Durante las semanas más duras de la pandemia, cuando día a día se multiplicaban los casos de coronavirus, hubo una excepción, una historia de éxito. En la residencia San Jerónimo, en Estella (Navarra), 15 trabajadores se confinaron junto a los más de 60 residentes del centro para evitar la exposición a la exterior y los posibles contagios. El Telediario ha visitado este lugar cuando se cumplen cinco años del estado de alarma decretado por la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19.
Permanecieron en la residencia durante 35 días, una decisión difícil que pudo haber salido mal, pero salió muy bien. "Ese era el riesgo que teníamos, lo que pasa es que había que intentarlo", asegura a TVE su director, Javier Cabrero.
"Mientras estaba viendo a Pedro Sánchez, supe que teníamos que hacer algo, que debíamos montar ese campamento donde poder confinarnos y que no saliera nadie. Se lo planteé a la plantilla y a las delegadas sindicales y accedieron a esta bonita locura", relata.
Una "fuente de luz y esperanza" para el sector de las residencias
El caso se dio a conocer porque la residencia compartió su historia en redes sociales. "Éramos como la fuente de luz y esperanza dentro de este sector que tenía tantas dificultades ante tanta noticia tan trágica y nos parecía importante contar también cómo vivían aquí las personas mayores, porque otra forma de atención era posible", asegura Cabrero.
Cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, Fina, una de las mujeres que vive en la residencia, apenas llevaba un mes allí. "Fue una suerte estar aquí todas las compañeras", dice desde una de las mesas de la residencia, acompañada por Mariví, una de las enfermeras que se confinó con los residentes esos días.
“A mí me salió del alma venir“
Las personas mayores, asegura esta sanitaria, necesitan "como nosotros, seguridad y compañerismo, que se les trate bien como personas que son". Al ser preguntada sobre por qué tomó la decisión, Mariví no duda en su respuesta. "Nos juntamos entre todas y es que nos salió, a mí me salió del alma el venir. Y dije, pues bueno, vamos a estar con ellos 15 días o lo que haga falta", recuerda.
Cinco años después, Fina tiene miedo de que aquello pueda volver a ocurrir. "Fue muy triste, no quisiera que volviera a pasar. Esos hospitales que se hacían improvisados porque no había suficientes para acoger a tanta gente...", lamenta la mujer. Sin embargo, agradece haber pasado esos días en San Jerónimo. "Hubiese estado en mi casa, pero habría estado sola, así que ¿qué mejor que esto?", dice.
Durante aquellos días del 2020, recuerda Mariví, en la residencia estaban "en una burbuja". "No llevábamos mascarilla, trajes EPI, nada", asegura. "Los veía (a los trabajadores de otros centros) y yo como sanitaria me sentía mal, porque de esa forma no puedes cuidar a la gente", defiende.
El modelo de residencia que persigue San Jerónimo
Al año siguiente, con la vacuna en marcha, sí que se produjeron contagios en la residencia y algunos residentes, que ya estaban enfermos, murieron. A raíz de aquello, la residencia San Jerónimo ha actualizado su modelo y ha incorporado viviendas individuales a sus instalaciones.
"Lo que hemos hecho ha sido crear unidades de convivencia donde la atención es más personalizada y en grupos más reducidos se previene cualquier contagio o circunstancia que pueda haber", afirma el director del centro, que cree que el modelo del futuro para las residencias debería ser el que ahora están desarrollando: "Viviendas vinculadas a la residencia, donde las personas pueden vivir de forma individual, pero con todos los apoyos que puedan necesitar y que se prestan desde la residencia", sostiene.
No es lo mismo, asegura, "pasar el covid en una de estas viviendas que en una habitación, que muchas veces son de metros reducidos". "Como sistema y como recurso nos parece que es el futuro", concluye.