Nunca hasta ahora en la democracia española se habían vivido unas elecciones generales como estas, tan disputadas, de tan incierto pronóstico, tan abiertas a la sorpresa. Nunca se había iniciado la campaña electoral con un 40% de los votantes indecisos. Por eso, lo que ocurra en la noche del 20D tiene tintes de histórico y merece la pena subrayar algunas claves de lectura imprescindibles para interpretar los resultados de las elecciones generales de 2015 que se celebran este domingo en España.
Votar con todas las posibilidades abiertas
Los electores acudirán a las urnas con sus papeletas a depositar su voto con convicción, pero también con un insólito aire de incertidumbre, no solo ante lo ajustado que se prevé el resultado, sino por la ausencia de certezas ante los posibles pactos y ententes postelectorales.
PSOE y Podemos han dejado claro que quieren ver a Mariano Rajoy fuera de la Moncloa. Ciudadanos, que al principio de la campaña se antojaba llave de la gobernabilidad, mantiene a la vez su rechazo a apoyar a Rajoy y Pedro Sánchez, se declara partidario de permitir que arranque la legislatura con un gobierno que evite el bloqueo institucional y Albert Rivera reniega de dar carta blanca a una "coalición de perdedores" en la que Podemos pueda comprometer la unidad de España.
Por su parte, en el PP, que aspira a que le dejen formar gobierno si, como anticipan los pronósticos, es la fuerza más votada, no quisieron pronunciarse sobre un pacto con Ciudadanos después de haber deslizado -y negado después- la idea de una gran coalición con el PSOE y sin Sánchez.
A partir de las 22:30 horas, cuando el Gobierno cree que los datos del escrutinio serán muy próximos al resultado final, se aclararán las dudas.
La importancia de quedar segundo
El 20D, ganar no es suficiente. Dado lo disputado de estos comicios -podría ocurrir que los cuatro primeros partidos estuvieran separados por poco más de un 10% de votos- y la aparente inevitabilidad de un acuerdo para formar gobierno, otro hito de esta noche electoral será quién saldrá proclamado líder de la oposición.
Y no solo porque se trate un rol político de gran importancia en España -quizá sea oportuno recordar que el sistema político español es parlamentario, aunque parezca semipresidencialista-, sino porque, ante el panorama que pintan las encuestas, el segundo partido más votado podría llegar a liderar las negociaciones para formar gobierno si fracasa en ello el ganador en las urnas.
Se ha hablado abiertamente de un escenario inédito en unas elecciones legislativas: es posible que por primera vez en nuestra historia democrática, el nuevo inquilino de la Moncloa no sea el aspirante del partido más votado.
Una eventualidad contra la que han batallado el PP y Rajoy desde las pasadas elecciones autonómicas y municipales, pero que acaba de pasar en Portugal, donde la izquierda ha vuelto al Ejecutivo al no ser capaces los conservadores de Passos Coelho de mantenerse en el poder, pese a que cosecharon el 39% de los votos.
¿Quiebra en el bipartidismo?
El peso de los partidos entendidos como bloques, de centro-izquierda e izquierda y de centro-derecha y derecha es otra razón que alimenta la famosa crisis del bipartidismo. España está más cerca que nunca de certificar en unas elecciones generales la largamente anunciada defunción del bipartidismo, o sea, el predominio de dos partidos -hoy, PP y PSOE- que acaparan más del 50% de los votos.
A falta de que las urnas confirmen los datos de las encuestas, el PP y el PSOE perderán la hegemonía bipartidista de la que han gozado desde los años ochenta. El último barómetro del CIS, conocido a las puertas de la campaña, les daba el 49,4%.
Traducido a escaños, populares y socialistas podrían ocupar el 62% de los sillones del hemiciclo, muy lejos del 84,2% del que han gozado en esta legislatura.
Podemos y Ciudadanos llegarán por la puerta grande a un Congreso más atomizado que nunca y que podría tener también muchos más grupos parlamentarios, cuatro de ellos, ligados al partido de Pablo Iglesias, con las diferentes marcas en las que se presenta en Cataluña, Galicia y la Comunidad Valenciana -y con permiso de Alberto Garzón, con quien también comparte algunas de ellas-.
A pesar de todo, el sistema electoral seguirá favoreciendo al bipartidismo, no tanto por la fórmula electoral de la ley D'Hondt como por el pequeño tamaño medio de las circunscripciones en España, que sigue primando en representación a los partidos más votados y con más concentración territorial.
