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Entrevista

"Los actos de despedida a Isabel II son un negocio de 'merchandising' en torno a la figura de la Gran Bretaña"

VÍCTOR GARCÍA GUERRERO (@victorgguerero)
7 min.

Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura y miembro de la Real Academia de la Historia, es un gran conocedor de la historia de Gran Bretaña y su Casa Real. Analizamos con él la popularidad de la monarquía, las razones detrás del gran despliegue en torno a los actos funerarios de la reina Isabel II, y el futuro de Carlos III, que ya era líder de la Commonwealth antes de ser rey.

Pregunta.- ¿Cree que la monarquía británica tiene una crisis de popularidad superada con la muerte de Isabel II?

Respuesta.- Yo creo que la respuesta es obvia. Basta ver los Telediarios, leer las páginas de la prensa, navegar por la red y ver el enorme impacto que ha tenido la noticia de la muerte de una anciana de más de 90 años, que era la reina de un país que no es la reina universal y, sin embargo, que tiene un tratamiento de figura universal. Este índice de popularidad está demostrado por el seguimiento de audiencias, por el interés, por la emoción, por los baños de masas que se ven delante del Palacio de Buckingham o en Escocia. Lo que demuestra es que existe un arraigo del sentimiento monárquico en el Reino Unido y en todos los países miembros del Reino Unido, las cuatro naciones, como ellos dicen, y desde luego que hay un enorme interés por lo que es la monarquía, la figura de la monarca, en el resto del mundo. Yo creo que, con independencia de las simpatías de cada uno hacia el régimen, es evidente el interés de la figura de Isabel.

"Los actos de despedida a Isabel II son un negocio de 'merchandising' en torno a la figura de la Gran Bretaña"

P.- ¿Cómo interpreta el despliegue de actos públicos?

R.- Estamos viendo una verdadera preparación y estrategia de comunicación de esta despedida oficial u oficiosa o popular de la antigua monarca. Y en este sentido, siempre los británicos, y cualquier otro país que organiza algún homenaje de Estado, hacen que sea posible la participación popular en los ritos. El hombre es, por definición, un ser ceremonioso, ritualista, y los rituales significan hacer cosas. Hacerlos mancomunadamente es sentirse parte de un grupo y perder la individualidad en una gran masa. Porque se supone que esa masa es, en este caso, doliente y por lo tanto éticamente ventajoso. Proporciona una gratificación moral a cada uno de los participantes, no cabe duda.

P.-¿Usted piensa que se organizan estos actos para darles una gratificación moral a los súbditos o porque además les viene bien desde un punto de vista de imagen?

R.- Creo aquí que hay que aplicar el paradigma del pensamiento complejo. Hay muchas razones que confluyen. Desde luego que hay interés por parte de ciertas élites. Particularmente, me imagino a la familia real británica pensando en aprovechar este momento para afianzar más su prestigio, porque las monarquías parlamentarias dependen de la opinión de la opinión pública, dependen del consentimiento, dependen del apoyo explícito o subyacente a algo explícito que puedan tener de sus gobernados, en este caso los ciudadanos del Reino Unido, de la Gran Bretaña y Norte de Irlanda. No hay otras razones. No le quepa ninguna duda de que los medios de comunicación tienen mucho interés en seguir manteniendo nuestros niveles de audiencia en cada uno de sus programas. Por lo tanto, ¿qué hay aquí? Intereses de la familia, intereses del Estado británico, intereses de cada uno de los partidos por estar ahí, intereses de los medios de comunicación, intereses de las empresas. Esto es un negocio de merchandising en torno a la figura de la Gran Bretaña, a su imperio, a su reina, a cada uno de los miembros de la Familia Real. Es un verdadero emporio. Y todos ellos confluyen, convergen en el mismo interés de participar, de estar ahí, de tener su pequeña parte alícuota del festival universal que están dejando y que están, además, orquestando de una manera magistral.

P.- ¿El nuevo rey intenta surfear en la ola de popularidad de su madre?

