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Es altamente improbable que una tormenta de polvo en Corea del Norte transportase coronavirus

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Corea del Norte advirtió de una tormenta de polvo procedente de China el 22 de octubre, vinculándola a la idea de que podía introducir el coronavirus en el país. Los estudios y opiniones científicas recabados sugieren que esa posibilidad es altamente improbable o directamente nula.

Nos habéis preguntado en el servicio de Whatsapp por la posibilidad de que una tormenta de polvo amarillo pudiera introducir el coronavirus en Corea del Norte, una noticia de la que se han hecho eco varios corresponsales y medios de comunicación. El régimen dictatorial norcoreano apenas ofrece información internacional, pero el anuncio de la tormenta de polvo puede verse en YouTube. Lo emitió el día 21 de octubre la televisión oficial KCTV en un segmento dedicado al tiempo.

La embajada de Rusia en Pyongyang contó después en Facebook que las autoridades norcoreanas le habían avisado del fenómeno meteorológico (“procedente de China”) junto a otras entidades diplomáticas. Según su descripción, recomendaron encarecidamente a los extranjeros quedarse en casa y cerrar herméticamente las ventanas durante el 22 de octubre. “Como nos explicaron, estas medidas se deben a que, junto con partículas de "polvo amarillo", se puede introducir un nuevo tipo de coronavirus en el territorio de la república”, dice el comunicado ruso.

El Gobierno español no recibió aviso de la tormenta por parte del gobierno norcoreano, según la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial (WMO) sí nos confirma la posibilidad de que se diera una tormenta de polvo el 22 de octubre, aunque “débil”. Ese día el país asiático comunicó el código “polvo” y la herramienta de simulación con que trabaja la organización internacional mostró el fenómeno.

El día de la tormenta (22 de octubre), el periódico oficialista Rodong Sinmun recordó a la población los consejos de protección y permanencia en casa y relacionó el fenómeno atmosférico con el SARS-CoV-2: “A la luz de la situación actual de que la nueva infección por coronavirus continúa propagándose por todo el mundo y los datos de que los virus malignos pueden transmitirse por vía aérea, etc., la necesidad de hacer frente al fenómeno del polvo amarillo de forma consciente y de tomar medidas exhaustivas es cada vez más prominente”. El medio especializado NKNews sostiene, basándose en fuentes sobre el terreno, que ese día las calles de Pyongyang permanecieron casi vacías y que la gente que salía lo hacía protegida.

Aerosoles

Tras las peticiones de numerosos científicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha terminado reconociendo en octubre que los aerosoles son un modo posible de transmisión del coronavirus, y esa es la idea a la que se acogen las advertencias norcoreanas. Sin embargo, la OMS recalca que esa trasmisión es más probable en entornos cerrados, masificados y mal ventilados donde se pasan largos periodos de tiempo. Subraya también que son necesarios más estudios sobre la cuestión.

Los aerosoles son micropartículas menores de 100 μm que pueden quedar en suspensión hasta durante horas en el aire simplemente por hablar (a diferencia de las pequeñas gotículas que expulsamos al estornudar, por ejemplo, y que tienden a caer). En este artículo de la sección Ciencia y Futuro de RTVE tienes más detalles de su interacción con la COVID-19.

No hay evidencia científica

Ya en febrero expertos surcoreanos se mostraron incrédulos sobre la posibilidad de que una tormenta de polvo procedente de China transmitiera el coronavirus, como dejó caer un político local. Hemos preguntado ahora a David de la Rosa, coordinador de Tuberculosis e Infecciones Respiratorias de la Sociedad Española de Neumología (SEPAR). Se muestra reticente a la explicación norcoreana. Explica que “no hay evidencias de que una tormenta de arena o polvo de estas características pueda transmitir COVID-19. Incluso la información que tenemos sobre aerosoles debe completarse aún, y lo que sabemos hasta ahora apunta a su influencia en entornos cerrados, no en condiciones tan abiertas como las que sugiere esta situación”.

También Deborah García, química y divulgadora científica, mantiene esa idea: “Sabemos que los aerosoles pueden tener un alcance de hasta 8 metros, pero no hay evidencias científicas de esa posible transmisión en un fenómeno de esas características, que recorre grandes distancias. Y no solo es la distancia, sino el gran espacio abierto donde esa tormenta actuaría: el volumen en el que se disolvería ese aerosol sería enorme, la carga viral activa podría ser pequeña. Si juntas las pruebas existentes sobre supervivencia del virus en distintas superficies y entornos, ves que las circunstancias son adversas en el caso de una tormenta. No hay nada imposible, pero parece bastante increíble e improbable”.

José Luis Jiménez, profesor de Química en la Universidad de Colorado, es todavía más tajante: “Esto no es plausible”. Jiménez dice que ya se ha demostrado que el virus no sobrevive a la luz ultravioleta, y nos remite a esta explicación ofrecida por un grupo internacional de expertos en calidad del aire interior y transmisión de enfermedades por aerosoles. En ella puede leerse que la luz ultravioleta es muy eficaz para desactivar el virus a altas intensidades y que eso tiene implicaciones para la transmisión del SARS-CoV-2 al aire libre: “Si los aerosoles no se han inhalado en unos pocos segundos, se habrán diluido y alejado con vientos exteriores típicos de unos pocos m/s”.

Un país con cero casos

Las tormentas de polvo amarillo o polvo asiático son frecuentes en algunas zonas del mundo, por ejemplo en toda la Península de Corea. El gobierno de Corea del Sur ofrece consejos para hacerles frente en esta página oficial. El viento transporta tantas partículas que estas terminan cubriendo el cielo en forma de nubes. En la televisión surcoreana Arirang muestran sus efectos en Seúl el pasado otoño.

Ahora la importancia de este fenómeno no es solo social sino geopolítica, al menos para países represivos que no suelen reconocer debilidades internas y tienden a dibujar enemigos exteriores. Desde el inicio de la pandemia, el régimen dictatorial de Corea del Norte ha asegurado no tener ningún caso de coronavirus, aunque ha establecido fuertes medidas de protección y la prensa no tiene acceso libre al país para comprobarlo.

Turkmenistán, otro país asiático autoritario y cerrado, se quejó oficialmente en julio porque un canal de televisión de su vecino Tayikistán habló de la llegada de una ola de aire cálido procedente de territorio turkmeno. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turkmenistán cree que, debido a la cuestión de los aerosoles, “cualquier mención de un nombre específico de un país en el contexto del movimiento de masas de aire desde / o a través de su territorio puede levantar sospechas de la transferencia de infecciones peligrosas a otros países”.

Corea del Norte sí ha dado aviso de una tormenta de polvo, como puede comprobarse en medios de comunicación oficiales, pero su idea de que este fenómeno pueda transmitir el SARS-CoV-2 es cuando menos exagerada según los datos científicos disponibles. La información es engañosa.

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