La Fiscalía considera probado que el acusado del crimen de Liaño, en Cantabria, asesinó a su pareja y a su hija de once meses con alevosía y ensañamiento. Asimismo, ha afirmado que no tiene "ninguna duda" de que el jurado llegará a un veredicto de culpabilidad, mientras que para la defensa solo hay indicios.
El juicio, que se celebra en la Audiencia de Cantabria desde el pasado lunes, 10 de febrero, ha llegado este miércoles a su fin con los informes de las cinco acusaciones y de la defensa de José Reñones. El jurado se reunirá este jueves para deliberar y emitir su veredicto.
El Ministerio Público pide para el acusado prisión permanente revisable por la muerte de su hija y 25 años por la de su pareja, Eva Jaular, en diciembre de 2021, además de un año más por quebrantar la orden de alejamiento.
Ha apelado al "sentido común" del jurado
En su alegato ha apelado al "sentido común" del jurado y a la "cantidad de pruebas" en contra de Reñones que se han presentado estos días para declararle culpable. También ha señalado que las penas que solicita son muy graves, pero que son las que marca el Código Penal. "Piensen en la gravedad y la brutalidad de estos hechos", ha pedido.
La fiscal ha recordado los mensajes de WhatsApp que se han reproducido durante el juicio y que muestran el "trato vejatorio" que recibía a la víctima desde 2020, aunque ella "no contaba nada", y ha descrito al acusado como "una persona desalmada" que "no podía ni ver" a su hija, a la que insultaba continuamente.
"No ha venido nadie que diga ni una palabra buena de José Reñones. Ni un testigo han traído. Por algo será", ha señalado.
Según el Ministerio Público, llegó un momento en el que Eva Jaular tuvo que elegir "entre seguir sufriendo con José Reñones o proteger a su pequeña. Eligió la segunda opción y en el momento en el que llamó a la Guardia Civil, firmó su sentencia de muerte".
Para infligir un mayor dolor
La víctima llegó a casa con su bebé en la tarde del 16 de diciembre de 2021 bajo la idea de que la Guardia Civil se lo había llevado preso, como contó en varios mensajes de audio a su entorno.
Aunque los peritos no lo han determinado en su informe, la fiscal considera que para "infligir un mayor dolor" mató primero a la niña y después a la madre, a la que propinó "una paliza brutal" y le asestó seis puñaladas, de las que dos le ocasionaron una hemorragia interna. Por este motivo, a su entender, no se encontró apenas sangre en el lugar del crimen.
En este sentido, ha recordado que un testigo, un albañil que trabajaba en una casa cercana, oyó gritos de "socorro, socorro, mi hija".
En su opinión, ha quedado probado que Reñones volvió a la casa, después de que la Guardia Civil le pidiera que se marchase. Una vecina le vio entrar poco después por el garaje y la Policía Judicial encontró señales en el suelo de que la puerta había sido abierta.
Además, ha destacado cómo la UCO ha confirmado que el teléfono del acusado se encontraba esa tarde y esa noche en la vivienda, en un informe realizado "con rigor y profesionalidad", frente al del perito de la defensa, que, a su juicio, "juega en otra liga".
No hay pruebas de cargo, según la defensa
La defensa sigue alegando que no existen pruebas de cargo y solo uno de los indicios ha quedado probado, los textos y audios de WhatsApp. También han señalado que no se han abierto otras líneas de investigación, que se descartaron cuando se encontraron estos mensajes.
El abogado de Reñones ha dicho que esos mensajes "son una barbaridad" y demuestran el maltrato, que ni la defensa niega porque reconoce el quebrantamiento de la protección, pero "de ahí a asegurar que es un asesino hay un trecho", ha añadido.
A su juicio, las acusaciones han estado lanzando "bombas de humo" para inculpar a Reñones. Asimismo, el abogado cree que el informe de la UCO sobre la ubicación no es concluyente y no está avalado por una firma digital. También ha puesto en duda las conclusiones de las forenses sobre la ausencia de sangre y ha recordado que no se ha encontrado el arma del crimen.