Tras el traslado del féretro de Isabel II al Palacio de Westminster desde Buckingham, los primeros británicos han comenzado a entrar en la capilla ardiente, que ha abierto sus puertas sobre las 17:00 hora local (18:00 en España).
Los asistentes podrán acceder al recinto durante cuatro jornadas, 24 horas días, hasta las 18:30 (hora local) del próximo lunes 19 de septiembre, cuando se celebrará el funeral de Estado. Se espera que en total acudan unas 750.000 personas.
Entre los primeros ciudadanos han podido verse rostros apesadumbrados y lágrimas, una escena que se repitió también en la catedral de Sait Giles en Edimburgo, Escocia.
Ante la elevada asistencia, el Gobierno británico muestra actualizaciones en directo sobre la longitud de la cola para acceder a Westminster. El Departamento de Digital, Cultura, Medios de Comunicación y Deporte (DCMS) tiene una transmisión en vivo en YouTube que muestra el punto final de la línea.
Debido el aluvión de asistentes a la capilla ardiente de Isabel II, hay más de 1.000 voluntarios, comisarios, mariscales y policías, así como varios intérpretes de la lengua de signos británica disponibles para ayudar. Además, se han instalado más de 500 aseos provisionales a lo largo del recorrido de la cola, y muchos comercios cercanos están abiertos durante un amplio horario para que los visitantes puedan comprar comida y bebida.
Los hijos de la reina han caminado detrás del ataúd
Antes, sobre las 14:22 hora local (15:22 en España), el cortejo fúnebre con los restos mortales de Isabel I salió desde el palacio de Buckingham, en Londres, rumbo a la sede del Parlamento británico en Westminster.
El ataúd, cubierto con el estandarte real y una corona de dalias y rosas blancas, fue transportado en un carro de armas tirado por siete caballos negros de la Tropa de Artillería.
Detrás del carro han procesionado a pie el rey Carlos III y sus hermanos, Ana, Andrés y Eduardo. También ha estado presentes los príncipes Guillermo y Enrique, hijos del soberano, que caminan algo más distanciados del féretro.
Así ha sido la solemne procesión
La procesión ha transcurrido a paso lento y en orden casi perfecto por The Mall y Whitehall, engalanada con grandes banderas británicas. Por delante del féretro han avanzado agentes de la Policía de Londres montados a caballo.
El silencio se ha roto solo por la música solemne de una banda real y los cañonazos disparados cada minuto desde el cercano parque londinense de Hyde Park, así como por una campanada del reloj Big Ben, también cada minuto.
Como exige el protocolo para un cortejo de este tipo, el rey Carlos III ha vestido un uniforme ceremonial con el rango de mariscal de campo y ha llevado el bastón de mariscal que le había entregado su madre en 2012, así como la condecoración de la Orden del Mérito. Por su parte, su hijo y heredero, Guillermo, ha llevado uniforme de la Real Fuerza Aérea (RAF) y varias medallas concedidas por su abuela.
Más atrás, pero en limusina real, han ido la reina consorte, la princesa de Gales, la duquesa de Sussex y la esposa del príncipe Eduardo.
Al llegar a la sede de la Guardia Real a Caballo, frente al céntrico parque de St. James, el cortejo ha recibido el saludo de esta guardia al atravesar el arco del edificio.
Cuatro días para despedir a la reina
Una vez en el Parlamento de Westminster, el féretro ha sido sobre un catafalco en una capilla ardiente, donde permanecerá custodiado -por turnos- por miembros de la guardia real y los guardianes "Yeoman" de la Torre de Londres, y la podrán visitar los ciudadanos.
Tras esto, el arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia Anglicana, ha oficiado un servicio religioso acompañado por el deán de Westminster, David Hoyle, en el que han estado presentes el rey y su familia.