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Muere Isabel II

Westminster, el corazón de la monarquía británica donde Isabel II recibirá su último adiós: así fueron otras ceremonias

  • Hogar de funerales reales desde hace más de diez siglos, acogió la histórica despedida a Diana en 1997

  • El templo está profundamente ligado a la vida de la reina, que se casó y fue coronada allí

  • Directo: sigue el funeral de Isabel II

ÁLVARO CABALLERO
7 min.

Tras un periplo de diez días por Escocia e Inglaterra, el cuerpo de Isabel II, un lugar cargado de historia y simbolismo para la monarquía británica. Allí reposan los restos de decenas de reyes desde que en 1066 fuera sepultado Eduardo I, se han celebrado las coronaciones y multitudinarios funerales que siguen en la memoria colectiva de Reino Unido, como el de Diana de Gales.

El templo está, además, profundamente ligado a la vida de la reina. Fue el lugar donde se celebró su boda con el príncipe Felipe en 1947, donde tuvo lugar el funeral de su padre en 1952, el último sepelio de un rey británico, al que ella acudió desde Kenia, recién proclamada reina con 25 años. Un año después, también en Westminster, fue coronada en la primera ceremonia de este tipo televisada.

Westminster, en el centro de Londres, no solo es un espacio fundamental para la casa real, sino que es también el corazón del poder político británico. A apenas unos metros de la iglesia gótica se encuentra Westminster Hall, el edificio más antiguo del Parlamento, y donde se instalará la capilla ardiente de Isabel II durante cuatro días, las 24 horas al día.

Durante ese periodo han acudido cerca de 750.000 personas a despedirse de la reina, y las colas para acceder a este edificio del siglo XI han durado más de 12 horas, según estimación de los medios británicos. Para el funeral, que ha tenido lugar una vez los restos de la reina han sido trasladados solemnemente del Parlamento a la abadía este lunes por la mañana, la Policía británica ha preparado la mayor operación de seguridad de su historia.

El precedente del masivo funeral de Diana, más emotivo y menos sobrio

Debido a la longevidad de la reina, que ha muerto a los 96 años, hay que remontarse a 1965 para encontrar el último funeral de Estado celebrado en el país. Fue el de Winston Churchill, el primer ministro encumbrado a héroe por su papel en la Segunda Guerra Mundial, quien también fue velado en Westminster Hall.

Pero fue el funeral de Lady Di, en 1997, el evento masivo al que hay que retrotraerse para imaginar cómo será el sepelio de la monarca. La princesa de Gales no recibió un funeral de Estado, pero fue recibida por cientos de miles de personas que se congregaron en Londres en un evento que marcó una época.

"Los británicos siempre han sido poco dados a manifestar sus sentimientos. Con la muerte de Diana de Gales aquello cambió completamente, la gente lloraba por la calle, se abrazaba", cuenta Alejandro Martínez, que fue corresponsal de TVE en Londres entre 1996 y 1999 y cubrió aquel acontecimiento. "Pero me da la impresión de aquella emoción no está ocurriendo ahora. El sentimiento de dolor por la muerte de Diana no tiene parangón con lo de ahora", apunta.

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También estaba viviendo desde el terreno el funeral Íñigo Gurruchaga, decano de los corresponsales españoles en Reino Unido. "En torno a la abadía estaba todo abarrotado completamente y se proyectaba el funeral en una pantalla gigante en Hyde Park. A diferencia de lo ocurrido con Diana, lo que está ocurriendo estos días es más organizado y más sobrio", recuerda. Tras la trágica muerte de la princesa, la capilla ardiente se instaló en el palacio de Saint James, cercano a Buckingham, pero la familia real tomó la polémica decisión de no acudir a Londres y permanecer en Balmoral, donde se encontraban en aquel momento.

Al interior de la abadía acudieron miembros de otras familias reales y mandatarios internacionales, aunque menos dirigentes de los que se esperan para el de Isabel II. Lo que marcó aquella ceremonia fue más bien lo que ocurría en el exterior, con los asistentes completamente volcados con la que era entonces "la persona más famosa del mundo, más incluso que Isabel II" y la icónica imagen de sus huérfanos, Guillermo y Enrique, recorriendo los cientos de ramos de flores y carteles que dejaron a las puertas del templo y a lo largo de todo el cortejo. Aquella muestra de cariño fue "espectacular", rememora Martínez: "Hasta mi hija, que vino a visitarme, puso una flor y un comentario".

