Ni gasoducto por los Pirineos ni conexión submarina por Italia. Finalmente, la solución acordada por España, Francia y Portugal para transportar gas y luego hidrógeno verde desde la Península Ibérica al resto de Europa es el BarMar, un conducto submarino de unos 300 kilómetros entre Barcelona y Marsella.
Fue la solución de compromiso a la que llegaron los líderes de los tres países el jueves, antes de la reunión del Consejo Europeo en Bruselas, para sortear la negativa de París al Midcat. Este proyecto de gasoducto, que buscaba conectar Cataluña con el sur de Francia a través de los Pirineos, queda ahora definitivamente enterrado.
La nueva tubería no se llamará gasoducto sino que será un "corredor de energía verde" que podrá transportar además gas natural "como una fuente de energía temporal y de transición", según la declaración conjunta de los tres países. Esta es, para los expertos, la principal diferencia con el Midcat, un proyecto diseñado en un principio para llevar gas y que después se adaptaría para el hidrógeno verde, que se crea a partir de las energías renovables.
Sobre el nuevo proyecto "hay más preguntas que respuestas", señala a RTVE.es Thibaud Vincendon, responsable para España y Portugal de la compañía francesa de hidrógeno HRS. Se desconoce la capacidad que tendrá, qué proporción de hidrógeno y de gas podrá llevar o su coste. Sí que hay un plazo, de entre cuatro y cinco años, según el Gobierno español, pero de aquí a que pueda transportar hidrógeno masivamente pueden pasar más de diez años, señalan varias fuentes consultadas.
También se desconoce quién lo financiará. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, confía en que los fondos europeos financien "la mayor parte del proyecto" si este se considera de interés comunitario. En todo caso, será en la próxima cumbre del 9 de diciembre entre los tres países en Alicante cuando se conozcan los pormenores de la iniciativa.
¿En qué se diferencia de un gasoducto convencional?
La molécula del hidrógeno es la más pequeña del mundo, por lo que "se multiplica el riesgo de fuga" respecto a un conducto que lleve gas natural, asegura Vincendon. Aunque esta tubería sería del mismo material que un gasoducto, sería necesario que tenga otro tipo de válvulas, allí donde se multiplican las fugas, lo que eleva el precio respecto a los gasoductos convencionales.
Por fuera será exactamente igual que cualquier otro gasoducto, pero por dentro tendrá una capa de polímero hermética que evitará que salga al exterior, asegura Rafael Riquelme, experto en energía del Consejo Superior de Ingenieros Industriales. "La ventaja" es que este nuevo conducto "está preparado desde un primer momento para suministrar hidrógeno". Por lo tanto, será más caro que un gaseoducto normal, pero tendrá, por otra parte, una "vida útil mucho mayor", explica en una entrevista en TVE.
¿Qué cambia respecto al MidCat y a la alternativa italiana?
Una de las principales preocupaciones para terminar de construir el MidCat, que quedó paralizado en 2019 después de que se considerara que no era rentable, era su huella ambiental en la zona de los Pirineos. Con este proyecto submarino "se eliminarían estos posibles impactos ambientales", añade Riquelme.
Para Alejandro Núñez-Jiménez, investigador senior de Política Energética del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich, este nuevo proyecto "es una mejor noticia que lo que habría sido el Midcat", ya que además de la tubería BarMar incluye "otra entre Portugal y España y finalizar las conexiones eléctricas planeadas entre España y Francia", asegura en una entrevista en Radio Nacional.
Otra alternativa que se barajó para sortear la negativa de Francia fue unir España e Italia a través de un conducto submarino que sería el doble de largo que el BarMar. Según Teresa Ribera, este nuevo proyecto "acorta y hace más sencilla" la idea de conectar Barcelona y Livorno. Esta conexión, además, es la "más barata y la que tenía más sentido", frente a la de italiana, "ya que es raro que España facilite un bien o servicio a Europa saltándose a Francia".
¿Cuánto costaría?
