menú principal Noticias

Goya dirección novel 2025: Un favorito y cuatro aspirantes alerta ante el sprint final

Paz Vega, directora de 'RITA', en rodaje.  Claqueta con datos: 9/6/23, secuencia 63/1, toma 11.  Atuendo informal, expresión seria.
Rufino Sánchez (Días de cine)
Tiempo de lectura 11 min.

Lo ganaron directores que hoy son históricos de nuestro cine, como Medem o León de Aranoa; a veces anticipó un idilio con la Academia que no terminó de cuajar, como el de Santiago Segura, y otras fue trampolín tan pertinente que hoy comparte estantería con premios como el Óscar de Hollywood o el Oso de oro de Berlín, como en el caso de Alejandro Amenábar y Carla Simón.

Hablamos del Goya a mejor dirección novel. Ese premio con el que los académicos reconocen un talento precoz y juegan a vaticinar cuál de los nominados tendrá más y mejor carrera por delante. Dos en uno.

Si los Goya tuviesen la trayectoria de los Óscar, que empezaron a entregarse en 1929, el premio a mejor dirección novel podrían haberlo ganado, por ejemplo, Berlanga y Bardem con Esa pareja feliz, Carlos Saura con Los golfos, Manuel Summers, con Del rosa… al amarillo, un televisivo Narciso Ibáñez Serrador con La residencia, o (por imaginar que no quede) venciendo, además, prejuicios de género, Ana Mariscal por Segundo López, aventurero urbano. Porque nuestro cine es prolijo en debuts prodigiosos.

Los 5 nominados de este año (Miguel Faus, por Calladita; Paz Vega, por Rita, Pedro Martín-Calero, por El llanto; Sandra Romero, por Por donde pasa el silencio; y Javier Macipe, por La estrella azul) tienen en común que han escrito o coescrito el guion de sus películas, porque entienden el trabajo de escritura indisociable del de dirección (de momento, ya habrá tiempo para los trabajos de encargo).

La opinión general entre quienes disfrutamos la temporada de premios jugando a adivinar ganadores, analizando tendencias y erigiendo o defenestrando favoritos, es que la carrera de este año parece sentenciada en favor de Javier Macipe. Pero los Goya nos han dado no pocas sorpresas, y como la etiqueta “favorito” puede jugártela en contra, analizamos quién, cómo y por qué podría ganar el premio, empezando por las razones que hacen que Macipe salga en la pole position.

Javier Macipe, por 'La estrella azul'

La estrella azul, la historia de Mauricio Aznar, un rockero de viaje por Latinoamérica en busca de inspiración y respuestas. Es el tipo de prodigio que cineastas experimentados pasan media vida persiguiendo y Macipe lo ha firmado a la primera. Y con casi todo en contra. Comenzó el rodaje en marzo de 2020, cuatro días antes de la declaración del estado de alarma por el covid. Lo que para otros hubiese significado el fin del proyecto, para él supuso la oportunidad de dejarlo madurar y levantarlo como y con quienes prefería.

Su principal desafío no fue conseguir que intérpretes no profesionales se desempeñaran como tales, sino que Pepe Lorente, su protagonista, que sí es un actor de carrera, pasase desapercibido en un paisaje de naturalismo cuasi documental. Y aprueba con nota, saliéndose, además, por la tangente de esa tendencia reciente, pero contundente, casi ya una tradición, que es el estilo neonaturalista en nuestro cine. La estrella azul es hipnótico cine con alma musical, sincera ficción, documental tapado y ahogado grito de auxilio generacional.

Macipe es el único nominado de su categoría que podría llevarse más de un Goya esa misma noche, el único con un título que compite en la categoría de mejor película, y por todo ello, también, el que más tiene que perder.

Porque, en su caso, lleva colgada la etiqueta de favorito desde antes incluso de que se conocieran las nominaciones. La estrella azul es la película que más tiempo lleva en la carrera de premios: se estrenó hace un año, en febrero de 2024, pero se había visto por vez primera en el festival de San Sebastián 2023. Es decir, que algunos empezamos el “boca-oreja” de la película hace ya 17 meses, y esos son muchos meses en una carrera de premios, porque ya ha pasado por varios precursores de los que pueden afianzar tendencias o destrozar narrativas (y aunque ganó el premio Días de Cine a mejor película española del año, perdió, por ejemplo, el Forqué), y porque siempre hay académicos dispuestos a dejarse sorprender en el último momento.

