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Coronavirus y la carrera para encontrar una vacuna

SAMUEL A. PILAR
20 min.

Casi al mismo tiempo que la pandemia de coronavirus comenzaba a traspasar fronteras como un tsunami imparable, laboratorios de todo el mundo iniciaban una carrera contra reloj para encontrar una vacuna que pueda contrarrestar al nuevo patógeno. No es el único recurso científico para detener al virus, pero sí el más importante. Las investigaciones siempre parten de la premisa de que el desarrollo de vacunas se caracteriza por un alto nivel de fracaso, pero nunca antes la comunidad científica internacional había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema.

Los contagios declarados en todo el mundo superan los 90,4 millones, mientras que los fallecimientos rondan ya los 1,94 millones, según los datos que recopila la Universidad Johns Hopkins. Hallar una vacuna contra el nuevo coronavirus se ha convertido en una cuestión de máxima prioridad y la carrera ha tenido su primer hito en España con el arranque de la vacunación de las primeras dosis de Pfizer/BioNtech en residencias de todo el país.

Repasamos algunos de los puntos más importantes que caracterizan a este gran reto científico:

¿Por qué es importante una vacuna contra el coronavirus?

Hasta que no se encuentre una vacuna efectiva, el coronavirus SARS-CoV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán  expuestas al patógeno. El nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse a lo largo y ancho del mundo de una manera explosiva.

Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios hasta niveles de relativa seguridad, pero el regreso a la situación anterior a la pandemia va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es, con mucha diferencia, la más importante.

¿Se trata solo de desarrollar una vacuna?

La frenética carrera por encontrar una vacuna tiene ante sí un triple desafío titánico. Primero, para acortar los plazos debe conseguir acelerar esa relativa lentitud que caracteriza al proceso de desarrollo, aunque garantizando en todo momento la seguridad del fármaco. Pero también hay que considerar que la vacuna realmente exitosa no tiene que ser solo efectiva, sino que además debe poder producirse a una escala nunca antes conocida -varios miles de millones de unidades en el menor tiempo posible-, por lo que la implicación de la industria farmacéutica es fundamental. El tercer paso sería asegurar unas campañas masivas de vacunación también inéditas a nivel mundial.

¿Cuánto se tarda habitualmente en desarrollar una vacuna?

El proceso se está acelerando al máximo, pero hay fases que no pueden ser más rápidas, y requieren de meses de pruebas precisamente para garantizar esa seguridad que siempre acompaña a las vacunas. En un contexto de pandemia, pueden parecer siglos, pero hay que tener en cuenta que en condiciones normales el desarrollo de una vacuna se extiende durante varios años e incluso décadas.

Como consecuencia de la exigencia extrema que acompaña al desarrollo de vacunas, los investigadores suelen seguir un proceso lineal en el que cada evidencia se analiza hasta el mínimo detalle antes de dar el siguiente paso. Pero ahora los procesos de investigación arrancan lo antes posible y muchas fases se ejecutan en paralelo, abandonando el esquema lineal. Aunque hay que tener claro que las fases no se están acortando, simplemente se están superponiendo. También, es muy importante el hecho de que cualquiera de estos proyectos cuenta con una financiación impensable en otro momento, por lo que estas vacunas experimentales se ahorran una de las partes más engorrosas que habitualmente ralentiza gran parte del proceso.



Otra de las medidas más importantes para acortar los plazos es la de la "revisión continua" por parte de las autoridades sanitarias. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha utilizado este procedimiento con las vacunas experimentales de Pfizer y AstraZeneca. De esta manera, se analiza el fármaco desde "el primer lote de datos" de estudios de laboratorio, en lugar de al final del proceso, como se hace habitualmente.

En todo caso, esta mayor rapidez no se va a traducir en una menor seguridad. Las agencias reguladoras de medicamentos garantizarán que las futuras vacunas no produzcan efectos adversos graves en las personas a las que se administra.

¿Cuántas fases debe superar una vacuna?

