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Guerra en Ucrania

La invasión de Ucrania empuja a miles de rusos a abandonar su país: "Tenía miedo a que me enviaran a la guerra"

LAURA GÓMEZ DÍAZ
8 min.

Anton es uno de los cientos de miles de ciudadanos rusos que se calcula que han abandonado Rusia después de que su presidente, Vladímir Putin, declarara el 21 de septiembre una movilización militar parcial de reservistas para luchar en la guerra en Ucrania.

"Tenía miedo a que me enviaran a la guerra", admite desde Japón. "Cuando todo empezó a finales de febrero, era estudiante en la universidad y por ley no podían llamarme a filas, pero después de graduarme tuve que decidir entre irme al extranjero o quedarme en Rusia e intentar meterme en algún máster", explica.

Este joven ruso explica a este medio que incluso antes de que Rusia comenzara la invasión de Ucrania, tenía la intención de irse a estudiar al extranjero. Sin embargo, la guerra precipitó los acontecimientos: "Simplemente aceleró mis intenciones y envié los documentos lo antes posible".

"Me ponía muy nervioso pensar en el hecho de que podría ir a luchar a la guerra como un soldado. No he servido nunca en el Ejército, así que no tengo ningún conocimiento militar", añade.

"Me ponía muy nervioso pensar que podría ir a luchar a la guerra como un soldado"

La guerra y la movilización militar parcial ha llevado a muchos ciudadanos rusos a viajar a países como Georgia, Armenia, Israel y Turquía, como es el caso de Olya (nombre ficticio) y su novio.

"En el último año, la mayoría del tiempo hemos vivido en Estambul, pero a finales de octubre nos mudamos a Barcelona", cuenta esta ciudadana rusa. "No apoyamos la guerra. Esa decisión del Gobierno fue algo que nos sorprendió", asegura Olya, quien dejó su país a finales de febrero de 2022. "Ya se nos había pasado antes por la cabeza mudarnos al extranjero, porque la situación política en Rusia ya era mala, pero fue empeorando y entendí que nada iba a cambiar", recalca.

Quedarse en Rusia, una opción poco recomendable

La movilización anunciada por el líder del Kremlin provocó el éxodo de miles de rusos en edad militar. Según la empresa de estudios de mercado de viajes ForwardKeys, con sede en Valencia, la cifra de billetes de ida vendidos desde Rusia aumentó un 27% entre el 21 y el 27 de septiembre.

En total, 300.000 reservistas fueron llamados a filas entre septiembre y octubre de 2022. La edad media de los llamados se situaba entre los 35 años.

Nikita decidió abandonar Rusia el mismo día en el que Putin llamó a filas a reservistas. Al igual que muchos otros, él y su mujer ya tenían pensado irse al extranjero antes de que empezara la movilización. "Todo pasó tan rápido que decidimos irnos una semana antes de lo que teníamos pensado. Quedarse en Rusia empezaba a ser una opción peligrosa", afirma este joven. Además, resume la situación entre sus paisanos: "Nadie quiere ir a la guerra a matar gente".

La movilización rusa añade a la población ucraniana "más miedo y preocupación"

"Para los hombres es peligroso quedarse en Rusia porque pueden cogerte en la calle y decirte que tienes que irte inmediatamente con el Ejército a Ucrania. Creo que no es una buena idea quedarse en un país como ese", subraya.

"Pueden cogerte en la calle y decirte que tienes que irte con el Ejército"

Albert (nombre ficticio), tiene 22 años y se encuentra en Países Bajos. Se marchó, entre otras razones, porque "tenía miedo de que me llamaran para luchar en Ucrania". "De hecho, en septiembre, cuando ya estaba fuera del país, enviaron a mi casa los documentos con los que me llamaban a filas", recalca.

Este joven ruso se fue de Moscú un mes antes de la movilización, pero a pesar de ello, vivía con el miedo de que le obligaran combatir. "Tampoco quería apoyar al Gobierno trabajando y pagando impuestos en Rusia. Tan solo quería irme a un país civilizado", indica.

Problemas para salir

Tan solo tres días después de que Putin ordenara la invasión de Ucrania, la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos cerraron su espacio aéreo a Rusia para aislar aún más al país. Esta prohibición a los aviones rusos de volar sobre estas naciones ha obligado a los ciudadanos que han salido de Rusia a tener que hacer varias escalas para poder llegar a su destino final o quedarse en países a los que sí tenían permitido llegar de forma directa.