"Quienes se estaban quejando frente al Palacio de Buckingham por el comportamiento de la familia, en cuanto vieron a los huérfanos llegar y mirar las flores, el sentimiento se volcó hacia la tristeza. Cambió completamente el talante de la masa", señala el corresponsal de medios como El Diario Vasco. "Es el momento de mayor intensidad y la mayor historia que he hecho en toda mi carrera", continúa. Aquel funeral culminó con otro momento mítico de la cultura popular: Elton John entonando Candle in the Wind, con una letra adaptada personalmente para Diana, mientras miles de personas lo seguían emocionadas en las pantallas gigantes.

El entonces príncipe Carlos, acompañado de Guillermo y Enrique, a su llegada al funeral de Diana en Westminster EFE/BARRIOPEDRO/YV

200.000 personas para despedir a la reina madre

El último funeral real celebrado en Westminster fue el de la reina madre Isabel, la madre de Isabel II, celebrado en 2002. La ceremonia para la también longeva consorte -murió con 102 años-, llevaba organizada desde hacía más de dos décadas, y fue el modelo que se usó para las imprevistas exequias de Diana cinco años antes. Unas 200.000 personas acudieron a Westminster Hall para despedirse de la reina consorte de Jorge VI, y esperaron horas para ver el ataúd, elevado en un catafalco y cubierto por el estandarte real, tal y como se situará ahora el de su hija.

"De pronto entró por la zona del Parlamento un carruaje liderado por caballos negros que era estéticamente impresionante. Avanzaron con bastante brío hacia la abadía, daba un sentimiento luctuoso y al mismo tiempo de dinamismo", recuerda sobre el cortejo fúnebre de aquel momento Gurruchaga.

Isabel y Carlos, detrás del ataúd de la reina madre en su funeral en 2002 REUTERS/Dan Chung/Archivo

Ahora, como hace 20 años, cuatro guardas reales se situarán en las cuatro esquinas del féretro en una vigilia permanente. La diferencia es que el féretro de Isabel II estará cubierto por la corona imperial, además del cetro y el orbe de la soberana.

La ceremonia de la reina madre muy diferente a la de despedida del príncipe Felipe, el marido de la reina durante más de siete décadas, que murió en abril del año pasado. Él mismo diseñó cómo sería el funeral, y eligió no hacerlo en Westminster, sino en el Castillo de Windsor. Por las medidas contra el coronavirus, tan solo asistieron una 30 de personas, todas ellas separadas entre sí, y la imagen de la reina sola frente al féretro dio la vuelta al mundo.

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Una seguridad total para la nueva amenaza del terrorismo global

Se espera todo lo contrario a aquella ceremonia íntima para las últimas exequias de Isabel II. Desde el martes, muchos asistentes han acampado para ser los primeros en poder acceder a la capilla ardiente. Será todo un reto de seguridad, ya que a diferencia de las últimas ceremonias, la amenaza del terrorismo internacional está presente en todas las grandes ciudades europeas.

"No había ese temor, ni siquiera llegamos a pensar 'que pasaría si hubiera un ataque'", relata Martínez sobre la experiencia del funeral de Lady Di. Sí que existía la amenaza del IRA, en un evento celebrado un año antes de los acuerdos del Viernes Santo, pero no había miedo de un posible atentado de los republicanos irlandeses porque "no hubiera sido popular que el IRA hubiera atacado en ese momento".

La ceremonia actual también será un desafío para el protocolo, especialmente por la numerosa presencia de mandatarios de todo el globo. "Los británicos tienen eso que se llama pompa y circunstancia, el Estado es muy buen coreógrafo de sus rituales", puntualiza Gurruchaga. Prevé que pueda haber algún problema de protocolo, "pero no de coreografía, porque la maquinaria de producción de rituales por parte de la monarquía y el Estado británico es un activo del país".

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