Días De Cine: La estrella azul.

Sandra Romero por 'Por donde pasa el silencio'

Si analizamos tendencias, la mayoría de las últimas ganadoras en la categoría de dirección novel son películas que llevan el naturalismo por bandera. Títulos como Verano 1993 o Las niñas, cuyo mérito es la inmersión costumbrista. En ese sentido, continuadora de esta línea es, claramente, Por donde pasa el silencio, de Sandra Romero, un asfixiante drama familiar que hace parecer fácil lo extremadamente complejo: transmitir la agonía de los jóvenes estancados en el mundo rural, el amor/odio entre hermanos y padres, el desencanto de toda una generación y la incomprensión ante la enfermedad. Asuntos, todos ellos, complejos de plasmar en imágenes.

Por donde pasa el silencio es una de las dos nominadas que resultan de “expandir” cortometrajes previos. La historia sigue los pasos de Antonio, un joven de Écija que emigró a Madrid, en parte para prosperar, en parte por huir del pueblo. De toda la familia que permanece allí, su hermano mellizo es quien peor chantaje emocional ejerce sobre él, porque tiene una discapacidad física y parece guardarle rencor por haberse ido a buscar una vida mejor.

Sandra Romero, parte del equipo de dirección de la serie Los años nuevos, que capitanea Rodrigo Sorogoyen, rueda su melancólica y cruda historia con pulso firme y cámara cercana. Romero se define a sí misma como directora “de clase obrera” que no puede permitirse el lujo de sentarse a mirar cómo se levanta el próximo proyecto. Por donde pasa el silencio refleja esta inquietud, esta actitud reivindicativa y su conciencia de clase. Es el tipo de desempeño con opciones de ganar si Macipe no estuviese en la ecuación. Pero ¿Podría ser el caballo negro* de esta edición?

*El término “caballo negro” se aplica a aquellos competidores que, a priori, no parten como favoritos, pero terminan arrebatando el triunfo de manera discreta.

Días de Cine: Por donde pasa el silencio

Pedro Martín Calero por 'El llanto'

No es habitual mezclar el cine de género con el de denuncia social. Aparentemente tienen públicos dispares. Pocos productores parecen dispuestos a embarcarse en un proyecto del que, por prejuicios, podrían decir aquello tan castizo de “no es ni chicha ni limoná”.

Pedro Martín Calero presume precisamente de la vocación híbrida de su película. El llanto es una historia de terror protagonizada por mujeres separadas en el tiempo y el espacio, pero con un horrible nexo de unión: todas ellas sienten una presencia amenazante. El guion, escrito a cuatro manos con Isabel Peña (habitual coguionista de Rodrigo Sorogoyen) profundiza en los miedos compartidos, la inacción de la sociedad en relación a la violencia sexual contra las mujeres y la sororidad como única vía de escape.

El pasado de Martín Calero como director de publicidad y videoclips musicales se hace evidente durante el visionado de El llanto. El mapa sonoro de la historia y cómo se imbrica con las imágenes son las principales señas de identidad de un trabajo de dirección tan vibrante que consiguió que el jurado del pasado festival de San Sebastián lo escogiese como el mejor de la sección oficial (Ex-aequo con el de la portuguesa Laura Carreira en On falling), por encima de los de veteranos como François Ozon o Costa Gavras, y el de cineastas en la cresta de la ola, como Edward Berger.

Un reconocimiento tan rotundo que puede jugar a favor o en contra de cara a los Goya, porque tan beneficioso es que un foro tan relevante como Donostia te señale con su dedo sagrado, como perjudicial si la distinción eleva las expectativas de los académicos como un suflé y una parte sustancial de los mismos se siente decepcionado al ver el resultado final. A la hora de votar, pesan casi tanto el gusto y el instinto, como el prejuicio.