Anton tardó cerda de dos días en llegar de Japón a Moscú. Antes de llegar a Tokio, tuvo que hacer escala en Dubai y en Vietnam, aunque afirma que "no fue muy difícil", pero sí estresante.

"Mi vuelo estaba programado para el 26 de septiembre, cinco días después de la movilización. En esos días estuve extremadamente nervioso. No podía dormir bien. Solo pensaba en si tendría que ir a la guerra o si sería capaz de salir del país", admite.

Algo similar le ocurrió a Albert, ya que para llegar a Países Bajos tuvo que pasar antes por Armenia y Georgia. Este estudiante ruso llegó a temer que no le dejaran salir. "En el aeropuerto de Moscú noté algunas sospechas por parte del personal de seguridad", asegura. "Me preguntaron por qué me iba del país y les dije que era por turismo. Después empezaron a preguntarme cuándo tenía pensado volver y qué tenía pensado hacer en otros países", comenta. "Pero me dejaron irme. Afortunadamente, no tuve muchos problemas", afirma.

El peligro de opinar sobre la guerra

La guerra en Ucrania y la decisión del líder del Kremlin de reclutar civiles para el Ejército ha provocado protestas a lo largo del último año en distintas ciudades de Rusia, que han acabado con miles de detenidos. Según el observador independiente OVD-Info, las autoridades rusas han realizado más de 19.500 detenciones en protestas contra la guerra y la movilización desde el 24 de febrero.

Además, Moscú ha reforzado todavía más la censura a los medios desde la invasión de Ucrania. Poco después del inicio de la guerra, el Kremlin aprobó una ley que castiga el acto de difundir "información deliberadamente falsa" sobre las fuerzas armadas, con penas de prisión de hasta 15 años.

"Si participabas en las protestas en contra de la guerra, podían detenerte fácilmente. Unas semanas después del 24 de febrero, se aprobaron algunas leyes por las que no se podía llamar a esta pesadilla guerra. Todo el mundo debía referirse a ello como operación militar especial o podías acabar en la cárcel", comenta Anton.

En este sentido, Olya afirma que "la gente intenta no decir nada que pueda ser utilizado en su contra". "No suele hablar mucho de lo que pasa porque no es seguro mostrar tu opinión con otras personas, ya que pueden acabar multándote o acusándote de que no apoyas la guerra", explica.

Además, la situación económica en el país no está pasando por sus mejores momentos debido a las sanciones impuestas por Occidente. Entre otras medidas, como parte de estas sanciones económicas, la Unión Europea ha impuesto restricciones a la importación y la exportación de Rusia, por lo que las empresas europeas no pueden vender ciertos productos a Rusia ni las entidades rusas están autorizadas a vender algunos productos a la UE.

Nikita era joyero en Moscú y asegura que su trabajo se vio afectado por las sanciones impuestas a Rusia. "La industria de la joyería murió. Nadie va a comprar joyas cuando no tiene nada que comer", señala, mientras denuncia que las sanciones son "muy malas para la economía y el índice de inflación".

En este sentido, Albert cuenta que cuando estaba en Rusia se notaban las consecuencias de las sanciones por la subida de los precios. "Muchas materias primas no eran accesibles. Además, era difícil encontrar Coca Cola. Todo lo que forma parte del mundo moderno y que, de alguna forma, era parte de la civilización global, había desaparecido", añade.

Volver a Rusia "cuando todo acabe"

Olya, Nikita, Anton y Albert no tienen pensado volver pronto a Rusia, aunque no dudan que en un futuro, quizá cuando la guerra en Ucrania termine o la situación política en el país no sea la misma, se plantearán volver a su país.

"Me gustaría volver para ver a mis amigos, mi familia y a la gente que quiero y sigue en Rusia, pero la situación se está complicando y realmente temo que, si vuelvo, podrían llamarme a filas", admite Anton. "No es un buen momento para volver. Por ahora me quedaré en Japón", indica.

"La situación se está complicando y temo que si vuelvo, podrían llamarme a filas"

Albert, por su parte, explica que si un día vuelve a Rusia, "tendría que ser otra Rusia, no al país en el estado en el que se encuentra ahora". "El país está bien y algunas personas son maravillosas, pero no los que gobiernan el país. Si los que gobiernan siguen, no voy a volver", recalca.

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