Una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista en España dentro o fuera de la pareja y la mayoría de casos nunca salen a la luz. "Yo me he tenido que retirar de muchos espacios", reconoce Pati, a quien drogaron y abusaron de ella y después le hicieron canciones en su pueblo. Su pueblo, el de sus abuelos, era uno de sus sitios favoritos del mundo hasta que un día, tras otro episodio de violencia sexual, recordó lo que su cabeza llevaba años intentando ignorar.
Distintas formas, aunque misma violencia: "Las lacras se curan. Esto no es una lacra, es un daño estructural"
La historia de Pati es la de otras muchas mujeres: es la de Macarena, es la de Laura y es la de Inmaculada, aunque siempre se hayan tratado como violencias aisladas. A Macarena su marido no le paga la pensión de alimentos, a Laura le robaron fotos de su Instagram para crear un perfil falso en una web de citas e Inmaculada fue acosada por el que era su jefe durante años.
Estamos, insisten las expertas, ante una violencia estructural. "Sabemos que la violencia contra las mujeres y también contra las niñas y niños están basadas en diferencias estructurales centradas en el género que nos colocan a nosotras en situaciones de riesgo frente a múltiples formas de violencia. Y todo es violencia machista: la violencia física, la sexual, la económica o la digital", explica Chelo Álvarez, psicóloga experta en violencia de género. A Álvarez le irrita cada vez que se habla de lacra cuando hablamos de violencia machista. "Las lacras se curan, esto no es una lacra, es un daño estructural que está metido en la cultura y en la conciencia social. Por eso no son hechos aislados", añade.
Distintas caras de la violencia
Hace unos días el Congreso de los Diputados renovaba el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, un documento en el que se mejora la protección de las mujeres víctimas y de sus hijos, pero en el que también se incluyen otras formas de violencia machista como la digital, la vicaria o la económica. Un documento con el que hoy hay mujeres que sienten que sus historias ahora se reconocen como violencia. Es el caso de Macarena y de Laura.
El marido de Macarena lleva años en busca y captura porque no se presenta a los juicios. El día que ella decidió separarse, él sacó todo el dinero de la cuenta y nunca pagó la pensión de alimentos. Su caso es casi de libro y de estudio. Es lo que los expertos llaman violencia económica y sigue, dice, esperando respuesta de la justicia.
El juicio social
En la violencia de género dentro de la pareja o expareja cada vez sucede menos, pero cuando hablamos de otras formas de esta violencia, las víctimas todavía se siguen enfrentando al juicio social. Laura tuvo que dar muchas explicaciones cuando alguien usó sus fotos y se pregunta por qué esto solo les sucede a las mujeres. Pati sigue sintiéndose muy sola. "Te sientes muy incomprendida y yo no solo quiero sentirme comprendida por mujeres a las que les ha pasado esto. Yo me culpaba mucho. Y mucha gente me ha preguntado que cómo he podido seguir teniendo contacto con esa gente después de lo que me hicieron. Y yo les hago la pregunta al revés: cómo una persona puede portarse así conmigo y seguir manteniéndose en mi vida como si nada. Por ejemplo, cómo me puedes ver metida en el maletero de un coche y aun así venir a mi casa a que te haga una paella como si nada", lamenta.
Fuera de los espacios
Pati se ha apartado de muchos espacios. Las bodas de sus amigas ahora las ve, dice, por Instagram. Ir a esas celebraciones supone encontrarse con algunos de sus agresores y no quiere estar en lugares donde "la gente actúa mirando hacia otro lado".
Es el relato de quien se aparta para sobrevivir y es lo que Inmaculada hizo hace casi treinta años. "Necesitaba ese trabajo porque estudiaba y tenía una hija pequeña. Y aguanté todo tipo de comentarios ese verano". Tres décadas después reconoce que cuando recuerda todo aquello todavía se pone nerviosa.