El veto europeo a la compra de crudo procedente de Rusia por barco y el tope al precio están costando a Rusia cada día unos 160 millones de euros, una cifra que se espera que aumente hasta los 280 millones de euros diarios una vez que entre en vigor el último paquete de sanciones aprobado por los Veintisiete.
Son cálculos del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), que lleva haciendo un seguimiento de las ventas de crudo, gas y carbón desde el inicio de la invasión de Ucrania y cuyo informe, publicado este miércoles, revela que las ganancias de Rusia por exportaciones de combustibles fósiles han disminuido "significativamente", en gran parte debido a la prohibición que se comenzó a aplicar el pasado 5 de diciembre.
Entonces, los socios comunitarios acordaron un embargo a todas las importaciones de petróleo ruso transportadas por barco y también la prohibición de transportar el crudo de Moscú vendido a terceros países a un precio superior a 60 dólares por barril, el tope de precio acordado por el G7. El embargo afecta al 90 % de todo el petróleo que Rusia vendía antes de la guerra a los socios comunitarios, que desde marzo buscan reducir al máximo su dependencia de los combustibles fósiles procedentes de Moscú.
En opinión del think thank, dicha prohibición fue "un paso extraordinario" para eliminar los fondos procedentes de la Unión Europea que "permiten financiar la guerra de Putin". Y es que, en su primer mes de aplicación, las ganancias de Rusia cayeron un 17 %, su nivel más bajo desde el comienzo de la invasión de Ucrania por parte del país.
Asimismo, estas medidas causaron una reducción del 12 % en las exportaciones de petróleo procedente de Rusia y una caída del 23 % en los precios de venta. O, lo que es lo mismo: un descenso del 32 % en los ingresos del crudo ruso en diciembre. Además, a finales de diciembre, Alemania detuvo las importaciones de petróleo por oleoducto, lo que provocó una reducción adicional del 5 %.
Rusia continúa ganando 640 millones de euros por día
No obstante, desde CREA sostienen que aún hay margen de maniobra para ir un paso más allá. Según el organismo, a pesar de la caída de los ingresos, las exportaciones de combustibles fósiles de Rusia todavía les generan 640 millones de euros por día, una cifra que se reducirá hasta los 520 millones de euros en febrero, cuando la UE haga extensible la prohibición al petróleo refinado.
“El impacto es tan significativo como se esperaba“
"El impacto es tan significativo como se esperaba", sostiene la analista principal de CREA, Lauri Myllyvirta, en declaraciones remitidas a los medios. A su juicio, esto demuestra que la UE "tiene las herramientas para ayudar a Ucrania a prevalecer contra la agresión de Rusia", por lo que es "esencial" reducir el tope a un nivel que "niegue las ganancias petroleras al Kremlin" y restringir "las importaciones restantes de petróleo y gas de Rusia".
Y es que, pese a las limitaciones, Rusia ha ganado hasta ahora 3.100 millones de euros en el envío de petróleo crudo en buques, apuntan los cálculos de CREA, de los cuales 2.000 millones de euros "van directamente al gobierno ruso". "Estos ingresos fiscales pueden eliminarse casi por completo revisando el precio máximo a un nivel mucho más cercano a los costes de producción de Rusia", añaden.
De esta manera, proponen reducir el tope pactado de 60 dólares por barril hasta los 25-30 dólares, pues bajo su punto de vista seguiría estando "muy por encima de los costes de producción y de transporte" y, a su vez, "reduciría los ingresos por exportaciones de petróleo de Rusia en al menos 100 millones de euros por día".
La UE sigue siendo principal cliente petrolífero de Rusia
Con todo, el informe pone de manifiesto que la Unión Europea siguió siendo en diciembre el principal cliente petrolífero de Rusia por suministro de derivados y vía oleoducto. No obstante, el organismo confía en que la situación cambie a raíz del fin de las importaciones de Alemania y las nuevas prohibiciones que entrarán en vigor en febrero.
Y recomienda que se pongan en marcha otras nuevas sanciones para limitar el comercio marítimo del petróleo ruso y que se fomenten las inversiones en eficiencia energética, con el fin de reducir la dependencia.