoy subordinada a la de China, pero sí destaca la importancia del creciente intercambio en yuanes, en lugar de en dólares. "En el momento en que China ha incorporado el yuan en las transacciones económicas, Rusia está más vinculada a la economía china y menos al dólar", destaca.
Junto a las posibles ventajas para China, Parra también subraya que la inestabilidad internacional causada por la guerra perjudica la economía internacional, y por tanto al crecimiento chino, justo cuando empezaba a acelerarse de nuevo tras la pandemia.
Todos los ojos puestos en Taiwán
Volviendo a la política, la guerra de Ucrania ha elevado las alertas y la tensión a miles de kilómetros de distancia, en el estrecho de Taiwán. Las autoridades de la isla temen que, si Moscú tiene éxito, China pueda intentar lo mismo.
Joe Biden ha advertido de que una invasión encontraría la respuesta directa de Washington y sus aliados en el Pacífico, y ha multiplicado los gestos de apoyo. La visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en agosto, desencadenó una airada respuesta china y la mayor crisis en el estrecho en 30 años.
"Todo el mundo mira mucho más a Taiwán", reconoce Aurea Moltó, quien considera que la guerra ha elevado la alerta ante cualquier intento chino de anexionarse la isla. "No está claro hasta qué punto la acción de Rusia en Ucrania ha creado un momento propicio para que China haga algo en Taiwán, o para que sea más difícil que nunca", señala.
Según Lluc López, la guerra ha inclinado aún más a EE.UU. y Europa a favor de Taiwán. "Se ha roto un tabú, el de hablar con Taiwán y vistar la isla", ejemplifica. Y eso "es lo que más nerviosa pone a China", añade.
Ucrania, un factor más en la competición entre EE.UU. y China
El salto de Rusia al invadir Ucrania y el apoyo de Pekín aumentan los interrogantes respecto a las intenciones a largo plazo de China.
La UE ha pedido a Xi que influya en Putin para detener el conflicto, pero a la vez busca alternativas a la dependencia económica del gigante asiático (por ejemplo, en materias primas) para no repetir lo sucedido con el gas ruso. La OTAN ha elevado su prevención hacia China en su última estrategia, adoptada en plena guerra en la Cumbre de Madrid.
EE.UU. ha aumentado en los últimos días la presión sobre Pekín y le ha advertido para que no se le ocurra vender armamento a Rusia. China replica que quien está enviando armas al campo de batalla es, precisamente, EE.UU., y que no admite ninguna coacción.
Para Washington, lo que ocurra en Ucrania puede repercutir en su competencia a largo plazo con China, el enfrentamiento entre potencias que va a marcar el siglo XXI.
“EE.UU. sabe que Rusia no puede ganar, porque esto beneficiaría también a China“
"La máxima preocupación de seguridad para EE.UU. sigue siendo el Pacífico y su competición con China en Asia, EE.UU. no está dispuesto a salir de ahí", explica Aurea Moltó. "Sabe que Rusia no puede ganar, porque esto beneficiaría también a China", añade.
El reciente conflicto diplomático a cuenta de los globos espía tan solo ha enrarecido aún más el ambiente entre ambos colosos.
"EE.UU. y China ya no ocultan su enemistad, que es a largo plazo - explica López - Es sistémico: una potencia, EE.UU., representa el statu quo; y hay otra revisionista en ascenso, que es China, y llega un momento en que colisionan".
El profesor de la UOC cree que el mundo se dirige a un "momento tripolar", con Rusia y China de un lado, y EE.UU. de otro. Un panorama que recuerda al de los años setenta del siglo pasado, solo que con los papeles cambiados. Entonces, en plena Guerra Fría, EE.UU. se acercó a China para contrarrestar a la URSS, una política simbolizada por la visita del presidente Richard Nixon a Pekín en 1972, donde se entrevistó con Mao.