Después de una noche de lluvia, que coincidía con la llegada del féretro de la reina Isabel II al Palacio de Buckingham, el sol ha salido en Londres para dar el último adiós a la monarca británica.
Miles de personas se han reunido en las calles de la capital de Reino Unido para ver el cortejo fúnebre y algunas han pasado horas e incluso más de un día esperando en la cola para entrar a Westminster Hall, donde se encuentra la capilla ardiente, que estará abierta durante casi cinco días.
Katy ha venido con su hijo adolescente y poco hablador. Explica que es la primera vez que viene a un evento tan histórico. “Cuando se celebró el Jubileo de Platino, decidí quedarme en casa y seguirlo desde la televisión, pero hoy simplemente sentía que venir aquí era lo correcto”, admite apoyada en un árbol frente a la avenida de The Hall. “Perdí a mi abuela durante la pandemia y no pudimos unirnos con la familia para despedirnos de ella. Venir aquí es como un duelo colectivo”, añade entristecida.
Lleva una rosa blanca en el bolso y tiene pensado dejarla más tarde en Green Park, a tan solo unos metros del Palacio de Buckingham. “La reina hizo mucho por todos nosotros y esta es una forma de agradecerle todo lo que ha hecho”, relata.
“Orgullo y tristeza”
Desde primera hora de la mañana, miles de personas de todas las edades hacían filas interminables, algunas vestidas de negro y con ramos de flores, para ver desfilar el ataúd de la reina, que llevaba encima su corona, la misma que empleó durante su coronación y en las aperturas del Parlamento británico.
El ambiente ruidoso mientras la gente esperaba el paso de la reina, se ha calmado inmediatamente a las 14:22, hora a la que el ataúd con su cuerpo salía del Palacio de Buckingham para llegar al Westminster Hall con una banda y el resto de sus familiares –el nuevo rey Carlos III, el príncipe Guillermo y el príncipe Enrique, entre otros- caminando a paso militar detrás de ella.
Con lágrimas en los ojos, Katerina aplaude el “ambiente respetuoso” que se ha vivido en la avenida de The Mall cuando ha pasado el féretro de la reina. “Ha sido muy bonito y emocionante”, señala esta mujer del norte de Inglaterra. Ha venido sola porque su marido no ha querido acompañarla, pero está “muy contenta de haber presenciado este momento histórico”. “Ha sido triste, porque te hace recordar a todas las personas cercanas a las que has perdido”, lamenta.
Mientras recoge su silla de la primera fila tras la valla, Susanne define a la reina como “la mejor mujer del mundo”. Esta londinense de unos 50 años ha venido con su marido y explica que sus padres “estuvieron en Londres el día de la coronación de Isabel II”. “Me he sentido triste, pero también orgullosa. Orgullosa de ser británica”, recalca.
“"Me he sentido triste, pero también orgullosa de ser británica"“
Vestido con un traje, Philip viene desde Surrey con su mujer. Señala que ha vivido “un momento para recordar” y que ha sentido “orgullo y tristeza”. “El rey también ha pasado por aquí y ha sido la primera vez que he visto al que fue el príncipe Carlos y ahora es el rey de Inglaterra. Ha sido abrumador”, añade.
Un momento “histórico” para compartir con todas las generaciones
Personas de todas las edades, desde niños de 6 y 7 años hasta madres con carritos y ancianos con sillas plegables, y de todas partes de Reino Unido y del mundo, han acudido para presentar sus respetos a la reina Isabel II.
Heysel llega desde una ciudad cerca de Manchester. Ha venido con sus dos hijas y dos nietos, de 7 y 15 años, que se han perdido un día de clase. Recuerda el momento en el que Isabel II fue coronada, cuando tenía la misma edad que su nieta. “A mi nieto le encanta la familia real y mi nieta tiene siete años. Seguramente no sepa lo que significa estar aquí ahora, pero será algo que agradecerá y recordará cuando sea mayor como yo”, afirma.
Seonaid y Janie vienen de Essex con sus hijos. “Hemos traído a nuestros hijos porque esto es histórico. Esta será la única reina a la que puedan dar sus respetos”, señala Seonaid. Uno de sus hijos, de 7 años, afirma que le da “mucha pena que la reina se haya muerto” pero está “muy contento” por haber visto el cortejo fúnebre.
Por su parte, Janie comenta que también vino a Londres cuando murió la princesa Diana y cuenta que un día incluso conoció a la reina Isabel II. “Todos los años vamos a pescar a Escocia y una de las veces estábamos ahí y de repente nos encontramos a la reina, que iba con una gabardina y una bufanda”, recuerda con alegría. “Después fuimos a visitar el salón de baile del palacio de Balmoral. Había muchos vestidos de la reina expuestos y mi hijo, que entonces tenía 2 años no dejaba de tirar de ellos”, continúa relatando. “Entonces apareció la reina y mi hijo empezó a tirar también de su vestido. Le pedí perdón y me dijo: ‘No te preocupes, mis nietos hacen lo mismo’”, relata entre risas.
Más de un día esperando para vivir “historia en acción”
Ciudadanos británicos y extranjeros forman una larga cola a orillas del río Támesis en Londres para ser los primeros en presentar sus respetos a la reina Isabel II en persona. El féretro permanecerá durante casi cinco días en el Westminster Hall, el área más antigua del Parlamento Británico.
