"Seré un aliado de la luz, no de la oscuridad. Escogeré la esperanza al miedo, los hechos ante la ficción". Dos meses y medio después de prometer unidad a los estadounidenses desde Wilmington, la localidad que le vio crecer y 33 años después de su primer intento, Joe Biden ha logrado la Presidencia de Estados Unidos.
Blanco, a punto de cumplir 78 años, católico y moderado, el hombre que sobrevivió a una vida marcada por la tragedia tiene ante sí el reto de unificar a un país herido, dividido y más diverso que nunca. En poco más de dos meses, el fiel compañero en la sombra de Barack Obama que acabó con la era Trump se convertirá en el presidente de mayor edad de la historia de la primera potencia mundial y el segundo mandatario católico desde Kennedy.
Le ampara casi medio siglo de experiencia política, una trayectoria marcada por sus 36 años como senador de Delaware por el Partido Demócrata, cargo que logró en 1972 cuando derrotó, contra todo pronóstico, al senador republicano James Caleb Boggs. Un político de la vieja guardia que ha sabido reinventarse y aglutinar el apoyo de un partido sin líder y dividido entre el establishment y el giro a la izquierda.
El número dos toma el mando
Tres intentos ha necesitado para lograr la Presidencia de Estados Unidos. En 1988, se vio obligado a retirarse de la carrera ante las acusaciones de plagio de un discurso. Veinte años después, volvió a probar suerte con el hombre que confío en él como compañero de ticket, Barack Obama.
A lo largo de ocho años, Biden ocupó la Vicepresidencia del primer mandatario negro del país. Tres años después, el presidente electo vuelve a hacer historia de la mano de Kamala Harris, la primera vicepresidenta afroamericana y con ascendencia asiática, y una de sus rivales en las primarias demócratas.
Biden se ha valido de su experiencia política para ofrecerse como un líder capaz de encontrar una salida a la crisis sanitaria, social y económica que atraviesa Estados Unidos. Serenidad frente a visceralidad, veteranía frente a la impericia, paciencia contra los insultos. Es la carta de presentación del hombre que reemplaza a un presidente tan insólito como Donald Trump y que en agosto de 2017 decidió optar al cargo mientras observaba "perplejo" cómo el presidente evitaba condenar a los supremacistas responsables de la muerte de tres personas en Charlottesville.
Sus partidarios alaban su templanza, su bondad y su humildad. En cambio, sus detractores atacan su avanzada edad -Trump ha llegado a sugerir que está senil-, y buscan en su pasado ejemplos de corrupción política que solo han servido para enturbiar la campaña electoral.
Pero 47 años de experiencia no lo eximen de errores: Biden se opuso a la Guerra del Golfo, pero votó a favor de la Guerra de Irak; y él mismo reconocía recientemente que su política migratoria con Obama tuvo "errores". En los últimos meses, la polémica que más incomoda al presidente electo está relacionada con la acusación de abusos sexuales de Tara Reade y otras siete mujeres, que Biden asegura "nunca sucedió". Buena parte del partido se alineó con él durante la campaña y evitó mencionar el asunto, una decisión que incomodó a correligionarios y activistas en plena era del #Metoo.
Una vida marcada por las tragedias
Nacido el 20 de noviembre de 1942 en Scranton (Pensilvania), Biden luchó en su infancia contra el tartamudeo, llegó a graduarse en Derecho por la Universidad de Syracusa e hizo historia al convertirse en el sexto senador más joven de la historia cuando desbancó a su oponente republicano en Delaware en 1972.
Fue entonces cuando le sobrevino la tragedia. El 18 de diciembre, su mujer Neilia y su hija Amy, de un año de edad, murieron en un accidente de tráfico en el que sobrevivieron sus otros dos hijos, Beau y Hunter. El senador se planteó la dimisión, pero juró el cargo un mes después y durante meses compaginó su trabajo en Washington con el cuidado de sus hijos en Delaware.
Tres años después, el presidente conoció a su actual esposa, la profesora Jill Tracy, con la que contrajo matrimonio en 1977 y con la que concibió su cuarta hija, Ashley. En 2015, la muerte de su hijo Beau Biden por un tumor cerebral volvió a golpear al entonces vicepresidente, que optó por no disputar la Casa Blanca a Trump en 2016.
“No habrá estados azules, ni rojos, serán los Estados Unidos de América“
Pero Joe ha logrado sobreponerse a la pérdida de sus seres queridos y no deja pasar un día sin recordarlos. El candidato que gana en las distancias cortas ha sabido conquistar a un electorado no siempre entusiasmado por su falta de carisma con una campaña insólita, con apenas actos multitudinarios, pero con perseverancia. "No habrá estados azules, ni rojos, serán los Estados Unidos de América", dijo en la recta final de su campaña. Los Estados Unidos de Biden recuperarán, según su campaña, el sitio y el alma de América.