El 14 de marzo de 2020 el Gobierno decretó el primer estado de alarma por la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Aquella misma noche, con toda la población ya confinada, surgió el primer aplauso colectivo para dar las gracias a los sanitarios que estaban luchando contra el virus.
Un gesto que se repitió cada día de manera puntual a las 20:00. Los aplausos no solo sirvieron para agradecer a los profesionales de la salud, un estudio de la Universidad Complutense de Madrid ha confirmado que sirvió para tolerar mejor el esfuerzo que conllevó permanecer confinados en nuestros domicilios.
Los sanitarios, en el centro de la pandemia
Los hospitales de toda España recibieron durante los primeros días de la pandemia un aluvión de personas enfermas, en cantidades solo comparables a un escenario de guerra. "Los primeros días fueron terribles. Continuó durante mucho tiempo, pero aquellos primeros días no sabíamos casi ni lo que estaba pasando", ha explicado Esther Rey, directora de enfermería del Hospital de La Paz. El personal sanitario se tuvo que adaptar con los recursos que había disponibles para dar una respuesta rápida a aquella situación.
“Vivimos situaciones muy críticas, que se muriera un paciente en una habitación y que a una compañera le dijera al paciente no te vayas porque sé que ahora me va a tocar a mí, el personal se rompía”, ha recordado Rey.
Los profesionales de la medicina estuvieron en el centro de la pandemia, viviendo en primera persona sus consecuencias: “Hubo muchos compañeros que se infectaron. El personal lloraba de miedo porque, a veces, no sabían cómo actuar. El soporte de unos a otros también hacía que pudieras tirar el ánimo, pero fue duro”, ha reflexionado la directora de enfermería.
Las vacunas pusieron "luz en tanto dolor"
Uno de los puntos de inflexión fue la llegada de la vacuna. Millones de españoles se vacunaron de manera masiva contra el covid-19 en una campaña cuyo peso también recayó sobre los hombres de las enfermeras: “La vacuna fue algo maravilloso porque venía a poner luz en tanto sufrimiento, horror, dolor y miedo”, ha recalcado Rey.
Para la enfermera, la vacunación ha sido una de las mejores cosas que ha hecho: “Llegaban emocionados, recordaban nuestros nombres en la segunda vacuna. Era esperanza para ellos”.
Aunque la pandemia cogió al personal sanitario desprevenido, se prepararon de forma eficaz: "Ahora mismo podríamos decir que sabemos colocarnos y quitarnos un equipo de protección individual. Sabemos cómo tenemos que hacer los circuitos. Lo hacíamos todo tan rápidamente que creo que eso ya lo tenemos en el ADN", ha asegurado Esther Rey. "Ahora solo hay que enseñar a los que vienen nuevos que no lo vivieron", ha sentenciado.
Resistir a la soledad
En solo unas horas, las calles que estaban llenas de bullicio provocado por el tráfico y por gente paseando, quedaron desiertas y en silencio. Muchas personas quedaron confinadas en sus casas sin ninguna compañía: “Lo viví sola, apartada de la familia, de todo. Los tres, casi cuatro meses”, ha explicado una mujer a RTVE.
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Parte de la población encontró en las nuevas tecnologías la única forma de estar en comunicación con sus seres queridos. Las videollamadas se convirtieron en uno de los mejores recursos para mantenernos unidos a familiares y amigos. Una forma de sentir cercanía en la distancia.
España no tardó en ponerle banda sonora a la pandemia. Aquel “Resistiré” del Dúo Dinámico dejó de ser una canción para convertirse en un lema, en un anhelo que terminó llegando. La sociedad se volvió de hierro para endurecer la piel y resistió para seguir viviendo.