Antes de cualquier prueba clínica en humanos, el candidato a vacuna debe superar una Fase 0 o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales. La vacuna debe demostrar que es segura y que funciona en los organismos animales. Si lo hace, puede pasar al estudio clínico en seres humanos, que se divide a su vez en tres fases, con una cuarta adicional una vez que el fármaco ya esté autorizado y comercializado:

Desde que la OMS declaró el brote de coronavirus como pandemia, los proyectos de vacuna se han multiplicado en todo el planeta. AFP

¿Qué proyectos destacados de vacuna existen a nivel mundial?

Desde que la Organización Mundial para la Salud (OMS) declaró el brote de coronavirus como pandemia, los proyectos de vacuna se han multiplicado en todo el planeta. Con fecha 8 de enero, la última referencia en la que aporta datos, el organismo internacional reconoce 172 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna y se encuentran en fase preclínica. Además, hay otros 63 que la han superado y han alcanzado la etapa clínica, con pruebas en humanos. De ellos, quince están en la fase 3, y dos de ellas ya se ha autorizado en la Unión Europea.

Estas son todas las candidatas a vacuna en fase clínica y la etapa en la que se encuentran:

España cuenta con varios proyectos de importante calado científico, aún en fase preclínica. REUTERS

¿En qué situación se encuentran los proyectos españoles?

Un escalón por debajo, aún en fase preclínica, España cuenta al menos con una decena de proyectos que buscan una vacuna desde diferentes perspectivas. Además, la vacuna experimental RUTIdesarrollada por el Hospital Germans Trias i Pujol y fabricada por la farmacéutica Archivel Farma, ha sido la primera que de momento ha recibido la autorización para realizar un ensayo clínico, aunque solo en Argentina.

En cuanto al resto de proyectos, aún en fase preclínica, se trata de los siguientes:

Investigadores del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ya han iniciado los ensayos preclínicos con animales de un candidato a vacuna basado en una modificación de la que se usó contra la viruela.



En concreto, utilizan una cepa muy atenuada del virus Vaccinia (llamado MVA), de la familia del virus de la viruela, como vector viral para insertarle genes del nuevo coronavirus que puedan inducir una respuesta inmune adecuada frente al SARS-CoV-2. El grupo está liderado por Mariano Esteban y Juan García Arriaza. Tras unos primeros resultados esperanzadores, prevén que puedan comenzar los ensayos en humanos a finales de 2020.

En el mismo centro, otro equipo, dirigido por Luis Enjuanes e Isabel Sola, trabaja en crear una vacuna a partir de una reconstrucción genética del propio coronavirus, atenuando y eliminando los genes más virulentos, y conservando aquellos que dan lugar a proteínas capaces de inducir una respuesta inmunitaria eficaz. No prevén comenzar los ensayos clínicos hasta finales de 2020, como pronto.

Un tercer equipo de investigadores del CSIC, dirigido por Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas, está buscando una vacuna frente al SARS-CoV-2 basada en ADN recombinante. El grupo ya desarrolló una vacuna de estas características destinada a la leishmaniosis canina. Su previsión es terminar las pruebas preclínicas para finales de año, y comenzar justo después los ensayos en humanos.

La vacuna no es el único recurso científico para frenar al virus, pero sí el más importante. GTRES



Asimismo, hay otros proyectos que se están desarrollando en laboratorios españoles:

¿Qué es la “inmunidad de rebaño”?

La "inmunidad colectiva" o "inmunidad de rebaño" proporciona protección indirecta a los individuos no vacunados, y solo se produce cuando se vacuna una parte muy importante de la población, a la que se suman las personas que son inmunes porque han desarrollado anticuerpos tras un contagio previo. Los epidemiólogos calculan que entre el 60% y el 70% de la población necesita ser inmune al virus para alcanzarla. Hay que tener en cuenta que esta es la manera más efectiva para proteger a personas inmunodeprimidas o que, debido a diversas razones como puede ser la edad, su sistema inmunológico no es capaz de contrarrestar al patógeno a pesar de haber sido vacunadas.

Mientras llega la vacuna, existen posturas que abogan por dejar que se infecten las personas sin ningún tipo de control, para generar esta “inmunidad de rebaño”. Lo que proponen, básicamente, es permitir el aumento de casos positivos y de circulación de personas para incrementar la generación de anticuerpos y la creación de una barrera inmunológica. Pero esta estrategia no pasa de ser una idea descabellada, puesto que en la práctica supone una condena segura al colapso sanitario y a la muerte de millones de personas.

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