Repasar todos los actos de investidura de los presidentes de EE.UU. es una buena manera de repasar la historia de la moda. Todos los gobernantes juraron el cargo junto a sus esposas y son ellas, a través de sus vestidos, las que nos permiten recorrer los cambios estéticos, los gustos y las tendencias en moda de los últimos 125 años. Jill Biden se suma a una larga lista de Primeras Damas, que arrancamos con Ida Saxton McKinley en 1897.
Melania Trump nos deja momentos fabulosos, estéticamente hablando. Su bautismo 'fashion' fue cuando su marido, Donald Trump, juró su cargo. En ese momento acaparó todas las miradas con su elegantísimo 'dos piezas', formado por un vestido de cuello cerrado con costuras en diagonal y manga tres cuartos, y una chaqueta-bolero de patrón geométrico y cuello alto cruzado en el pecho. Los guantes y los zapatos de corte salón, en el mismo tono, remataban el look 'lady' de Melania. Fueron muchos los que la compararon con Jacqueline Kennedy. Y muchos los que se ofendieron por ello.
El día de la investidura termina bailando -este año no habrá baile por motivos de seguridad por la pandemia- y es ahí cuando hemos visto los vestidos más fabulosos de las Primeras Damas. Melania bailó con un diseño de Hervé Pierre, un modisto muy conocido en EE.UU. pero no tanto en Europa. Se trata de un modelo asimétrico en tono empolvado con un pequeño cinturón de seda granate que hace contraste. El vestido deja los hombros al descubierto y tiene un volante que sale de la manga derecha y atraviesa el cuerpo hasta la cintura.
Con él abrió, como marca la tradición, el primero de los tres bailes que había organizados para la investidura de su marido. Hervé Pierre, de 51 años, estuvo trabajando durante 14 años con Carolina Herrera y antes pasó por firmas como Oscar de la Renta. Llegó a EE.UU. en 1992, con la experiencia adquirida en casas francesas tan importantes como Dior y Balmain.
No es la primera vez que Pierre viste a una primera dama ya que trabajando en Oscar de la Renta y Carolina Herrera hizo trajes para Michelle Obama, Hillary Clinton y Laura Bush. Salvo algunas -pocas- excepciones, la investidura se celebra el 20 de enero, uno de los meses más fríos. Por eso todas las Primeras Damas han llevado abrigos en el instante de jurar el cargo aunque algunas posaron para retratos oficiales con vestidos impresionantes.
Michelle Obama ha hecho muchos guiños con su vestuario. En 2009 llevó un conjunto de abrigo y vestido en tono verde de la diseñadora cubana Isabel Toledo. “Ella era negra y yo una emigrante cubana, y las dos estábamos ahí. Ella logró llegar a la Casa Blanca y yo la vestí en ese momento. Ese vestido amarillo es la materialización de la posibilidad, de la esperanza. Ese vestido dice: se puede llegar. Es posible”, decía Toledo a RTVE cuando la diseñadora visitó Barcelona. Esa noche cambió de registro y apostó por un vestido asimétrico, de aire nupcial, de Jason Wu. En 2013 apostó por un abrigo de cuadros 'corbata' de Thom Browne, que fue el ganador del Premio a Mejor Diseñador en 2012, un gesto de la Primera Dama para apoyar la moda. Para el baile volvió a recurrir a Jason Wu pero esta vez en un atrevido colo rojo y con los hombros al aire, un estilo que a Michelle Obama le gusta especialmente.
La Primera Dama más glamurosa ha sido Jackie. Es un icono, de moda y estilo, y no necesita apellidos. Y eso que tuvo varios: el de soltera, el que 'adoptó' cuando se casó con John F. Kennedy y el que le 'cayó' cuando se casó con Aristóteles Onassis ( así se convirtió en Jackie O.). Para el día de la investidura de Kennedy, Jackie diseñó su 'modelazo' junto a Ethan Frankau, un vestido de gasa transparente sobre cuerpo bordado a juego con una capa, todo en blanco.
El primer 'crédito' (como se llama en moda a la información de las prendas que llevan las modelos en las revistas) que tenemos data de 1009. Para bailar con su marido, William Howard Taft, Helen Taft llevó un vestido de gasa de seda blanca, con bordados florales y pedrería. Un diseño de Frances Smith Company. Tenía un estilo imperio y estaba inspirado en las reinas europeas.