Días de Cine: El llanto

Paz Vega por 'Rita'

Algo parecido pude sucederle a Paz Vega con su debut en la dirección, Rita. Cuando un intérprete se mete a director casi siempre tiene que luchar con las reticencias del resto de la profesión y de parte del público. Sobre todo, si, como en el caso de la sevillana, nació a la fama en el mundo de la comedia ligera televisiva. Pero los académicos que venzan sus pudores iniciales descubrirán en Rita un pequeño bocado de realidad para paladares selectos.

Rita es la historia de una niña sevillana que bien podría ser ella misma, que vive su infancia en los años 80 en el seno de una familia obrera y en un barrio humilde, intuyendo que en casa se esconde una terrible y violenta realidad.

Paz Vega, que durante la presentación de su película en Días de Cine reconoció haberse sentido toda la vida una “directora en silencio”, que cuestionaba las decisiones de los cineastas con los que trabajaba, decidió dejar de “mutearse” a sí misma esta vocación cuando encontró la historia que encajaba como un guante con el estilo delicado y sensitivo que quería desarrollar como cineasta.

Y así es su película, impresionista, atmosférica, construida a pinceladas. Un título que remite a sensaciones reconocibles, pero inexplicables. Rita apela a los recuerdos del espectador y precisa de una conexión emocional con él mental. Como directora, es mérito suyo propiciar este enlace, y ella escoge a que altura coloca la cámara, que recoge y que deja fuera del encuadre, a que sonidos presta atención, que parte de las heridas de nuestro pasado va a dejar al descubierto para que cada cual escoja lo que quiere revisitar. El tipo de trabajo sorprendente y exquisito que podría haberle dado la victoria y unas cuantas nominaciones más en una edición menos reñida que la de 2025, en la que un puñado de votos decidirán más de un Goya.

Días de Cine: Rita

Miguel Faus por 'Calladita'

Si el sueño dorado de miles de estudiantes de cine es contar con los medios suficientes para producir y dirigir ese guion que tantas noches de insomnio les ha costado sacar adelante, que el viaje te lo apadrine Steven Soderbergh suena directamente a segundo deseo del genio de la lámpara. Pero le ha pasado a Miguel Faus, responsable de Calladita, que también fue corto antes que largometraje.

Soderbergh, que andaba a la busca y captura de un proyecto a medio hacer que necesitase un empujoncito, pudo ver parte del metraje en el festival de Sundance y dio su bendición de dios del Olimpo cinéfilo. (Por cierto, el propio Soderbergh también tuvo un debut prodigioso, ganando la palma de oro de Cannes a los 26 años con Sexo, mentiras y cintas de vídeo)

Llega a los cines la película 'Calladita', una crítica a la burguesía

Retrato satírico de una familia burguesa a través de los ojos de su interna latinoamericana, Calladita muestra, con grandes dosis de ironía, una realidad cutre y clasista que tenemos cada vez más cerca: la del rico tacaño, que gusta de ser lisonjeado por una corte de sirvientes, pero, en lugar de pagarlos, exprime a una emigrante ilegal con la promesa de unos papeles que nunca llegarán.

Faus exhibe una retranca que apunta a lo berlanguiano y maneja con eficacia los in crescendo dramáticos, potenciando los giros del guion. Y en el cine, lo mejor que puede hacer un director es mejorar el material de partida, ya sea propio o ajeno. Dicho lo cual, a muchos ha sorprendido que Calladita no tuviese más presencia en categorías, por ejemplo, como la de mejor actriz revelación, reconociendo otro meritorio debut, el de Paula Grimaldo, o en la de mejor actriz de reparto.

Como le sucede al resto de compañeros, la fuerza arrolladora de Macipe es el principal hándicap de Miguel Faus a la hora de alcanzar el premio. La estrella azul es un bólido con varias vueltas de ventaja como para darle alcance a última hora. Pero en honor a la vedad, cualquiera de los cinco trabajos nominados serían un excelente Goya a la mejor dirección novel. Una calidad que da cuenta del momento “de dulce” que vive nuestro cine, casi más que los reconocimientos internacionales a cineastas consagrados. Porque una generación de debutantes como la que tenemos hoy, nos hace soñar con las excelentes películas que nos llegarán mañana.

Días de Cine: Calladita