"A Libia no" es la frase más repetida en la cubierta del Open Arms. Cuando los guardacostas libios interceptan a migrantes que intentan abandonar el país, los encierran en un centro de detención. Casi todos aquí han pasado por uno: adultos y menores.
"Nos tratan como animales, te pegan cada día, todos los días, para conseguir dinero. Te pegan cada jodido día, Dios mío, es increíble", nos cuenta Daniel, un eritreo de 17 años que ha pasado un año y medio encerrado allí.
La Unión Europea (UE) firmó un acuerdo migratorio con Libia para devolver allí a cualquier persona rescatada en su zona marítima, a pesar de que es un lugar en guerra.
"Libia es el lugar más peligros para un hombre"
"Libia es el lugar más peligroso para un hombre. Si me devolvéis allí, estoy muerto. Lo sé. Moriría pronto", asegura Daniel. Por eso, tanto la ONU como las oenegés que rescatan en el Mediterráneo insisten en que no se les devuelva allí.
"Llevamos ya tres días con toda la gente a bordo desde que hemos hecho los rescates. Italia no se ha pronunciado todavía en cuanto a puerto de desembarco. Malta nos ha rechazado nuevamente la posibilidad de desembarcar y necesitamos un puerto de desembarco lo más rápido posible", ha insistido la jefa de misión de Open Arms, Anabel Montes.
“Quiero un lugar seguro para mi alma“
"Quiero un lugar seguro para mi alma. Sólo eso. No pido nada más. Sólo necesito eso: un lugar seguro", nos pide.
Como Daniel, en este barco viajan 32 menores que huyen del infierno libio. Ahora, como exige la legislación internacional, necesitan desembarcar en un puerto seguro.