Lou Henry Hoover fue la primera Primera Dama en aparecer en Vogue. Tenía fama de ser una experta en moda y rompió con lo establecido yendo al primer baile inaugural de su esposo, Herbert Hoover, vestida de negro. Eleanor Roosevelt nos ha dejado cuatro fotografías de cuatro días muy importantes. Fue una de las Primeras Damas más influyentes, en su momento y para las siguientes generaciones. Y la primera en enseñar los hombros. En 1933 apostó por un sencillo vestido de Sally Milgrim, y repitió con ella en 1937, aunque esta vez con un estilo más hollywoodiense. En 1941, como marcaba la moda, llevó un vestido en seda cortado al bies de Arnold Constable y repitió con él en 1945 pero en esa ocasión con un vestido asimétrico con mangas de encaje mucho más sofisticado.
En 1953 Mamie Eisenhower, como dictaba la moda de París con el boom del New Look de Dior, llevó un vestido de Nettie Rosenstien. Y con ella volvió a vestirse en 1957, esta vez con un diseño atrevido inspirado en los vestidos de la alta costura parisina. En 1965 Lady Bird Johnson apostó por el color amarillo y llevó un vestido y un abrigo a juego, un conjunto realizado por el modisto John Moore. Amarillo también fue el conjunto que llevó Pat Nixon en 1969, una creación de la modista Karen Stark compuesta por torera enteramente bordada - a juego con la cinturilla- y vestido largo hasta los pies. Los guantes, en contraste, eran de color blanco. Cuatro años después, en 1973, apostó por el color azul y los bordados en plata para un sofisticado, y atrevido, vestido túnica diseñado por Adele Simpson.
Tras la renuncia de Richard Nixon, el juramento de Gerald Ford, en agosto de 1974, fue muy discreto. Betty Ford lució un vestido-abrigo, muy de moda en esos años, que se puso en varias ocasiones. Rosalynn Carter, en 1977, fue la primera en apostar por un dos piezas, y se lo diseñó Mary Matise. El abrigo era en seda transparente, en tono turquesa, e iba decorado con sofisticados bordados en oro. El patrón, un tanto oriental, recordaba a las túnicas de las culturas de Oriente Próximo y Asia. La señora Carter ya había usado este diseño antes, concretamente cuando su marido se convirtió en gobernador de Georgia.
De blanco, como Jacqueline Kennedy, fue Nancy Reagan en 1981. Su controvertido vestido de James Galanos fue objeto de aplausos y críticas, por atrevido y 'descocado', pero es preciso decir que ella estaba radiante. Hablamos de otro de los iconos de moda americanos con una influencia que traspasa los límites de la moda. Cuatro años después la señora Reagan volvó a contar con Galanos y volvió al blanco, aunque en esta ocasión su vestido fue mucho más recatado.
Barbara Bush optó por el color azul noche y no se olvidó de sus famosas perlas. El diseño es del modisto Arnold Scaasi (uno de los modistos fieles a la Casa Blanca que visitó a también a Mamie Eisenhower, Hillary Clinton, y Laura Bush). El vestido es un espanto, visto desde la perspectiva de los nuevos tiempos, pero es un buen ejemplo para entender el estilo norteamericano de los años 80 que tantas veces hemos visto en películas y series de televisión. Y en los Oscar. Hasta que las estrellas del cine descubrieron a Giorgio Armani el álbum de fotos da miedo. Y risas.
También optó por un tono oscuro, un atrevido morado, Hillary Clinton. El diseño era obra de Sarah Phillips y junto a todos los anteriores pudo verse en una exposición dedicada a los vestidos que las primeras damas de la historia de los EE.UU. llevaron el día de la investidura de sus maridos. Fue copiado hasta la saciedad y en ese año se vieron muchas versiones. En 1997 apsotó por Oscar de la Renta, símbolo de la elegancia en tierra yankies. Fue la primera en llevar cuello alto y mangas largas. Y la primera en apostar por el color oro.
En 2001 Laura Bush se atrevió con un diseño en rojo intenso de Michael Faircloth. Un vestido de corte sirena con sencillo escote redondo de encaje y bordados de cristal. Cuatro años después, en 2005, recibió unas críticas fabulosas por su fabuloso vestido de Oscar de la Renta, un look atemporal que ha inspirado a muchos diseñadores de distintas generaciones. Sobre todo en el sector nupcial.