La ganadora del Goya a la Mejor Película de Animación, Buñuel en el laberinto de las tortugas (2019) llega a Versión Española. Adaptación de la novela gráfica de Fermín Solís, la cinta está dirigida por un experto en efectos especiales, el catalán Salvador Simó (El libro de la selva, Piratas del Caribe: la venganza de Salazar).
Una historia que nos sitúa a principios de los años 30 para contarnos la historia de un joven Luis Buñuel y las dificultades que atraviesa para rodar su nueva película, tras el escándalo provocado en París con La edad de oro. A modo de making off -animado-, la obra de Salvador Simò nos muestra cómo fue el rodaje de Las Hurdes. Tierra sin pan (1933), uno de los trabajos más famosos del director español y supuso un cambio total en la filmografía del cineasta. “En las Hurdes entra Luis y sale Buñuel”, apunta Simò. Descubrimos las curiosidades más sorprendentes de Buñuel en el laberinto de las tortugas.
1. Del libro a la gran pantalla
Trece años antes de la pelí, surgió el libro. El cómic y la animación son dos lenguajes completamente diferentes, y Solís exprime al máximo las posibilidades del noveno arte. En este caso es casi necesario que el espectador acuda a la obra de origen para ampliar su experiencia al máximo. La primera edición se publicó en 2008 con Astiberri y el año pasado con Reservoir Books, con motivo de su adaptación al cine.
2. Ramón Acín, un personaje clave
También aragonés, como Buñuel, Ramón Acín era un intelectual, ilustrador, escultor, articulista, profesor de dibujo de la Escuela de Magisterio de Huesca, y destacado militante anarcosindicalista. Se comprometió con Luis Buñuel a, si le tocaba el Gordo de la Lotería de Navidad, dedicar parte del premio a costear el documental. Y dicho y echo. En la Loteria de 1932, Acín ganó 50.000 pesetas, cantidad que iría destinada al rodaje de Las Hurdes.
3. Un doblaje muy natural
La cinta cuenta con un método diferente al que suelen hacerse en filmes de Pixar o Disney, donde el actor famoso se pone delante del atril y el micrófono. Por lo general, lo primero que se hace es grabar sus voces y el animador dibuja y mueve a los personajes en base a esas voces. En esta película se utilizó un método distinto ya que los actores interpretaron sus escenas como si estuviese actuando. Como en una ficción sonora de RNE. Los actores grabaron sus voces con una pértiga, pero sin la cámara solo con el micro. “Eso le dio una naturalidad y frescura increíble a la película”, cuenta su director.
4. Borrachera en nombre de Buñuel
Hacer las película no fue el único acto con el que homenajearon al cineasta español. Cuenta Salvador Simò que durante unas navidades, en mitad del proceso de creación de Buñuel en el laberinto de las tortugas, José Luís Ágreda, Manuel Cristóbal (el productor) y él probaron a hacer la receta del buñueloni, un cóctel que viene a ser una variante del Negroni creada por Buñuel. Una bomba de relojería en vaso de cristal que gustó mucho y que les hizo entonar algún que otro canto regional…
5. La promesa que no pudo cumplirse
Para Simò fue muy emocionante poder conocer al hijo de Luis Buñuel durante la escritura del guion de la película. Juan Luís Buñuel, un hombre ya mayor, pero entrañable, les invitó a su casa para contarles anécdotas y vivencias junto a su padre. Entre ellas, anécdotas de los rodajes y detalles sobre la amistad de su padre con Ramón Acín o su enemistad con Dalí. Solís le prometió que cuando acabase Buñuel en el laberinto de las tortugas iría a su casa para poder ver el filme juntos. Lamentablemente falleció poco antes de verla acabada.