En 1981 conocimos a un hombre serio, implacable y sentimental que se iba a convertir en un personaje mítico, el inspector Areta. Un detective privado que se movía por las calles más oscuras de un país que acababa de hacer “crack” y que daba palos de ciego en su transición hacia alguna parte. En su piel se metía el gran Alfredo Landa en un papel que se alejaba de todo lo que había hecho anteriormente y que se convertiría en historia de nuestro cine.
Casi 40 años después, su creador, José Luis Garci, decidió contarnos cómo empezó todo en una precuela titulada El crack cero (2019). Un viaje en blanco y negro que nos lleva a un viejo Madrid de billares, mus, boxeo, millonarios depravados y mujeres misteriosas en el que descubrimos a un brillante e irreconocible Miguel Ángel Muñoz.
El actor, que participa este domingo en el coloquio que Versión Española ofrece tras la emisión de la película El crack cero (2019), ha contado lo importante que fue para él participar en esta película. “El Moro es, hasta la fecha, el mejor personaje que me han regalado en mi vida”, confiesa Muñoz. Un papel complejo que le alejaba de su cliché de galán en la gran pantalla y que conllevó cierta transformación física para el actor.
“Me dejé crecer muchísimo el pelo, lo llegué a tener tan largo y denso que a veces bromeaban escondiéndome cosas enormes en la mata de pelo”, cuenta Muñoz. Para meterse aún más en el personaje, Miguel Ángel propuso a Garci crear una prótesis de nariz que ayudase a caracterizar más a su personaje. Ante la negativa del director, el actor decidió incorporarse unos algodones en la nariz, muy a lo Marlon Brandon en El Padrino, para modificar su aspecto y creerse más al personaje. “Me miraba al espejo y me decía, estoy muy feo y me encanta”, bromea.
El enfado que acabó en éxito
Meterse en la piel de El Moro también fue una cura de humildad, reconoce el actor. Y es que, en un principio, cuando Garci le ofreció participar en la película, Miguel Ángel creyó que le estaba proponiendo ser el protagonista de la película. Un hecho que el actor recuerda ahora restándole importancia, pero que llegó a incomodarle bastante. “Creí que iba a ser yo quien recogiese el testigo de Alfredo Landa, pero cuando empezamos a trabajar en el guion me enteré de que iba a ser El Moro. Me indigné muchísimo, estaba enfadado… pero como siempre pasa en la vida, las cosas pasan por algo, no había mejor Areta que Carlos Santos y trabajar con Garci era lo más importante”, asegura en Versión Española. Lo cierto es que el actor no tiene más que palabras de reconocimiento para quien ha sido su compañero de rodaje.
"Trabajar con Garci es como el Disneyland del cine"
Un espíritu de camaradería que ambos actores aseveran que se vivió en todo momento. Desde el trato con el director al código que siempre impera en los textos y las historias que idea Garci. “Una vez que pruebas ese código, no puedes dejar de repetir. Garci deja que tomes la acción cuando quieras. La calma y la facilidad con la que te deja trabajar es increíble. Para mí trabajar con Garci es como ir a Disneyland del cine, lo mejor que te puede pasar y lo más especial que me ha pasado en la relación actor-director”, afirma el actor.
Cuando Garci le volvió loco
Una energía que vivían dentro y fuera del set de rodaje, con sus largas comidas y sus copas de dry Martini en la casa del realizador. “Es un disfrutón de la vida y eso hace que tengas muchas ganas de ir a trabajar con él”, comenta. Aunque cuando había que ser profesionales, Garci cumplía a raja tabla. “Es un director que valora muchísimo que lleguemos con el trabajo hecho, con el texto aprendido. Pero yo llevo siempre el guion de la mano, lo tengo que tener cerca y eso a Jose Luis le ponía muy nervioso. Nos decía siempre, el guion es solo una guía”, explica.
Lo cierto es que Garci realizaba un trabajo exhaustivo, siempre en continúo cambio. Muchas veces, cuentan los actores, desgrana, añadía o modifica uno u otro texto o diálogo que obligaba a los actores a tener que recomenzar. “Normalmente se conoce la cara del triunfador, del éxito, pero lo que la gente no sabe es que la mayoría de las veces es un calvario”, bromea Miguel Angel.
El lo vivió así cuando comenzó a preparar el personaje de El Moro, un papel que ya había interpretado antes Miguel Rellán y del que a Miguel Angel Muñoz le llevó mucho tiempo desligarse. “Es muy difícil porque tienes la referencia de dos grandes actores que han hecho dos de las mejores interpretaciones de su carrera en un éxito que ha quedado para la historia del cine español”, explica.
“Yo te quiero a ti”, le dijo Garci. “Y además, tienes la suerte de que estamos conociendo a El Moro desde antes que lo conociéramos, es una precuela en la que tú lo tienes que crear de cero. Confía en ti y en tu instinto y déjate guiar por mí”. Un consejo que Miguel Ángel Muñoz llevó a rajatabla y que ha dado como resultado un papel memorable en su filmografía.
Del cineasta también recibió el empuje para hacer el que será su primer proyecto detrás de las cámaras. Porque el que también fuera ganador de Masterchef Celebrity, está ultimando ya los detalles de su primer documental. Un trabajo que llevará el nombre de 100 días con la Tata (2021) en el que el debutante realizador contará cómo fue la convivencia con su abuela, con la que mantiene una relación muy especial, durante la pasada pandemia.
La película, que podrá verse muy pronto y que ya ha comenzado a cosechar sus primeros éxitos. Esta semana Miguel Angel Muñoz recibía la noticia de sus dos primeras nominaciones en los Premios Forqué de cine que se celebrarán el próximo 11 de diciembre y en los que 100 días con la Tata opta a la mejor película documental y al Premio Forqué al cine educación y valores. “No puedo estar más feliz y agradecido a todos los productores que me han votado”, contaba en sus redes hace unos días.
Mientras esperamos a verla, ya puedes disfrutar de su papelón en El crack cero (2019). Disponible, gratis y en abierto, en RTVE Play.
El crack cero (2019): Sinopsis
Seis meses después del suicidio del afamado sastre Narciso Benavides, una misteriosa y atractiva mujer casada visita a Germán Areta, prestigioso ex policía de la Brigada Criminal y ahora detective privado, para que inicie una investigación exhaustiva sobre el “Caso Benavides”. La mujer está convencida de que el sastre, que además era su amante, fue asesinado. Aunque su instinto le dice a Areta que la gente sólo mata por amor o por dinero, irá descubriendo que hay más motivos, y más de un sospechoso, para quitar de en medio al sastre.