Se espera que entre 750.000 y un millón de personas pasen por delante del féretro de la monarca que reinó durante 70 años. Entre ellos se encuentra Phil, de 63 años, uno de los primeros en la fila. Es de Australia, pero lleva 40 años viviendo en Londres. Se incorporó a la cola a las 16:00 horas de este martes, más de un día antes de que la capilla ardiente abriera sus puertas. Asegura que “quería estar seguro de que podía entrar para ver el ataúd de la reina” y que no le importa “tener que esperar 30 horas”.
“Quería formar parte de esto. Siempre he apoyado mucho a la familia real”, afirma bajo su paraguas negro. “Dentro no se pueden sacar fotos, entonces todo se tiene que quedar en la cabeza. Se quedará ahí toda la vida y eso lo hace incluso más especial”, añade.
Unos metros más adelante se encuentra Monica. Esta mujer filipina de 61 años lleva esperando desde las 8:00 horas de este martes. Con una camiseta en la que se lee “Nunca es tarde”, admite que nunca antes había hecho una cola así para nada. “Quiero mostrar mi máximo respeto a la reina. No quería perderme este momento. Será un recuerdo que me dure toda la vida”, dice alegre bajo una carpa blanca instalada para protegerse de la lluvia.
“Llevo desde las 8 de la mañana, pero no estoy nada cansada”, afirma con entusiasmo antes de mirar la hora en el Big Ben y decir: “El tiempo pasa volando”.
Monica señala que, a pesar de ser una ocasión triste está feliz, porque ha hecho buenos amigos en la cola. “Somos gente de diferentes partes del mundo. Algunos ingleses, otros de Irlanda, de Gales… El ambiente es maravilloso”, añade.
A su lado, sentado en una silla de camping se encuentra Martin. Originalmente de Irlanda, este hombre de 64 años lleva casi la mitad de su vida en la capital británica. “La reina nos dio 70 años de servicio sin perderse ningún día de trabajo. La mayoría de nosotros nos jubilamos a los 65 o 66 años y ella ha aguantado hasta el último día de su vida. Es una inspiración para todos”, admite. “Lo único que podemos hacer por ella es venir aquí y pasar dos días para ver su féretro. Son dos días solo, comparado con 70 años de su reinado”, añade.
“Lo de hoy es historia en directo. La mayoría de nosotros aprendemos cosas que han pasado 20 años después, pero cuando en los próximos años los libros hablen sobre lo que está pasando hoy, podremos decir que somos parte de ello”, indica este amante de la historia. “Esto es historia en acción y formamos parte de ella”, añade.
Cuando la lluvia comienza a animarse a las orillas del Támesis, Martin dice que "el tiempo es miserable, pero no nos importa en absoluto”. “Incluso si el agua sube seis metros y tengo que ir nadando... No me importa, cruzaré el río. No me parará nada”, dice con firmeza.
Vestida de negro y con su pulsera amarilla que indica que ha estado esperando en la cola, Karen es una de las afortunadas que ya han podido entrado a la capilla ardiente. Tras más de 10 horas, señala que ver el féretro con el cuerpo de Isabel II ha sido algo "muy conmovedor". "Estábamos entre ir al desfile o hacer la cola para entrar a la capilla ardiente. Elegimos lo segundo porque estoy segura de que durante estos días la fila va a ser más larga todavía. Ha merecido la pena", añade con cara feliz.
Colin ha llegado a las 7:00 a Londres desde Sussex para unirse a la fila. "No suelo estar de pie esperando durante 10 horas para nada, pero ha merecido la pena", admite orgulloso. "Ha sido muy emocionante ver a la reina, pero también es increíble ver este edificio porque fue construido hace más de 1.000 años", señala.
Baños portátiles y cafeterías abiertas durante más horas
Se espera que la cola para entrar en el Westminster Hall para dar el último adiós a Isabel II pueda llegar hasta los 7,5 kilómetros a lo largo de la orilla sur del río Támesis. La fila pasará por lugares emblemáticos, como el London Eye.
Desde que se han abierto las puertas de la capilla ardiente este miércoles hasta el lunes a las 6:30 (hora local), cuando se celebrará el funeral de la reina, la fila no parará de avanzar. Una vez que se unan a la cola, las personas recibirán una pulsera que les permitirá salir de vez en cuando de la fila para poder ir al baño o comprar algo de comer y beber.
En varios puntos del recorrido habrá baños portátiles, puestos de primeros auxilios y algunas cafeterías y otros negocios locales abrirán durante un horario extendido. El Southbank Centre o el National Theatre también tendrán sus puertas abiertas durante más horas para que las personas utilicen sus instalaciones, en algunos casos incluso durante 24 horas.
Antes de unirse a la fila, se recomienda que las personas tengan en cuenta con qué cosas no podrán entrar a la sala de la capilla ardiente. Cualquiera que entre deberá dejar atrás frascos o botellas que no sean transparentes, artículos afilados, sacos de dormir y pancartas. Además, cada persona solo podrá llevar una bolsa pequeña con una sola abertura o cremallera.
Londres comienza así el primero de casi cinco días para dar el último adiós a la reina que llevó su corona durante más de 70 años.