Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y México y Perú competirán por el Goya a mejor película iberoamericana en la 37 edición de estos premios. Han sido elegidas en un año en que se han presentado dieciséis títulos para esta categoría, aumentada en una nominación más, propuestos por las academias y los comités de selección de sus respectivos países.
1976, de Manuela Martelli
Durante la dictadura de Augusto Pinochet hubo héroes anónimos y cómplices pasivos, dos comportamientos opuestos que la actriz y ahora directora chilena Manuela Martelli recoge en su ópera prima, 1976. Su protagonista, interpretada por Aline Kuppenheim, es una mujer de la alta burguesía santiaguina que acepta cuidar a un joven opositor herido cuando recibe la petición de un cura amigo, escondiéndolo de su familia afín al régimen.
Una historia que revisita un momento trágico de su país, señala la cineasta, desde otro punto de vista, “desde los márgenes”, no en la primera línea. Estrenada en España, ha sido muy bien recibida por crítica y público y participado en numerosos festivales como en la Quincena de Realizadores de Cannes y San Sebastián, con premios a la mejor ópera prima en el de Londres y el de Biarritz, y el de mejor actriz en Tokio, entre otros.
Argentina 1985, de Santiago Mitre
Dirigida por Santiago Mitre, autor también del guion junto a Mariano Llinás, Argentina 1985 ha arrasado en la taquilla de su país con más de un millón de espectadores y ha ganado, entre otros, el Premio del Público en el Festival de San Sebastián, un Forqué, un Globo de Oro y está nominada al Oscar a Mejor Película Internacional. La cinta recoge el juicio que sentó en el banquillo en 1985 a los máximos responsables de la última dictadura militar argentina focalizado en el difícil trabajo que llevaron a cabo el encargado de la acusación, el fiscal Julio César Strassera, interpretado por Ricardo Darín, y su asistente Luis Moreno Ocampo, al que da vida Peter Lanzani.
Rodada como una película clásica de juicios, con suspense incluido, estupendos actores y aderezado por el particular sentido del humor que parece que tenía Strassera, estremece por los testimonios de las víctimas quienes finalmente obtuvieron cierta reparación con la condena de varios de los inculpados. El alegato final del fiscal en este juicio a las Juntas Militares y su “Nunca más” ha quedado ya para la historia.
La jauría, de Andrés Ramírez Pulido
Esta ópera prima del colombiano Andrés Ramírez Pulido, autor de varios premiados cortometrajes, está ambientada en un centro experimental de reeducación de adolescentes delincuentes ubicado en un bosque tropical del país, donde sufren los métodos dispares de sus supuestos educadores.
La Jauría, “el retrato de una generación de jóvenes acechados por la violencia” según su director, está interpretada por un grupo de actores no profesionales o naturales, e indaga en los orígenes de esa violencia y sus consecuencias mientras se pregunta si es posible escapar de ella y cambiar de vida. Participó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, donde recibió el Grand Prix y el premio SACD de su sección paralela dedicada a los nuevos talentos, y en la sección Horizontes Latinos de San Sebastián.
Noche de fuego, de Tatiana Huezo
La película de la mexicana de origen salvadoreño Tatiana Huezo está basada en la novela Prayers for the Stolen, de Jennifer Clement, a la que la cineasta ha dado su toque personal adaptándola a la realidad mexicana. Cuenta la historia de tres amigas que viven en una aldea de las montañas del estado de Guerrero y que son obligadas por sus madres a cortarse el pelo y esconderse cada vez que llegan los grupos de narcotraficantes que se llevan a las niñas, de las que no se vuelve a saber nada de ellas.
Noche de fuego es la primera cinta de ficción de la directora después de los documentales Desde el lugar más pequeño y Tempestad y, como en ellos, refleja su preocupación por los temas sociales, la impunidad, la infancia robada, la mujer y la violencia. Ganadora de siete premios Ariel de la Academia de Cine mexicana, entre ellos el de mejor película, mejor guion adaptado y mejor coactuación femenina para mayra batalla, ha pasado por numerosos festivales internacionales, incluido el de San Sebastián.
Utama, de Alejandro Loayza Grisi
Es la ópera prima del boliviano Alejandro Loayza Grisi en la que retrata una forma de vida en peligro de extinción por el cambio climático y el éxodo a las ciudades, entre otros factores, a través de la historia de una pareja de ancianos quechuas que viven en el Altiplano cuidando llamas y a los que su nieto intenta convencer de que abandonen el lugar. Rodada en quechua y español, refleja también la pérdida de los idiomas originales y la brecha generacional.
Marcos Loayza dice que se inspiró para “Utama” en los viajes por el país acompañando a su padre, director de documentales, y a su hermano, productor. Y en el Altiplano encontró a la pareja de ancianos protagonistas, José Calcina y Luisa Quispe, actores no profesionales, a los que se unió el joven Santos Choque. Ha sido premiada en varios festivales como el de Sundance, Viña del Mar y Málaga, donde recibió la Biznaga de Oro a Mejor Película Latinoamericana.
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