No hay ninguna información oficial sobre el coste de esta infraestructura, y los expertos no se atreven a dar cifras ya que se trata de un proyecto "pionero" en el mundo, según Núñez-Jiménez. Sí que señalan que la inversión será mayor que el del MidCat u otro gasoducto por tierra, ya que "un gasoducto en el mar cuesta mucho más", según Vincendon.
¿Está preparada Europa para transportar hidrógeno?
Una de las grandes cuestiones que se plantean ante este proyecto es su utilidad a la hora de transportar hidrógeno, ya que este vector energético está todavía en una fase muy inicial de su desarrollo. "Es muy difícil de transportar, más que el gas natural, sobre todo en grandes distancias", afirma Francesco Sassi, de la consultora italiana Ricerche Industriali ed Energetiche (RIE).
Por el momento, el debate está en si es más rentable producirlo allí donde se va a consumir o hacerlo allí donde es más barato y después transportarlo, ya sea por tuberías o por barcos, como ocurre con el gas, aunque esta última opción no es aún "factible", según Sassi. La iniciativa actual responde a la primera opción: aprovechar el potencial de las renovables en España y Portugal, donde se puede producir hidrógeno barato, y llevarlo a los grandes centros de consumo del norte de Europa, como Alemania o Países Bajos.
Sin embargo, a día de hoy, la escasa producción de hidrógeno que hay en Europa se da en aquellos sitios donde se consume. "Primero necesitamos producción masiva, y no la tenemos. Antes de 2030 no vamos a tener ningún desarrollo masivo de transporte de hidrógeno por gasoductos. De momento vamos a tener producción local", apunta Vincendon.
El objetivo del BarMar será mezclar el gas con los gases renovables, algo sobre lo que tampoco hay demasiadas certezas. Vincendon hace referencia a una reciente investigación del Centro Nacional del Hidrógeno para analizar la posibilidad de transportar un 20%, 30% y 50% de este material dentro de un gasoducto. "Por las fugas y la corrosión, los resultados tampoco son fantásticos", asevera.
¿Es una inversión rentable?
Ante una industria del hidrógeno aún poco desarrollada, crecen las dudas sobre la viabilidad económica de la infraestructura. "Seguramente esta crisis está acelerando las inversiones en este sector", asegura Sassi, pero también llama la atención sobre la oposición ciudadana a algunos de estos proyectos. Es lo que ha ocurrido recientemente en Suiza, donde la energética Axpo paralizó una inversión para producir hidrógeno a partir de la energía hidroeléctrica de un embalse. "Esto muestra que, por razones ambientales o económicas, el sector está teniendo dificultades. No creo que sea comercialmente rentable al menos hasta la próxima década".
Vincendon, por su parte, cree que tendrán una rentabilidad a largo plazo, igual que los gasoductos que se construyeron hace 50 años o las centrales nucleares, que no son tampoco rentables hasta pasadas varias décadas. "Normalmente son infraestructuras del Estado, que no tienen el problema de la rentabilidad a corto plazo", subraya. Además, recuerda que más que rentabilidad, hay que fijarse también en la independencia energética: "Hay que compararlo con el precio que pagamos hoy para importar gas desde Estados Unidos, que es carísimo".
¿Podría llegar a los países del norte de Europa?
Aunque la tubería conectaría Portugal con España y de ahí llegaría a Marsella, el reto en la siguiente fase: conectar esta ciudad con el norte del continente. "El resto de las tuberías de los gasoductos entre Marsella y Alemania no aceptan un gran porcentaje de hidrógeno", advierte Vincendon.
El Gobierno alemán de Olaf Scholz se ha mostrado favorable a retomar el gasoducto MidCat y, en general, a aumentar las interconexiones entre España y Francia para poder exportar tanto la potencia regasificadora española como la de sus renovables. Ahora, si finalmente sale adelante el BarMar, tendrá el reto de empujar además por una mejor conexión entre Francia y Alemania.