El documental sobre Las Hurdes extremeñas, donde en 52 pueblos aislados del exterior vivían en la miseria más extrema 8.000 personas, colocó a Luís Buñuel en un lugar preferencial en la historia del cine documental. De 27 minutos de duración, fue la tercera película del cineasta turolense. Las dos primeras, 'Un perro andaluz' y 'La Edad de Oro' las había rodado en París.
“A Buñuel se le habían cerrado todas las puertas por el escándalo que provocó 'Un perro andaluz'. Nadie quería sufragar la producción del documental de 'Las Hurdes' ”, ha afirmado Víctor Juan, director del Museo Pedagógico de Huesca, y miembro del patronato de la Fundación Ramón Acin.
Acín, también aragonés, esta vez de Huesca, era un intelectual, ilustrador, escultor, articulista, profesor de dibujo de la Escuela de Magisterio de Huesca, y destacado militante anarcosindicalista. “Pudiendo estar del lado de los poderosos, se sumó a las causas de los humildes”, ha relatado Victor Juan, en su libro “Ramón Acin. En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo”, editado durante esta pandemia. Se comprometió con Luis Buñuel a, si le tocaba el Gordo de la Lotería de Navidad, dedicar parte del premio a costear el documental. La película de animación “Buñuel en el laberinto de las tortugas” de Salvador Simò recrea este momento.
Un premio que viajó hasta Huesca desde Doña Manolita
La serie del 29.757 del Sorteo del 22 de diciembre de 1932, llegó hasta la ciudad de Huesca desde Madrid, de la administración de Doña Manolita a través del habilitado de la Audiencia Provincial José María Sanagustín. Se repartió en el ámbito judicial, entre abogados, jueces, y se fue distribuyendo entre funcionarios de prisiones, y de la administración.
“Fue una lotería muy repartida, pero entre una clase social concreta, realmente privilegiada” ha afirmado Víctor Pardo, estudioso del legado, y comisario de varias exposiciones sobre Ramón Acin. Entre los agraciados, el alcalde de la ciudad entonces, Manuel Sender, hermano del literato Ramón José Sender, autor de 'Réquiem por un campesino español', y por supuesto, Ramón Acín.
Por curioso que ahora parezca, los diarios de la época , El pueblo. Diario de la República, y el Diario de Huesca, además de hacerse eco de la noticia, desgranaban con nombres y apellidos a los apostantes, la cantidad que jugaban, y el premio que les correspondió.
Un mes de rodaje y Acín implicado en el guión
El benefactor de Buñuel acabó cumpliendo su palabra, y destinó la tercera parte de su premio, 50.000 pesetas, al rodaje que relataría la vida de estos extremeños alejados del mundo, que vivían entre el paludismo, la anemia, la tuberculosis, el bocio, el enanismo y la discapacidad.
“Le gustaba mucho el cine, revela parte de sus preocupaciones , era normal que participara. Es impactante, es un referente, es una obra de arte” dice Ana García Bragado, nieta de Ramón Acín.
No sólo acompañó a Buñuel, sino que hizo de guionista, y quizás algo más. Víctor Juan, del Patronato de la Fundación Ramón Acín, ha asegurado que están convencidos de que “lo que la película fue al final no una cuestión estética, como planteaba más Buñuel, esas escenas surrealistas de un burro muerto, o de unos niños bebiendo en un arroyo, sino que Ramón Acín consiguió darle un giro al documental para que hubiese mucho de denuncia, de que la gente tomase partido sobre cosas que eran intolerables”
Un documental prohibido
La República prohibió el documental en España, pero adquirió renombre internacional. Acín y su mujer morían fusilados en la Guerra Civil. Sus hijas, Katia y Sol, y un puñado de entusiastas custodian su legado
Luis Buñuel montó la película en la cocina de su casa. Se estrenó ante un puñado de intelectuales en el Palacio de la Prensa de Madrid. El escándalo fue mayúsculo. Ramón Acín aspiraba a recuperar su dinero, pero estalló la Guerra Civil. En agosto de 1936 lo fusilan ante la pared del cementerio. Quince días después, a su mujer. Sus hijas Katia y Sol, que habían vivido en un mundo culturalmente privilegiado, quedaban a cargo de su familia, que mantuvo viva la memoria de Ramón y Concha.
Buñuel, a su vuelta a España en 1962, compensó en parte con las hijas de Ramón, el dinero que le había donado. Y mantuvo una larga amistad con sus hijas. “Se apreciaron, lo visitaban cuando iban a Madrid” confirma Ana, una de las hijas de Katia, “y esa amistad, duró siempre”.
Ramòn Acín creó, para el que llamaba “el parque de los niños de Huesca”, la escultura de las pajaritas de Huesca. Era la primera obra en el mundo a una figura de papel. Hoy, es uno de los símbolos de la ciudad.
Y hay nostálgicos que lo recuerdan cada año comprando el mismo número de la lotería de Navidad, el 29.757.