Corren tiempos inestables para el suministro de gas en Europa. A la crisis con Rusia, el principal proveedor del Viejo Continente, se suman ahora las tensiones diplomáticas con Argelia, de la que depende en gran medida España. Ante el objetivo declarado de la Unión Europea de dejar de depender de los hidrocarburos rusos, muchas voces volvieron a desempolvar una palabra que ya había quedado olvidada: Midcat.
Se trata de un proyecto de gasoducto que comunicaría España con Francia a través de Cataluña y que permitiría doblar la capacidad de transporte de gas actual entre los dos países. Las obras comenzaron en 2010, pero la infraestructura encalló y fue enterrada definitivamente en 2019 tras el dictamen conjunto de la CNMC española y su equivalente francés y un escaso interés por parte de París. Ahora, el Gobierno español vuelve a reivindicarlo como conexión estratégica para Europa, ya que permitiría a países muy dependientes de Rusia como Alemania recurrir a la potencia regasificadora de España, y a la vez reduciría la condición de "isla energética" de la Península Ibérica.
El Midcat se planteó como una extensión del gasoducto Medgaz, que comunica la costa argelina con Almería y recorre toda la costa mediterránea hasta detenerse en Hostalric (Girona), desde donde debía arrancar la fallida conexión con Barbaira, al otro lado de los Pirineos. Es una infraestructura de vital importancia para España, que importa un 40% de su gas desde Argelia, y más aún desde que el Gobierno argelino cerró el grifo, por su mala relación con Rabat, del otro único gasoducto que lo unía a nuestro país: el Magreb-Europa, que pasaba por Marruecos y desembocaba en la costa gaditana.
Si bien Moncloa y varios analistas consultados apuestan por darle un nuevo impulso a la prolongación de esta tubería a Francia, las condiciones han cambiado desde el histórico cambio de postura del Gobierno de Pedro Sánchez sobre el Sáhara Occidental. El respaldo español a la propuesta de autonomía presentada por Marruecos en 2007 no solo ha desatado una crisis con sus socios y la oposición, sino también con Argel, que ha llamado a consultas a su embajador en Madrid.
Un gasoducto para unir a Europa la "isla energética" española
Quienes defienden el Midcat recuerdan la escasa conexión de España con el resto de Europa. "Tendría sentido retomarlo, porque la conexión que tenemos con Francia y por tanto con Centroeuropa es muy limitada. Y a lo mejor esta es la manera de que Centroeuropa pudiera aprovechar la capacidad de regasificación tan brutal que tiene España", asegura a RTVE.es Paco Valverde, responsable de renovables en la consultoría Menta Energía.
Precisamente, ante esta condición de "isla energética", España ha apostado desde hace años por construir plantas regasificadoras, que convierten en gas natural el gas licuado que llega en barco desde un abanico muy diversificado de fuentes –desde Estados Unidos a Nigeria, pasando por Catar-. Tiene seis operativas, más que ningún otro país de la UE, algo que no pasa desapercibido a Bruselas, en plena búsqueda de alternativas al gas ruso.
"España puede desempeñar un papel importante en el suministro" energético de Europa, afirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su última visita a Madrid. Ahora Sánchez quiere aprovechar esta oportunidad e insiste en impulsar el gasoducto por Cataluña, que no solo transportaría el gas argelino sino también el que viene en barco en estado líquido y se vuelve a convertir en gas en plantas como la de Barcelona, Sagunto o Bilbao. También lo apoyan firmemente otros actores, como la patronal catalana Foment del Treball.
Sánchez reivindicó en la cumbre europea en Versalles el pasado 10 de marzo que "es el momento" de poner en marcha interconexiones desde España de gas e hidrógeno verde financiadas por Bruselas. "No es de recibo que la Península Ibérica sea una isla energética", insistió.
En esta línea iba un reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía, que constataba que "la limitada conexión de España a Francia constriñe el uso de la capacidad regasificadora para importar a otros países".
Actualmente, España solo tiene dos gasoductos que cruzan los Pirineos: uno en Irún, en el País Vasco, y otro en Larrau, en Navarra. Ambos tienen una capacidad limitada, y sería "imposible" aumentarla para permitir un gran flujo de gas de Argelia hacia Europa, ya que está diseñado únicamente para intercambiar gas con el sur de Francia, según Juan Puertas, representante del Colegio de Ingenieros de Cataluña. En cambio, el Midcat, rediseñado y con la "ayuda de la planta de gas natural licuado de Marsella, podría llegar a suministrar la cuarta parte de la demanda de Alemania", señala a TVE.
"Francia ha puesto trabas para que la interconexión fuera anecdótica"
El proyecto del Midcat -llamado así por la unión de la región del Midi francesa y Cataluña- comenzó a construirse en su vertiente española, la más avanzada, en 2010, impulsado por la gasística española Enagás y la francesa Teréga. Podría transportar 7.500 millones de metros cúbicos de gas al año en ambas direcciones, lo que doblaría la capacidad de la conexión actual con el país galo. En el tramo español, quedan por construir 107 kilómetros hasta Figueres, con un coste de 151,6 millones de euros, mientras que desde esta localidad a la francesa a Barbaira son necesarios instalar 120 kilómetros de tuberías con un valor de 290 millones de euros.
