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Madrid vive su primer día de cierre con incertidumbre: "Vas con miedo al virus y a las restricciones"

PILAR BAYÓN
5 min.

Cerca de cinco millones de personas de diez municipios madrileños han visto restringidas desde la noche de este viernes la salida y entrada de su municipio debido a la aplicación de la nueva normativa del Ministerio de Sanidad que, según ha anunciado el Ejecutivo regional de Isabel Díaz Ayuso, será recurrida ante los tribunales. Esta guerra política, sin embargo, ha provocado incertidumbre en los ciudadanos en este primer día de cierre, el más grande desde el comienzo de la desescalada, desencadenando cancelaciones de reservas, planes y viajes.

Este es el caso de Beatriz, una vecina de Fuenlabrada, uno de los municipios afectados, que no puede ir a visitar a sus familiares dentro y fuera de la capital. "Ahora cuando caminas por la calle vas con miedo al virus, pero también a las restricciones. Es un lío y cada día dicen una cosa", asegura a RTVE.es tras lamentar que, durante mínimo 15 días, no podrá visitar a su hija embarazada, residente en la localidad de Navalcarnero. "Estoy a punto de tener un nieto y no podré ir a conocerlo", lamenta.

A Enrique, vecino de Alcorcón, este segundo cierre también le ha trastocado los planes. "Todos los domingos íbamos a ver a mi padre, que vive en Madrid capital, pero ya no es posible", apunta este joven que acepta las medidas y dice que "hay que ser consecuentes con la situación". Otros como Sandra, una joven vallecana, cuya zona era de las pocas del barrio que no ha estado restringida estos últimos 15 días, duda de la efectividad tanto de las medidas anteriores como de las nuevas. "Mi novio vive en Arganda y no podré ir a verle, pero mientras los transportes siguen llenos cada mañana", afirma.

"Tengo toda mi vida en Alcalá, pero no puedo entrar"

Las nuevas restricciones no solo están afectando a las personas que están dentro del municipio, sino también a los que están fuera de ellos y que dejan en el limbo decenas de actividades. Un ejemplo de ello es Laura, una vecina de Villalbilla, un pequeño municipio madrileño, que aunque no está restringido, depende en gran media de uno que sí lo está, Alcalá de Henares.

"Estoy preparando las oposiciones y aquí no tengo biblioteca, ni pistas deportivas para entrenar. Tengo toda mi vida en Alcalá, pero ahora no puedo entrar a pesar de vivir a menos de 10 minutos de ella. Me siento yo más encerrada que los que viven allí, que se pueden mover por toda la zona", explica, temerosa de que la medida se alargue más de los 15 días anunciados y tenga que seguir retrasando sus planes, ya aplazados por el confinamiento de marzo.

Para Fernando, el cierre de Madrid no ha tenido un efecto directo inmediato, pero ha hecho que cambie sus vacaciones. "Pensaba ir a pasar el puente del 12 de octubre a Sevilla, pero lo he cancelado ante las medidas y la incertidumbre. Habrá que esperar", cuenta resignado. Dolores también ha tenido que retrasar su viaje a Zaragoza de esas fechas y no sabe cuando lo podrá retomar. "Pensábamos que ya empezaba la luz a final del camino, pero parece que no, con lo que la desilusión ha sido más grande".

"Nos está afectando a nivel psicológico"

La hostelería de las diez zonas restringidas también ha empezado a notar los efectos del cierre, de la reducción de aforos- que se limita a la mitad y a seis personas por mesa- y de horarios, teniendo que dejar de atender a los clientes a las 22:00h. Una medidas que, según la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM), pueden llegar a producir pérdidas de 600 millones de euros semanales, es decir, una caída del PIB del 15 % en la Comunidad de Madrid.

Paqui, dueña de un restaurante en Madrid capital, asegura que ha sufrido cancelaciones de última hora en las reservas del finde de semana, momento en el que hay mayores ventas. "La gente tiene miedo, no sabe si puede venir desde fuera al teatro o al cine y toda la hostelería que estamos alrededor de esos planes, se resiente también", dice, aunque confía que al permitirse la movilidad por el municipio, "los clientes al final se animen".

Otros negocios, en cambio, no han podido remontar desde marzo y el nuevo cierre supone "otra piedra en el camino". "Nos está afectando a nivel psicológico, no se entiende que vayan los transportes llenos y no podamos hacer más espectáculos en directo, aunque sean reducidos y cumpliendo las normativas de seguridad", indica Antorrín, dueño de un tablao flamenco y afectado por la reducción del turismo tanto nacional como internacional.

"Acepto las medidas, pero tendrán que poner más ayudas", pide, por su parte, Almudena, dueña de un salón de celebraciones, que viene sufriendo cancelaciones desde que empezó la nueva oleada del virus. "Es como un 'flashback' del primer confinamiento. La gente está retrasando por segunda vez algunas de las celebraciones más importantes de sus vidas", apunta en relación a su negocio, "lo mínimo es respeto". "Al comienzo de la pandemia se puede entender el desconcierto y el caos, pero ahora ya no, deberíamos estar preparados", defiende y espera que, de una manera u otra, se consigan frenar los contagios y que "no tengamos que lamentar un tercer cierre" en unos meses.

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