Llegando al final del segundo agosto pandémico, España roza el 70 % de la población vacunada contra el coronavirus. Y el camino sigue. Hoy, sabemos que será necesario seguir pinchando dosis para alcanzar la inmunidad de grupo, pero un 11 % de la ciudadanía ni siquiera está en juego. Algo más de cinco millones de niños y niñas de cero a once años representan ese pellizco para los que todavía no hay un antídoto contra la COVID-19.
Los ensayos clínicos de algunas vacunas ya se están desarrollando —también en nuestro país — y sus resultados son halagüeños. A la espera de confirmar su eficacia y seguridad, las sociedades científicas españolas coinciden en la conveniencia de vacunar también a los más pequeños para dejar atrás la crisis sanitaria: “Es el siguiente paso”.
Son los menos vulnerables en esta ocasión
“Entiendo que hayan sido los últimos”, razona Eva Martínez Cáceres, inmunóloga y vicepresidenta de la Asociación Española de Inmunología. Después de más de un año de pandemia, se sabe que los niños “padecen menos la enfermedad, contagian menos y no se ha demostrado que sean reservorio” del virus. No obstante, siguen apareciendo nuevas variantes y seguimos registrando contagios. “Se tendrán que vacunar”, afirma en una entrevista telefónica con RTVE.es
Y es que, aunque por lo general los niños transmiten menos el virus y sufren la COVID-19 de forma más leve, esto no es siempre así, recuerda Francisco Álvarez, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, con los datos del último informe del Instituto de Salud Carlos III en la mano. Desde junio de 2020, se han registrado 328.052 casos en menores de diez años, de ellos 2.494 han sido hospitalizados, 110 han acabado en unidades de críticos y diez han fallecido.
Ahora, “el riesgo es que el virus va a afectar donde pueda y será fundamentalmente en no vacunados, aunque también en algunos vacunados”. No obstante, Álvarez recuerda que las escuelas han sido “protectoras” durante el primer curso en pandemia, por lo que no hay que temer la vuelta al cole.
Los ensayos clínicos apuntan a que las vacunas "son seguras"
En España se desarrollan actualmente dos de los ensayos clínicos que está realizando Pfizer en menores de doce años. Sus primeros datos son prometedores y demuestran que las vacunas “son seguras”, según confirmó en una entrevista en RNE Manuel Gijón, pediatra del Hospital 12 de Octubre de Madrid y responsable del estudio.
“Los efectos adversos son muy leves y, de hecho, no han sido muy frecuentes. Cuanto más pequeños han sido los niños, menos efectos se han observado. En ese sentido, consideramos que los datos son muy positivos”, reveló Gijón. Los pequeños, además, reciben dosis “entre tres y diez veces” menores que los adultos, dependiendo de la edad y el peso estimado.
Una vez probado que la vacuna es segura, el siguiente paso es testar su eficacia para “prevenir la infección por el virus” y “producir anticuerpos e inmunidad de forma duradera”. Esa última fase aún debe durar algunos meses.
¿Para cuándo una confirmación?
Dejar los ensayos en niños para el final es algo habitual en los procesos de autorización de vacunas, siempre que no se trate de antídotos creados específicamente para enfermedades infantiles. Ahora, a la espera de los resultados se le debe sumar el tiempo necesario para que los reguladores den su luz verde y para que los Gobiernos actúen. Pero todo esto podría llegar antes de lo esperado.
“Es probable que Pfizer presente los datos de entre seis y once años para septiembre a la FDA (la Administración de Medicamentos y Alimentos, por sus siglas en inglés), no sabemos si lo hará en octubre a la EMA (Agencia Europea del Medicamento). Cuando tengamos los datos será el momento de decidir”, valora Álvarez, del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. “Es una opinión simplemente, pero es posible que a final de año podamos tener la posibilidad de vacunar a los menores”, aventura, por su parte, el doctor Gijón.
Y, ¿cómo lo haremos? “Si no hay suficientes vacunas se debería empezar por los niños que tengan mayor vulnerabilidad, pero si existen suficientes vacunas lo ideal sería la vacunación masiva”, resuelve la inmunóloga Martínez Cáceres.
Un paso necesario para la inmunidad de grupo...
Y es que “cuanto más personas haya vacunadas y mayor sea el porcentaje para la inmunidad de grupo, más protegidos estaremos”, reitera la vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología, para explicar que vacunar a los niños no es solo útil para evitar algunos casos graves de COVID, sino que podría ser la clave para proteger a toda la comunidad.
“Tenemos que llegar la inmunidad de grupo, es la idea de la vacunación. Si no, no valdría para nada el esfuerzo económico y social que hemos hecho. Tenemos que vacunar a todo el mundo”, coincide Manuel Franco, profesor de epidemiología la Universidad de Alcalá en Madrid y la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins en Estados Unidos. España, dice, es de los países que pueden lograrlo.
La Asociación Española de Pediatría espera una buena aceptación de la vacuna, como ha sucedido con los adultos con la COVID y como se repite cada año con el calendario recomendado: “Tenemos de las mejores coberturas del mundo”.
... y un "lujo" que nos podemos permitir
En contra de la vacunación de los niños, se argumenta en ocasiones la falta de dosis en países con menos renta, donde no se ha podido siquiera inmunizar a los más mayores y vulnerables. Pero los científicos no ven "debate" en esta cuestión.
"La Unión Europea ha comprado seis dosis para cada europeo y solo nos vamos a poner dos, o como mucho tres", aduce Álvarez, coordinador de vacunas de la Asociación Española de Pediatría. "Se puede hacer a la vez, pero depende de los Gobiernos, no de las sociedades científicas ni de la postura de una determinada persona", afirma, y recuerda, que "hasta que no estén vacunados esos países, probablemente no acabemos con el virus".
El epidemiólogo Manuel Franco, que tampoco duda de la conveniencia de vacunar a los más pequeños, cree que el problema de la desigualdad puede estar en la tercera dosis de refuerzo. Porque hasta que todos —aquí y allá— no estemos vacunados, no se podrá decir adiós a los "estragos" de una pandemia, que ya deja más de cuatro millones de fallecidos en todo el mundo.