¿Récord de participación?
La movilización política de los españoles ha sido una constante en esta legislatura y tras una campaña plagada de apelaciones al cambio y a una "segunda Transición", todo hace indicar que la participación puede alcanzar una cifra muy elevada, aunque está por ver si será histórica, salvando las "dificultades" denunciadas también en los últimos tiempos para ejercitar el derecho al voto desde el extranjero por el polémico "voto rogado".
La participación media histórica en las generales es del 73,46% y el récord se alcanzó en 1982, cuando Felipe González obtuvo la mayoría absoluta con casi un 80% de los españoles votando. En 2011, unas elecciones que supusieron un cambio de mayorías, votó el 71,69% del censo.
Se ha vaticinado antes de la campaña que podría llegarse a una participación del 77%. Albert Rivera ha echado el resto en su campaña para llamar a la movilización, pensando que con un 80% de españoles depositando su voto tendría posibilidades de ganar.
No se espera que la desconfianza en la clase política que reflejan los barómetros del CIS se plasme en votos en blanco, que han tenido siempre más éxito en los comicios municipales que en las elecciones a Cortes. Alcanzó su cota más alta en las autonómicas y municipales de 2011, cuando cerca de 600.000 españoles siguieron esta opción. En las generales de 2011, hubo un 1,37% de voto en blanco (algo más de 330.000 sobres sin papeleta).
¿Relevo político y generacional?
Frente al empuje de los partidos emergentes y su mensaje de que el relevo generacional es inevitable, Rajoy y el PP han vendido que la experiencia es un grado y que, dada la situación económica, con una recuperación incipiente pero todavía no consolidada, es mejor hacer los experimentos con gaseosa.
Rajoy es el único que repite -y también el de mayor edad, 60 años- de los candidatos de las grandes fuerzas con implantación nacional, frente a unos contrincantes que no llegan a los 40 (Rivera e Iglesias), que los superan por poco (Sánchez, Herzog) o que apenas tienen la treintena (Garzón). Los partidos tradicionales han rejuvenecido sus listas y los nuevos llevan por bandera la juventud. La regeneración política en la XI legislatura empezará por el DNI.
Pero el relevo también pasa por los partidos que presumiblemente entran y salen del Congreso de los Diputados y del Senado. Está en juego la supervivencia de IU como grupo parlamentario y de la presencia de UPyD, Unió, BNG (se presenta como Nós-Candidatura Galega) o Coalición Canaria.
Atentos a los resultados en estas CCAA
Los analistas políticos suelen decir que no se ganan unas elecciones generales en España sin buenos resultados en Andalucía y Cataluña. No es fruto de ningún sesudo estudio, es una simple cuestión de población.
Entre las dos comunidades eligen 108 diputados (61 en Andalucía y 47 en Cataluña), casi un tercio del Congreso, seguidas de Madrid (36), Comunidad Valenciana y Castilla y León (32 cada una), Galicia (23) y Castilla-La Mancha (21). El resto de comunidades eligen menos de veinte diputados, es decir, no llegan a un tercio de los representantes de Andalucía. Pero todas tienen su importancia esta noche:
ANDALUCÍA. Hace cuatro años, el PP se hizo con 33 diputados, el PSOE obtuvo 25 e IU completó la representación andaluza en el Congreso con dos escaños. Pero las cosas han cambiado mucho y, si nos fijamos en los resultados de las autonómicas de marzo, el PSOE fue el partido más votado y casi una cuarta parte de los votos fue para dos opciones políticas que concurrían por primera vez (Podemos y Ciudadanos).
CATALUÑA. Todavía más cambiante es el panorama en Cataluña, donde hay candidaturas nuevas, partidos que iban coaligados y ahora van por separado y los que antes eran antagonistas ahora concurren juntos. Más detalles, a continuación.
MADRID. La Comunidad de Madrid y la valenciana serán los principales termómetros de la victoria con pérdida de poder que se espera en el PP. En Madrid se eligen 36 escaños que se llevaría en su mayoría el PP, pero con una importante caída respecto a hace cuatro años.
Madrid podría proyectar al resto de España uno de los dos modelos que se viven en su territorio: un gobierno del PP con el apoyo de Ciudadanos en un pacto sólo válido para la investidura, o la vía del Ayuntamiento, un gobierno sostenido por el PSOE -que quedó tercero- y la marca en la que se incluye Podemos, Ahora Madrid.
