James Franco (Palo Alto, 1978) es conocido como estrella, por su look guaperas a lo James Dean, y por su facilidad para la comedia. Pero también es un ecléctico director embarcado en decenas de proyectos entre cortometrajes, películas para televisión, series y largometrajes.
Con The disaster artist parece que por fin ha dado con la tecla para conectar con crítica y público. Partía, eso sí, de un material bendecido, aunque fuera irónicamente. Tommy Wiseau, un oscuro aspirante a actor, heredero de una misteriosa fortuna, se lanzó en 2003 a producir y dirigir una película: The room. El lamentable resultado todavía es objeto de culto y The disaster artist recrea la gestación y rodaje de la lunática película.
“Tomó todas y cada una de las decisiones erróneas que se pueden tomar, llegó hasta a comprar los equipos de rodaje en lugar de alquilarlos, pero incluso hoy todavía la película se proyecta en algún cine de EE.UU.”, explica el actor en una entrevista para RTVE.es. “En 100 años de historia del cine hay miles y miles de malas películas que nunca se verán. Pero esta mala película en particular es increíblemente disfrutable”.
En la línea de lo que hizo Tim Burton con Ed Wood, pero apostando por la comedia absurda, compone en realidad una sátira del clásico homenaje a los soñadores tan querido en Hollywood, un reverso gamberro de La La Land. “Puedes pensar que The room es terrible, y es verdad que lo es, pero detrás había mucha pasión y eso es algo que respeto. Es un ingrediente esencial para cualquier película: poner tu corazón y alma. Solo esas películas perduran, aunque sean terribles".
James Franco no solo tiene que interpretar al peor director del mundo, sino también al peor actor del mundo. Es decir, se trata de componer una “buena actuación mala”.
“Se trataba de conseguir una especie de rara falta de conciencia”, define Franco. “Tommy tiene una extraña lucha consigo mismo. Tiene una personalidad muy particular, se viste de un modo muy particular, pero se cree que es James Dean. Se trata de interpretar a alguien con una imagen distorsionada de sí mismo”, explica.
The disaster artist también recuerda que el éxito es una ficción. Judd Apatow, interpretando a un productor en una de las secuencias más divertidas, alecciona a Tommy Wiseau: “Aún teniendo el talento de Brando, triunfar es una posibilidad entre millones”. Quien le iba a decir a Franco que el reconocimiento le llegaría no con una de sus ambiciosas adaptaciones de William Faulkner (Mientras agonizo o El ruido y la furia) sino con la divertida crónica de un desastre.