Las alarmas saltaron a finales de 2019, cuando aparecieron los primeros casos de una enfermedad respiratoria desconocida en una ciudad de la que muchos tampoco habían oído hablar: Wuhan. La opacidad del Gobierno chino hizo que la información llegase con cuentagotas, aumentando la incertidumbre de aquellos momentos, aunque tampoco hubo que esperar mucho para conocer el verdadero rostro de la enfermedad. En enero de 2020, el virus saltó a Europa, y fue en la región italiana de Lombardía donde comenzó a repetirse la escena macabra que después se convertiría en habitual: hileras de ataúdes y UCIs completamente saturadas, incapaces de hacer frente a la avalancha de pacientes que llegaban ahogándose a los hospitales.
El virus apareció en España a finales de ese mes, cuando se confirmó el primer caso en un turista alemán que pasaba sus vacaciones en la isla canaria de La Gomera. Después, a medida que febrero avanzaba, el número de contagios no dejó de crecer, con focos importantes en comunidades como Madrid o La Rioja. Los esfuerzos de las autoridades sanitarias no consiguieron frenar su expansión, y el rápido aumento de los casos llevó al Gobierno a declarar el estado de alarma el 14 de marzo de 2020. Esta declaración, de la que se cumplen ahora cinco años, hizo posible el despliegue de una batería de medidas de choque para frenar la propagación y proteger el sistema de salud, incluyendo la más drástica de todas ellas: el confinamiento de la población.
En aquellas semanas oscuras de marzo y abril, las más duras de la pandemia, la situación sanitaria en España se volvió crítica, mientras los muertos diarios se contaban por centenares y las unidades de cuidados intensivos eran un paisaje desolador de cuerpos boca abajo que a duras penas lograban mantenerse con vida aferrados al vaivén de un respirador mecánico. La guerra contra el coronavirus se libraba en todos los frentes, pero con especial intensidad en centros sanitarios y laboratorios, mientras se iniciaba una carrera frenética por aplanar la curva epidémica y encontrar en tiempo récord una vacuna contra el SARS-CoV-2.
Imagen de una unidad de cuidados intensivos durante el pico de la pandemia. EFE / JUANJO MARTÍN
"Saldremos mejores"
"De la pandemia saldremos mejores", fue uno de los mantras que se instaló entre los españoles, convertido casi en un conjuro para contrarrestar aquellos momentos de desconcierto. En realidad, como era de esperar, la pandemia estuvo llena de claroscuros, pero cuando por fin se calmó la tormenta tal vez quedó la impresión general de lo contrario, de que la sociedad había salido peor de todo aquello.
"La gente piensa que no salimos mejores de la pandemia, pero yo creo que si le preguntas a cada persona que si reaccionaría mejor si hubiese una nueva, todo el mundo contestaría que sí, que lo haría", declara a RTVE.es la científica Margarita del Val. "¿Hemos salido todos más bondadosos? Por supuesto que no, porque eso no iba a cambiar, aunque al menos sí que hemos salido mejores para enfrentarnos a otra pandemia", opina.
Para esta viróloga, "en lo científico, hemos aprendido bastante: lo importante que es la transmisión, las vacunas, la vigilancia a todos los niveles…". Aunque también apunta a "un error fundamental", que fue "no reaccionar pronto y no ir al origen", cuando "la acción es más quirúrgica y se pueden cortar los contagios con menos esfuerzo, menos dinero y menos sufrimiento". Según Del Val, este es un fallo que "cometimos todos los países, a excepción de los que acababan de sufrir epidemias, como Japón, China, Taiwán, Singapur o los de África Occidental".
El epidemiólogo Alfredo Morabia sostiene que ahora "tenemos la experiencia de una gran pandemia, y eso es importante", aunque "no cree que estemos sacando las lecciones necesarias ni preparándonos adecuadamente" ante una nueva emergencia sanitaria de similares características. "Estamos en una fase clásica de fatiga post-pandemia, pero es urgente reaccionar porque las pandemias no siguen una periodicidad fija. Ya lo sabemos, ¿no?", advierte en RTVE.es este profesor de la Universidad de Columbia.
"Sálvese quien pueda"
En esta misma línea, la socióloga Celia Díaz Catalán opina que "hemos aprendido poco de la pandemia", y critica que no se haya hecho "un ejercicio de evaluación más abierto y popular, en el que entren no solo voces de expertos, sino también de la ciudadanía que hablen de las cosas que funcionaron y las que deberían funcionar de otra manera". A su juicio, la pandemia ha sido determinante para que "ahora estén tomando puestos relevantes esas grandes élites vinculadas a las plataformas digitales que intentan controlar la verdad".
Esta profesora de la Universidad Complutense de Madrid mantiene que, a partir de la irrupción del coronavirus, “se han exacerbado las narrativas individualistas" en detrimento de los movimientos colectivos. "La construcción de verdades alternativas nos lleva a posturas individualistas, al miedo, al sálvese quien pueda, a armarnos en casa, a acumular… Y tampoco se han reforzado las instituciones de cohesión social", valora para RTVE.es.
