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Vuelta a IFEMA cinco años después de su conversión en hospital: "La atención era como de guerra, una cama tras otra"

  • RNE vuelve a IFEMA con el jefe del proyecto, un sanitario y un paciente para recordar cómo era la atención

  • IFEMA se reconvirtió en el hospital más grande del país y llegó a albergar miles de camas

RTVE.es (texto) / Lalo Tovar (audio)
4 min.

Durante el confinamiento por el COVID-19, IFEMA, la Feria de Madrid, se reconvirtió en el hospital más grande del país. Por unas semanas fue escenario de la lucha cuerpo a cuerpo contra el coronavirus, que estaba azotando tanto España como el resto del mundo.

Cinco años después, RNE ha hablado a las puertas del edificio con Juanjo Pérez Blanco, ingeniero jefe del proyecto y encargado de reconvertir las enormes naves un centro sanitario; Luis Vázquez González, uno de los enfermeros que trabajó sin parar en el centro; y Honorio Jiménez Casillas, paciente COVID durante los primeros días de la crisis sanitaria.

Dentro del centro, IFEMA ha tomado su forma original, dejando atrás las camas, goteros y transitar de sanitarios y pacientes. No obstante, los recuerdos han aflorado en nuestros protagonistas de hoy con tan solo poner un pie dentro.

El primer paciente entró un día después

El proyecto se puso en marcha el viernes 20 de marzo, seis días después de decretarse el confinamiento. "Me llama primero Yolanda Fuentes, la directora de Salud Pública, y me comenta que seguramente haya que montar un hospital en IFEMA", recuerda Juanjo Pérez Blanco.

Un cuarto de hora después le llamó Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad, para decirle que eran necesarias 5.000 camas. "Esa noche se pusieron 31.000 metros cuadrados de PVC, o sea, tres Bernabéu. Fue espectacular", relata. "El primer paciente, indica, entró a las 10:30 la noche del sábado", agrega.

Para Pérez Blanco, el reto eran "los pabellones siete y nueve", que era donde realmente tenían que "montar el hospital". "Esto era un tipo de atención prácticamente de guerra, con las camas una detrás de otra. Era muy difícil de gestionar. En mi cabeza siempre era montar pequeños controles de la dimensión una planta de hospital y que fuese gestionable por enfermería, que es la que más está siempre al pie del cañón", explica.

Sanitarios con "muchas ganas", pero pocos medios

El enfermero Luis Vázquez González se presentó en la Feria de Madrid el 21 de marzo, por la tarde-noche, cuando llegaban los primeros pacientes, pero no empezó a trabajar hasta el lunes siguiente. Tiene muy presente los momentos en los que la cifra de fallecidos superaba los 900 cada día: "Los sanitarios estábamos muy pendientes y deseando que el trabajo que estábamos haciendo tuviera algún efecto ya", cuenta.

No obstante, reconoce que se estaban enfrentando a "algo que conocían" y sin apenas medios. "Yo veía a la gente muy emocionada, con mucho nervio, con ganas de colaborar y de arrimar el hombro", ha aseverado.

Ahora tiene un deseo: "Me gustaría que IFEMA quedase como el símbolo de la sociedad civil cuidando de la propia sociedad", sobre esto. En esta línea también se expresa Pérez Blanco. Lo más importante de esos días fue "la gente", que se llegó a impregnar del llamado "espíritu IFEMA", asegura.

El recuerdo de los pacientes: "No sabía si era de día o de noche"

Honorio Jiménez Casillas pasó 17 días ingresado por COVID. De aquellos momentos en IFEMA, reconoce que "lo que peor" llevaban los pacientes era no saber "si era de noche o de día". Sobre lo que se escuchaba dentro de los pabellones, recuerda el sonido constante de las bombonas de oxígeno. "Había mucho ruido, toses, carros...", dice.

Sin embargo, lo que más le emociona es recordar es el momento en que a alguno de los enfermos les daban el alta: "Cuando estábamos ya ocho, diez, que habíamos pasado el control, abrían la puerta y salíamos. Y entonces era cuando te emocionabas mucho, mucho". El momento más difícil, según cuenta, para él fue el regreso a casa: "Para mí, el palo más gordo fue llegar a casa. Diecisiete días metido en una habitación solo. Yo no me lo esperaba", lamenta.

Reconoce, sin embargo, que el personal que estaba allí —sanitarios, limpiadores, Ejército— acabaron convirtiéndose en su familia por un tiempo. "Éramos una piña", dice sobre su unidad y compromiso con los pacientes durante la pandemia.

Honorio Jiménez, paciente de COVID en IFEMA: "Aquí no sabías si era de noche o de día, y eso era lo que peor llevábamos"

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