"Ya no quiero trabajar así, es inmoral", dice Giorgio Armani en una carta que publica Women´s Wear Daily (WWD) en la que critica el sistema de la moda actual, el consumo masivo y el negocio rápido. "No me gusta que una de mis chaquetas, o un sastre mío, esté en una tienda tan solo tres semanas y luego se devuelva al almacén para poner nuevas prendas. No trabajo así, y me parece inmoral hacerlo", escribe Armani. Siempre he visto la elegancia como algo atemporal que permanece en el tiempo", dice el italiano. "Y por la misma razón me parece absurdo que durante los días más duros del invierno en la boutique tengan vestidos de lino y que cuando hace buen tiempo haya abrigos de alpaca. ¡El deseo de comprar se esfuma de inmediato".
Su filosofía adquiere hoy una nueva dimensión porque todo el mundo se pregunta qué pasará luego, cuando termine la pandemia, y haya una vacuna y todo vuelva a la normalidad, si es que vuelve. Sus palabras hoy son muy bien recibidas por una parte del sector de la moda que tampoco ve con buenos ojos que se incite al consumo masivo, los tiempos tan sumamente acelerados y la terrible pérdida de identidad de la profesión.
"No somos máquinas, somos creadores", parecía querer decir Alessandro Michele en su último desfile para Gucci, un espectáculo en el que se puso en valor el oficio y no el negocio. ¿La carta de Giorgio Armani es una hoja de ruta que debamos seguir cuando se supere el coronavirus?, se pregunta Il Fatto Quotidiano y abre un escenario incierto para la moda italiana ya que, dice, que la Federación Italiana de Moda estima una caída de al menos el 50% de las colecciones.
Armani, como otras muchas firmas, tiene la colección de primavera y verano de 2020 parada, ya que las tiendas están cerradas, y la venta online se ha desplazado a otros sectores que, según parece, son más prioritarios para los consumidores, como la alimentación, los productos de higiene y belleza y, debido al teletrabajo, la electrónica. Ahora todos hacen mascarillas y batas pero ¿y después?
"¿Quién compra ropa para dejarla en un armario esperando la temporada adecuada para usarla? Nadie, o unos pocos, creo. Pero este sistema, impulsado por los grandes almacenes, se ha convertido en la mentalidad dominante. Mal, tenemos que cambiar, esta historia tiene que terminar. Esta crisis es una maravillosa oportunidad para desacelerar todo, recolocar todo y dibujar un horizonte más auténtico y verdadero".
Es uno de los grandes de la moda internacional, un referente, un maestro y tiene experiencia a la hora de capear crisis y altibajos. Por eso, tras meditar mucho, ha decidido salir de la zona de confort, y del cascarón que envuelve tan frágilemente la moda, para plantear nuevos retos y plantearse un cambio en la empresa. "Durante tres semanas he estado trabajando con mis equipos para que las colecciones de verano permanezcan en las boutiques al menos hasta principios de septiembre, como es natural. Y así lo haremos a partir de ahora. Esta crisis también es una oportunidad maravillosa para restaurar el valor de la autenticidad y entender la moda como una forma de comunicación", dice.
Aboga por volver a la esencia de la moda y dejar a un lado el show. Y apela al respeto por el planeta ya que hasta ahora la moda es la segunda industria que más contamina. "¡Hoy, los espectáculos grandilocuentes son inapropiados y vulgares!. ¡Basta de hacer desfiles por todo el mundo, con transportes y trayectos que contaminan tanto!", dice.
Y termina con otra importante reflexión. "El momento por el que estamos pasando es turbulento pero nos ofrece una oportunidad única para arreglar lo que está mal, eliminar lo superfluo, encontrar una dimensión más humana... ¡Quizá esta es la lección más importante que aprenderemos de esta crisis", concluye el diseñador