"Si hay una cuestión que destacaría de la pandemia es la infoxicación, la sobrecarga de contenidos informativos y desinformación", añade, y cuenta cómo ya "en febrero de 2020, desde la OMS se apuntó al grave problema de la infodemia, entendida como la extensión de desinformación relacionada con el virus, que obstaculizó medidas de contención del brote". "Se difundieron teorías conspirativas relacionadas con el origen del virus y también con la gestión de las medidas tomadas", recuerda, y cree que "a partir de entonces, esa situación no ha hecho más que agravarse y estamos en una disputa constante por la definición de la realidad".
"Sustancias tan potentes como el miedo fueron movilizadas con intenciones erróneas e incluso maliciosas, erosionando la confianza en las instituciones políticas. Así, hemos visto el aumento de la polarización política con un gran contenido emocional", explica Díaz Catalán.
En el parking del tanatorio de Collserola (Barcelona) se almacenaban los féretros utilizando los grandes refrigeradores de emergencias y catástrofes. (2/4/2020). Quique Garcia/EFE
Importantes lecciones en lo científico
Lo que nadie o casi nadie duda es que la pandemia dejó importantes lecciones positivas en lo científico. El físico Yamir Moreno subraya que, gracias a ella, "hemos confirmado que los modelos epidemiológicos que se habían desarrollado en la última década, a raíz de otras epidemias como el H1N1, el Zika o el MERS, son herramientas computacionales bastante fiables y precisas" a la hora de afrontar grandes crisis de salud pública. Aunque también apunta a un aspecto en el que, a su entender, todavía queda margen de mejora: "La caracterización del comportamiento humano durante una epidemia". "Este es, a día de hoy, el talón de Aquiles de estos modelos", declara a RTVE.es este científico, quien ocupa el cargo de director del Instituto Universitario de Investigación de Biocomputación y Física de Sistemas Complejo (BIFI) de la Universidad de Zaragoza.
Entre los aspectos mejorables de la gestión, Moreno apunta algunos como que "no existió un estándar para los datos, ni tampoco se homogeneizaron, razón por la cual resultó extremadamente difícil su incorporación en los modelos epidemiológicos". A su entender, "tampoco se explotó el potencial de estos modelos para adoptar decisiones claves", y "el rastreo de contactos de los positivos fue muy mejorable".
Además, desde su perspectiva, el segundo confinamiento "fue innecesario desde el punto de vista epidemiológico", ya que "cuando se implementó, los datos indicaban que la curva de nuevos infectados ya estaba en declive". Moreno hace referencia a la cuarentena decretada para toda la población, excepto para trabajadores de servicios esenciales, desde el 30 de marzo al 9 de abril.
La vacuna contra el coronavirus, "el hito del milenio"
Para el catedrático de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid y divulgador científico José Antonio López, más conocido como JAL, "una de las cosas que hemos aprendido de la pandemia es una mejor coordinación internacional de los centros de vigilancia epidemiológica y de control, y también a engrasar la maquinaria de actuación rápida de vigilancia de nuevas variantes para el coronavirus y otros virus respiratorios, como la gripe". En lo positivo, López también recalca "cómo con la coordinación entre empresas privadas, públicas y gobiernos se puede obtener una vacuna en menos de un año", algo que califica como "el hito del milenio".
Araceli, la primera española vacunada. EFE / PEPE ZAMORA
"Hemos aprendido mucho sobre la secuenciación de variantes; y sobre el propio coronavirus. También hemos aprendido algo sobre lo que se denomina COVID persistente, aunque aquí todavía son muchas más las sombras que las luces", asegura a RTVE.es. Asimismo, recuerda que en España "fuimos ejemplares en empezar a vacunar, en programación de vacuna y en cobertura de vacunación".
"¿Qué se hizo mal? Quizá la coordinación con las comunidades autónomas. En otros países como Italia el gobierno asumió el mando central y no lo soltó hasta casi 2023, y no había un criterio en cada autonomía para cada acción que proponía el Gobierno de movilidad reducida, de confinamiento, de uso de mascarilla…", comenta. "Creo que estamos más preparados que en 2020 ante una posible futura pandemia, pero no lo suficiente. Si ahora mismo llegara otro coronavirus distinto, volveríamos a tener serias dificultades hasta que se volviera a desarrollar una vacuna efectiva", opina.
Una respuesta de salud pública "impresionante"
Para el experto en salud pública Alfredo Morabia, la pandemia dejó en evidencia hasta qué punto "necesitamos un sistema de monitoreo de la progresión de la infección en tiempo real", que "solo dos países, España y Reino Unido, intentaron seriamente desarrollar". "Sin conocer con precisión la proporción de casos asintomáticos no podemos determinar la letalidad de la epidemia. Además, sin este tipo de información, no se pueden tomar medidas precisas y localizadas de contención", recalca, y considera que "en su lugar, nos vimos obligados a cerrar todas las escuelas, todos los comercios... Lo que fue muy doloroso y, en muchas situaciones, hubiera sido evitable".