R.- Por supuesto. Lo característico de las monarquías, y más en las parlamentarias, es el principio hereditario. ¿Quién es el nuevo rey? Inmediatamente después de morir el anterior, el nuevo rey es su hijo y heredero, previamente proclamado como Príncipe de Gales hace ya muchísimos años. Es conocido que se traslada inmediatamente el aura de majestad, la función real, con sus funciones constitucionales, porque estamos hablando de una monarquía, no de antiguo régimen ni por derecho divino, sino una monarquía parlamentaria y constitucional. Desde luego, el hijo hereda las funciones de la madre y es de esperar. Y de eso se desprende que herede también el prestigio, la autoritas; no la potestas, el poder efectivo, sino la autoridad, el halo de autoridad que rodeaba a su madre por haber cumplido ejemplarmente su función durante 70 años y prácticamente sin ninguna queja memorable por parte de ninguno de los primeros ministros. Y tuvo 14, y estuvo a su cargo. Yo creo que, desde luego, el príncipe y ahora ya rey Carlos III hereda buena parte de ese prestigio, como lo estamos viendo, porque el afecto a la madre se traslada, salvo que haga otra cosa que nos moleste, a su hijo por derecho propio, por sucesión hereditaria.

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P.- ¿A Carlos le interesa, entonces, que todas estas ceremonias en honor a su madre salgan bien, porque es como si le estuviesen honrando a él?

R.- Por supuesto que quien reconoce el mérito de una reina y de sus funciones constitucionales impecables hasta ahora, está reconociendo que la función constitucional que ha ejercido tiene sentido, tiene función, es decir, opera y saca beneficio. Proporciona legitimidad, eficacia y duración, que son tres principios básicos de cualquier Estado: durar en el tiempo, ser legítimo y, desde luego, ser eficaz. Todo eso lo ha hecho la madre. Y, como al valor, se le presupone también el hijo, porque para eso es el hijo. Y además ha sido en los últimos años muy destacado por su madre.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Por ejemplo, se olvida a veces que Carlos preside la Commonwealths desde el año 2018. Su madre ya no podía viajar por razones de edad, y eligió al ahora rey Carlos Tercero para sustituirla. Y ahí hay muchas repúblicas, como la India, Pakistán o Nigeria, pero él preside esa organización. ¿Por qué la preside? Obviamente, porque era el hijo de su madre, que la preside desde el año 1953.

P.- Resulta irónico, de alguna manera, que la prolongación de la autoritas del monarca británico se fuese a dar en una organización “republicana” de alguna manera, como la Commonwealth…

R.- La Commonwealth es una organización neutral en cuanto a carácter político. Hay monarquías: obviamente, Gran Bretaña, pero también, de momento, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y algunas otras. Pero hay también repúblicas. No se olvide que en el año 1947 la India se independiza del Imperio Británico, pero pide inmediatamente la integración, el mantenimiento en la Commonwealth. Y efectivamente la Commonwealth se renueva en 1949 para permitir que repúblicas clarísimas, separadas de edad de la corona, incluso con malentendidos con la metrópoli, sin embargo, se mantengan en la organización. Porque la organización es provechosa para todos. Porque el principio de unión por interés compartido es el mejor fundamento para las relaciones internacionales y yo diría que para la vida. Estar cerca de alguien que te proporciona quebraderos de cabeza, dolores, molestias, que te impide vivir plenamente… Eso intentamos eliminarlo. Pero la Commonwealth es provechosa para todos ellos, incluyendo aquellos que se separaron del Imperio, incluso con procedimientos traumáticos. Kenia no se separó tan tranquilamente como la India o Pakistán, los dos grandes enemigos están en la Commonweatlh. Y además es una organización que está creciendo, incluso con ingresos de países que no tenían nada que ver ni siquiera con el sistema imperial británico, como es el caso de Mozambique o Togo. Es una organización que va a vivir con independencia de que haya monarquías o repúblicas en su seno.

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