COMUNIDAD VALENCIANA. Con 32 diputados (uno menos que en 2011) y 12 senadores en juego en la Comunitat, el PP, que ha sido el partido más votado en todas las elecciones celebradas desde 1993, admite que es imposible repetir los resultados de 2008 (con 1,3 millones de votos, el 53%), por lo que su reto es mejorar los 658.000 votos de las autonómicas, con los que quedaron desalojados del Consell frente a un bipartito del PSOE y Compromís.
'Populares' y socialistas aspiran a seguir siendo los partidos más votados en la Comunitat Valenciana, una hegemonía que amenaza el avance de Ciudadanos y de la coalición Compromís-Podemos, mientras que EU y UPyD lucharán por conservar su único diputado.
GALICIA. En Galicia (23 diputados) gobierna el PP, pero las municipales de mayo han supuesto un importante avance de las denominadas "mareas", que se hicieron en mayo con tres de las principales ciudades (Santiago, A Coruña y Ferrol) cuya traslación a las generales está por ver. El 20D medirá en Galicia el estado del PP, que tiene mayoría absoluta, a menos de un años de celebrar sus elecciones autonómicas.
CASTILLA Y LEÓN. Si alguna comunidad puede representar la caída del bipartidismo en España, esta es la castellano leonesa, la más extensa del país. Las encuestas y las sensaciones coinciden en que Castilla y León está a punto de dejar atrás 22 años de bipartidismo, marcados por el dominio del PP y con el PSOE en segundo lugar. Falta por ver el impacto de esa pluralidad y si ambos emergentes, Ciudadanos y Podemos, logran meter la cabeza en el Congreso a representantes por alguna provincia o si solo uno de ellos lo consigue.
CASTILLA LA MANCHA. La gestión del nuevo gobierno socialista de Castilla-La Mancha, con el apoyo de Podemos, se pondrá a prueba en las generales, donde también será clave la cantada aparición de Ciudadanos para determinar el reparto de los 21 diputados de la comunidad.
PAÍS VASCO. Los nacionalistas de EH Bildu y de PNV son favoritos para revalidar la victoria de 2011, cuando lograron seis y cinco diputados, respectivamente, de los 18 escaños que elige Euskadi.
*ARAGÓN (alias 'el Ohio español'). Mención especial para la comunidad aragonesa por una curiosidad demoscópica. Como ocurre con el estado de Ohio en Estados Unidos, se ha comprobado que quien gana las elecciones en Aragón las gana en España. Eso ocurre desde 1977, aunque este "honor" peligra en esta ocasión debido a un sistema de partidos más amplio y abierto que nunca y con unas encuestas que cambian día a día. Cinco partidos y coaliciones podrían tener opciones de sacar escaños en esta comunidad en la que se medirá la salud del pacto autonómico PSOE-Podemos.
Las elecciones según Cataluña
Tres meses después de las elecciones autonómicas y aún sin un presidente de la Generalitat investido, los partidos catalanes afrontan las elecciones generales como una competición muy reñida y una medición de la temperatura de la hoja de ruta independentista, en relativa hibernación hasta que se diluciden estos comicios.
Si en 2011 fueron cinco las listas que obtuvieron representación en Cataluña -CiU, PSC, PPC, ICV-EUiA y ERC-, cuatro años después son siete las candidaturas que optan a lograr escaños, en unos comicios más abiertos que nunca y en los que los sondeos auguran un posible quíntuple empate en los primeros puestos e, incluso, la victoria de una formación no soberanista, En Comú Podem, la coalición catalana de Podemos apoyada por Ada Colau.
Con el debate sobre la independencia abierto todo el año, el proceso soberanista ha quedado relativamente orillado en la campaña electoral española. No así dentro de Cataluña, donde CDC y ERC han dejado al lado Junts pel Sí para tratar de persuadir por separado al voto soberanista de la conveniencia de estar en Madrid para copilotar el independentismo. Hay que tener en cuenta que la CUP no se presenta y ha pedido la abstención el 20D.
Las elecciones en Cataluña se medirán no solo en términos de mejora o empeoramiento de los resultados de 2011, sino -y aunque no sean estrictamente comparables- en relación con los resultados del 27S.
En los últimos sondeos, la suma de los escaños independentistas era menor a la suma de PSC, PP y Ciudadanos. ¿Serán capaces de reproducir los independentistas con los 47 escaños que salen de Cataluña una mayoría similar a la que suponen los 72 de 135 que tienen en el Parlamento catalán? ¿Quedará Democràcia i Llibertat lejos del 30% de CiU en 2011?