El avance de la pandemia de coronavirus también está provocando que los investigadores conozcan cada vez con mayor precisión los cuadros clínicos de los pacientes, aunque se siguen ignorando muchos aspectos de la enfermedad. De lo que ya quedan pocas dudas es de su carácter multiorgánico, puesto que se trata de una patología que afecta a diferentes partes del cuerpo.
Al ser de naturaleza respiratoria, el daño principal se produce en los pulmones, pero el virus también ataca a otros órganos, como riñones, cerebro o corazón. En este sentido, la Sociedad Española de Medicina Intensiva (SEMICYUC) acaba de hacer público un nuevo dato: el 35% de los pacientes en UCI por la COVID-19 presenta daño miocárdico, lo que pone de manifiesto la presencia del patógeno en las células del corazón.
La doctora Ana Ochagavía, experta de la SEMICYUC y jefa del área de Críticos del Hospital Parc Taulí (Barcelona), explica a RTVE.es que estas lesiones se han detectado tanto en pacientes de UCI como en aquellos que se encuentran en planta, aunque en una proporción menor: "en casos hospitalizados menos graves también se ha visto, pero en un porcentaje más bajo, que podría estar entre un 5% y un 10% de afectación".
Un peor pronóstico de estos pacientes
En todo caso, es algo que empeora el pronóstico de estos pacientes, aunque la especialista recuerda que el patrón de intervención no es diferente al que requieren otras infecciones, por lo que recomienda que no se modifiquen los protocolos al respecto, e incide en que no sea la neumonía la única manifestación que se tenga en mente a la hora de abordar el cuadro clínico de la COVID-19.
"Aunque es verdad que la insuficiencia respiratoria es lo que suele llevar a los pacientes a los hospitales y a las unidades de cuidados intensivos, también hay un porcentaje importante en el que las manifestaciones clínicas pueden estar relacionadas con una descompensación en la suficiencia cardíaca o incluso con cuadros más graves, por lo que hay que estar alerta", manifiesta Ochagavía, al mismo tiempoq que aclara que "los problemas pulmonares generalmente se asocian con los cardíacos, pero estos últimos pueden aparecer directamente, sin ninguna neumonía previa".
Según los datos que maneja la SEMICYUC, el coronavirus también afecta al sistema cardiovascular, lo que incrementa el riesgo de daño miocárdico agudo. Provoca arritmias mucho más frecuentes en pacientes con COVID-19 en UCI (44,4%) que en los que no requieren cuidados intensivos (6,90%), pero también miocarditis a las dos o tres semanas de infección y una elevación de biomarcadores de daño miocárdico. Eso sí, el porcentaje de infarto agudo de miocardio de tipo isquémico es bajo.
Aumento de troponina
Con respecto al incremento de biomarcadores, Ana Ochagavía explica que existe un marcador bioquímico llamado “troponina”, capaz de revelar daños en el miocardio. Aunque a veces no tiene manifestaciones clínicas, se ha comprobado que si se eleva, puede haber un aumento de la mortalidad o de complicaciones. "El incremento de troponina puede estar asociado a una miocarditis, y también a un shock cardiogénico o a insuficiencia cardíaca, es decir, a manifestaciones clínicas más relevantes", indica, y añade que, solo por tener ese marcador elevado, "se ha visto en toda la población de pacientes de UCI que tienen peor pronóstico, una necesidad mayor de ventilación mecánica, así como más insuficiencia cardíaca".
"Su pronóstico puede empeorar significativamente porque la mortalidad puede aumentar incluso dos o tres veces comparada con los pacientes que no tienen troponina elevada, -continúa explicando-, y además tienen una estancia más prolongada en intensivos".
Posibles secuelas
En cuanto a las posibles secuelas, aún no se sabe con exactitud si las lesiones del miocardio son crónicas o después desaparecerán con el tiempo. "Parece que muchas son reversibles pero puede ser que a la larga presenten daño miocárdico, aunque este aspecto aún no se conoce bien, porque hemos tenido poco tiempo para ver la evolución", matiza.
Según la doctora, estos problemas se pueden manifestar en pacientes que no tenían antecedentes de enfermedades cardiovasculares, aunque quienes ya padecían estas dolencias "tienen más probabilidad de padecer eventos cardiovasculares con la COVID-19, al mismo tiempo que es mayor la probabilidad de que el cuadro clínico se complique".