Morabia, que es editor jefe de la prestigiosa revista American Journal of Public Health (AJPH), cree en todo caso que "a pesar de la falta de preparación, la respuesta de salud pública fue impresionante", aunque también critica que "la ausencia de un sistema de monitoreo y la desinformación motivada por razones políticas resultaron en más muertes y daños colaterales que podrían haber sido prevenidos".
Personal sanitario del hospital Carlos Haya de Málaga agradecen los aplausos recibidos. EFE/ Jorge Zapata
Las pandemias que están por venir
Muchos expertos advierten de que esta pandemia no es más que un adelanto de lo que está por venir. La Organización Mundial de la Salud ya ha pedido a los países que se preparen para escenarios futuros aún más catastróficos, porque el contacto con nuevos virus se va a intensificar en los próximos años, a causa de fenómenos como la deforestación o el cambio climático. Además, en un mundo más globalizado que nunca, donde el movimiento de seres vivos y mercancías es frenético, cualquier enfermedad infecciosa que surja en un rincón remoto tiene el potencial de adquirir una dimensión planetaria en apenas unas semanas.
"En cuanto a la próxima posible pandemia, el sitio más probable por el que nos va a llegar es transmitida de nuevo por el aire, porque eso es lo que menos controlamos", prevé la viróloga Margarita del Val, quien por este motivo recalca la importancia de "actuar en origen, evitando la transmisión de agentes respiratorios", a pesar de que "la colaboración internacional ahora mismo no está en sus mejores momentos".
"Hay agentes infecciosos con potencial zoonótico que los tenemos muy cerca, como por ejemplo el virus del Nilo aquí en España, y por eso hace falta mucho trabajo de prevención, que hay que engrasar y por supuesto financiar, aunque no luzca mucho. Y dentro de la prevención está la investigación, porque conocer es saber cómo actuar, y eso hace falta apoyarlo más", reclama esta científica que actualmente coordina la Plataforma de Salud Global del CSIC, con 175 grupos de investigación bajo su paraguas.
Trabajadoras de la residencia San Carlos de Celanova (Ourense) celebran el cumpleaños de Elena Pérez, de 98 años. EFE/Brais Lorenzo
Ante la pregunta de si estaríamos preparados ante una nueva pandemia de características similares, el profesor de la Universidad de Zaragoza Yamir Moreno se muestra rotundo: "Absolutamente, no". "Creo que desde el punto de vista científico hemos aprendido mucho, pero este nuevo conocimiento no se ha traducido en medidas que permitan una mejor gestión, ya sea científica o sanitaria, de la próxima pandemia", declara.
"En España, necesitamos aumentar nuestra capacidad de respuesta ante este tipo de amenazas mundiales, porque si una cosa es segura, es que esta no será la última vez que nos enfrentemos a una situación parecida", expone este especialista.
La prevención, como asignatura pendiente
El virólogo y divulgador científico José Antonio López asegura por su parte que "también hay algo que no hemos aprendido, o lo que es todavía más triste, que hemos desaprendido: la prevención efectiva; la importancia de la ventilación, de la responsabilidad de utilizar mascarilla si vamos a sitios muy hacinados, con una gran afluencia de personas, sobre todo en temporada de virus respiratorios".
"Tampoco hemos aprendido la importancia de la investigación pública, ni la importancia de la sanidad pública. No hemos aprendido la importancia de remar en la misma dirección entre los gobiernos de diferentes países, y dentro de un mismo país, entre el Gobierno central y las autonomías, donde a veces por enfrentarse a los gobiernos centrales de turno y hacer campaña electoral permanente se descuida lo más importante, que es la responsabilidad ante la salud de los ciudadanos", prosigue.
"Seguimos en esa lucha fratricida entre comunidades y Gobierno central por la sanidad y la investigación pública, mientras se están desmantelando en muchas autonomías grandes infraestructuras públicas de investigación y de sanidad. Esto obviamente lo volveríamos a pagar si tuviésemos otra emergencia sanitaria", advierte.
Pero si las futuras guerras contra virus y bacterias se librarán sobre todo en el terreno de la salud pública, lo harán también en las arenas movedizas del control del relato. La profesora de la Universidad Complutense Celia Díaz Catalán lo compara con lo ocurrido durante la reciente dana de Valencia: "Se comienza poniendo en tela de juicio cuál es la emergencia, y al final la responsabilidad política también recae de alguna manera en la ciencia, para llegar al grito de 'Solo el pueblo salva al pueblo', que pasa por alto todos los servicios públicos movilizados". Pero, ¿por qué puede interesar esta situación a quienes promueven un individualismo feroz? Como ella responde, "sin instituciones sanitarias o educativas fuertes, quizá no tengamos esa capacidad para aliarnos y hacer fuerza".
"Para otra pandemia, por un lado estamos más preparadas, pero por otro lado las maquinarias infodémicas también lo estarán, y no sé hasta qué punto se pueden generar movimientos ciudadanos promovidos por la intoxicación informativa a gran escala", se cuestiona esta socióloga.