Sin embargo, nunca contó con un entusiasmo similar al otro lado de los Pirineos. "España es una isla energética porque Francia ha puesto todas las trabas posibles para que la interconexión fuera anecdótica", asegura Álvaro Rodríguez, analista energético en la escuela de negocios IMF, que señala a los que para él son los culpables de esta situación:
"España tiene una capacidad de producción eléctrica de más de 100 gigavatios, nuestro consumo pico nunca supera los 45, y la conexión con Francia es de tres. Eso no tiene pies ni cabeza, y beneficia al lobby nuclear francés y al oligopolio español". El jueves, la ministra de la Transición Ecológica, Teresa Ribera, pidió a Francia que este año estuviera listo el proyecto para dos futuras interconexiones eléctricas entre los dos países por los Pirineos, que se sumarían a la línea submarina que se va a construir por el Golfo de Vizcaya.
“España es una isla energética porque Francia ha puesto todas las trabas posibles para que la interconexión fuera anecdótica“
Coincide con él Puertas, quien afirma que "el proyecto quedó interrumpido en 2012 porque no hubo interés por parte de los comerciadores franceses para adquirir gas español". Está convencido de que "se puede reactivar" para que funcione en apenas dos o tres años, ya que el tramo catalán está "prácticamente ultimado", con los terrenos expropiados. La parte francesa va más lenta: todavía se encuentra pendiente de estudios de impacto ambiental y la expropiación de terrenos.
Los cálculos del Gobierno son menos optimistas. Ribera calculó que se tardaría en construir cinco o seis años e insistió en la necesidad de un interés recíproco por parte de Francia. "No tendría sentido hacer un esfuerzo por nuestra parte y que quede bloqueado en los Pirineos", aseguró el jueves. Rodríguez, por su parte, cree que el proyecto tardaría tanto en ponerse en marcha que "cuando sea realidad ya no hará falta" por la madurez de la expansión de las renovables, igual que con muchas de las plantas de ciclo combinado que se construyeron a principios de siglo y que nunca han llegado a ponerse en marcha.
El proyecto también ha recibido duras críticas por parte de los ecologistas. En un informe de 2018, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra y otras organizaciones denunciaban que abrir un nuevo y costoso proyecto gasístico "está en conflicto con el Acuerdo de París" de reducir las emisiones. "Es un proyecto promovido por dos empresas privadas que buscan obtener subvenciones públicas masivas y obtener beneficio mientras los consumidores tendrán que cargar con la inviabilidad económica", criticaban. Asociaciones locales y alcaldes lamentaban también el daño al territorio que causaría
Otro estudio reciente, de los think tanks E3G, Ember y Bellona, señala que "no es necesaria la construcción de nuevas infraestructuras gasísticas", ya que las actuales, especialmente las plantas regasificadoras, ya son suficientes para sustituir el gas ruso de aquí a 2025.
Las alternativas: hidrógeno verde y gasoducto por Italia
El Midcat quedó tocado de muerte con dos informes de los comités reguladores español y francés, que consideraban que se trataba de un proyecto no cumplía "con las necesidades del mercado" ni tenía "madurez suficiente para ser considerado en una asignación de costes transfronteriza". Otro estudio independiente de la Comisión Europea, en 2017, realizado por la consultora Pöyry, cuestionaba también la rentabilidad de la infraestructura y ponía en duda que sirviera para garantizar la seguridad energética europea, ya que el flujo del gas se daría únicamente de Francia a España. Solo sería útil, subrayaba, si se daba una gran caída del suministro desde Argelia.
"Es posible que este proyecto se retome, pero no es la inversión más rentable del mundo", advierte Pedro Fresco, director general de Transición Ecológica de la Generalitat valenciana y experto en energía. "Obviamente es una inversión que va a tener poco tiempo de vida útil, porque no tenemos que olvidar que el horizonte es que en 2050 prácticamente no estemos consumiendo gas", añade.
“"Obviamente es una inversión que va a tener poco tiempo de vida útil, porque no tenemos que olvidar que el horizonte es que en 2050 prácticamente no estemos consumiendo gas"“
Precisamente, el coste y la rentabilidad es uno de los grandes obstáculos del proyecto. Ribera apuntó a que tenía que ser Bruselas quien financiara la infraestructura: "Se tendría que financiar como un proyecto de interés europeo, para garantizar la seguridad de suministro de nuestros vecinos del norte de Europa, y no por los consumidores de gas españoles". El Midcat fue considerado un Proyecto Importante de Interés Común por parte de la UE en 2013, 2015 y 2017, lo que facilitaba la financiación europea y agilizaba los trámites, pero se cayó de la lista en 2019.
El otro impedimento para una infraestructura de este calibre es su obsolescencia provocada por la transición a las energías limpias. En ese sentido, Ribera abrió la puerta a que pudiera transportar hidrógeno verde –producido a partir de renovables-. "Si lo hacemos tendría que ser pensando en el futuro, que pueda transportar hidrógeno", coincide por su parte Fresco.
Ante el bloqueo del proyecto, se ha empezado a plantear una alternativa que conectaría España con Italia a través de un gasoducto submarino. La gasística Snam aseguró recientemente que estaba iniciando un estudio de viabilidad para una infraestructura así si no sale adelante el Midcat. A corto plazo, además, han planteado un "gasoducto virtual" que trasladará gas natural licuado desde España al puerto de Panigaglia, en la Liguria, mediante pequeñas embarcaciones.